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Chile, puerto inseguro


Los primeros días de octubre recién pasado, la justicia europea falló que Estados Unidos no garantiza la protección de datos de las personas. Según el diario El País, la justicia europea lanzó un rotundo mensaje a Estados Unidos, con el caso Facebook, que saltó a la luz cuando el austriaco Max Schrems interpuso una denuncia contra la empresa norteamericana en el Comisionado de Protección de datos de Irlanda, país donde Facebook tiene su filial europea.

El traspaso de datos personales del ciudadano austriaco –no autorizados y menos protegidos– que Facebook-Irlanda transfería a su matriz en Estados Unidos, es a juicio del tribunal un lugar no seguro “para la intimidad de los ciudadanos europeos”.

Esta resolución judicial invalida la norma que, desde hace quince años, consideraba al territorio estadounidense como seguro para la intimidad de los ciudadanos europeos. Esta norma (Safe Harbour-Puerto Seguro) permitía a más de 4.500 grandes empresas intercambiar datos entre Europa y Estados Unidos. En todo caso, el escándalo tras la denuncia de Edward Snowden sobre el espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA), dejó bastante  a maltraer la idea de que ese país es “puerto seguro” para los ciudadanos del mundo.

[cita tipo=»destaque»] Pero a mal de muchos, consuelo de tontos, como dice el refrán, usted está en lo cierto, Chile tampoco es puerto seguro y no lo será en el futuro. Nuestros datos están en manos de los malos hace más de dos decenios, porque son un negocio: mis