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La economía chilena ilumina en medio de la penumbra política Opinión

La economía chilena ilumina en medio de la penumbra política

Iván Auger
Por : Iván Auger Abogado y analista político
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En su defensa, la derecha aprovecha legados pinochetistas. La desconfianza interpersonal, por ejemplo, afecta hoy al 87% de la población, un récord mundial. Incluso los que confiaban en la Iglesia Católica, el porcentaje más alto en 1990, 76%, ahora ha caído al 20%. (Encuesta CERC-Mori).


La dictadura nos legó el fundamentalismo del mercado protegido por un Estado eunuco, gracias a un sistema político-constitucional que dio derecho a veto a los hijos del pinochetismo, más una fuerte propaganda en contra de los «señores políticos» para debilitar al Estado. A lo que se sumó el control, por sus herederos, de los medios de comunicación, a los que con el tiempo se les sumaron las redes sociales, una tecnología que les permitió transformarse en las llamadas «turbas digitales».

Lo hizo porque sabía que serían minoría en las elecciones, lo eran desde 1938. Por desgracia triunfó Piñera y, al igual que a su antecesor democrático, Jorge Alessandri (1958-64), le siguió un proyecto reformista, ahora de un modelo económico-político que el Financial Times calificó, el 2014, de «dejar hacer oligárquico».

La oligarquía en pánico crea la desconfianza

La derecha entró en pánico y reinició su campaña antipolítica. Cuando las primeras reformas se aprobaron y fueron descubiertos fraudes tributarios para su financiamiento político, la aumentó. Ensució al Gobierno y a su coalición para obligarlos a un acuerdo de borrón y cuenta nueva.

Incluso desprestigian la reciente visita de la Presidenta a Francia, a pesar de que la Sorbonne le dio un doctorado honoris causa, lo que es excepcional. En las redes circula una tapa falsificada de la revista Paris Match, con una gran foto de Bachelet y una leyenda en francés de que hizo el ridículo en París. La acompaña un comentario de Marcelo Elissalde Martel, quien se presenta como abogado experto en derechos humanos, que escribe en «Despierta Chile», una publicación electrónica pinochetista, y que aparece citado como agente de la CNI.

[cita] La derecha entró en pánico y reinició su campaña antipolítica. Cuando las primeras reformas se aprobaron y fueron descubiertos fraudes tributarios para su financiamiento político, la aumentó. Ensució al Gobierno y a su coalición para obligarlos a un acuerdo de borrón y cuenta nueva. [/cita]

En su defensa la derecha aprovecha legados pinochetistas. La desconfianza interpersonal, por ejemplo, afecta hoy al 87% de la población, un récord mundial. Incluso los que confiaban en la Iglesia Católica, el porcentaje más alto en 1990, 76%, ahora ha caído al 20%. (Encuesta CERC-Mori).

Los partidos políticos también se hundieron. Hoy, encabezan la lista con la más alta buena opinión ciudadana ocho grupúsculos: desde Fuerza Pública, con 34%, al PRI, con 22%, seguidos por partidos como el PS, solo con 21%, y pasando por seis, del MAS al PR, cerrando la UDI, con la aprobación  más baja, 13% (encuesta Plaza Pública – CADEM). Con la agravante de que el único partido que tiene juventud es el PC, que está representado en las federaciones estudiantiles en competencia con «colectivos» anarquistas, salvo en la UC, en que reapareció el «gremialismo».

La visión del extranjero es optimista

Fuera de Chile la visión es muy diferente. El mundo cambió. El exitoso capitalismo financiero de la post-Guerra Fría quebró el 2008. Toda Asia Oriental renació. Las guerras asimétricas pusieron fin a los imperialismos. El mundo pasó a ser multipolar y, para Occidente, la desigualdad se transformó en el problema esencial, incluso para el Foro Económico Mundial de Davos, el centro del pensamiento capitalista.

De ahí nace el interés occidental por las reformas de Bachelet, como dijo el Financial Times, debido a que «tal vez sea la más prominente jefe de Estado que inicia un proyecto para abordar la desigualdad social…. Y equilibrar la prosperidad con la igualdad es una tarea formidable». Todo ello a pesar de que somos un país con una economía pequeña, 277 mil millones de dólares, y con solo 17 millones de habitantes.

Por eso en el Financial Times y en Bloomberg hay más de un artículo favorable a la situación chilena en el mes de abril de este año. Con un titular: «La economía chilena ilumina en medio de la penumbra política», nos ponen como ejemplo para que el resto de América del Sur salga de la desaceleración económica por el bajón de los precios de las materias primas.

Por su parte, The New York Times, en un artículo titulado «Chile se une a otros países latinoamericanos agitados por la corrupción», sostiene que tenemos «importantes ventajas para limitar su alcance, que incluyen una vibrante sociedad civil y un Poder Judicial independiente». A lo que se suma una economía más sana y en crecimiento.

También Global Risk Insights, una institución que evalúa los riesgos políticos para los inversionistas, con sede en Londres, en abril publicó un informe que llamó «¿Por qué todos aman a Chile?». Y sostiene que, si bien hay «problemas en el Paraíso», léase Chile, nuestra «reputación como destinación ideal para los negocios, más nuestra fortaleza institucional, permanecen inmaculados» e, incluso, nos propone como una alternativa de inversión al gigante brasileño, debido a que tenemos «mejores perspectivas en el corto y mediano plazo».

Después del cambio de gabinete seguimos bien

Después del cambio de gabinete, el Financial Times citó a María Luisa Palomino, una analista del Eurasia Group (califica riesgos políticos desde Nueva York), quien dijo que esa reorganización del Gobierno «ayudaría a la Presidenta Bachelet a reenfocar la atención desde los escándalos a las reformas pendientes que combaten la generalizada desigualdad. Ellas incluyen una reforma de la Constitución, un proyecto para fortalecer el rol de los sindicatos y reformas educacionales adicionales».

Aunque es improbable que ello produzca un rebote significativo de la popularidad de Bachelet, agrega Palomino, «le dará un respiro al Gobierno y señalará la disposición de la Presidenta de volver a dirigir la atención hacia su agenda de reformas».

Por su lado, la agencia Fitch calificó nuestra deuda externa pública con una A+. Standard & Poor’s, por su parte, ubica nuestra solvencia en el cuarto lugar en el mundo, la de EE.UU. ocupa la posición 17.  Y un editorial de El País aplaudió la idea de proceso constituyente de la Presidenta.

Hace unos pocos días, el Informe de Desarrollo Humano del PNUD dio a conocer que ocupamos en América Latina el lugar más alto tanto en el PIB per cápita como en el nivel de desarrollo humano propiamente tal. Y un reciente índice sobre la paz, tanto interna como externa, nos ubica también en el primer lugar de la región.

Un buen futuro, si Bachelet no retrocede

Según un muy reciente informe sobre el crecimiento potencial de los 68 países principales del mundo (95% del PIB mundial) en los próximos 30 años, del IHS Consulting, Chile ocupa el sexto lugar más alto, 4,4 % anual, tras cinco asiáticos.

Según Claudia Wehbe, la economista jefe para América Latina de IHS, «Chile está en camino para apoyar una expansión sólida por sobre 4% en el largo plazo». «Dichas medidas incluyen la renovación o el descubrimiento de fuentes de energía alternativas; la diversificación de las exportaciones que dependen fuertemente de los recursos naturales (fundamentalmente la minería); la mejora del capital humano a través del sistema de educación; la mejora de la distribución de ingresos; y la corrección de los mercados financiero y laboral para hacerlos más eficientes. Se espera que la economía de Chile continúe creciendo en medio de un sólido ambiente democrático con un robusto marco institucional, sin importar la volatilidad en las exportaciones de cobre» (Diario Financiero).

En otras palabras, las visiones externas son menos exageradas e, incluso, optimistas. Por ello, las inversiones extranjeras, el 2014, se incrementaron en 15%, las que junto con un muy moderado aumento de la inversión pública del Gobierno, sacan al país para adelante, a pesar de la baja del precio del cobre.

Con todo, hay que tener presente que en épocas de desaceleración económica como la actual, aunque sea menor que en otros países, el aumento de la inversión pública es esencial, mientras que la austeridad lleva a la ruina. Chile tiene márgenes más que suficientes para hacerlo gracias a nuestros fondos soberanos y buena administración económica. Y, aun sin ellos, basta comparar el crecimiento de la economía de los EE.UU. de Obama, a pesar de la obstrucción republicana, con el de la Eurozona, dominada por la demasiado austera Alemania: la primera despierta y la segunda duerme.

Si la recientemente modificada dirección económica chilena sigue el proceso de cambiar la ortodoxia economicista que comenzó a agonizar hace un lustro, e insiste en las reformas bachetelistas y la inversión pública, la proyección de IHS será realidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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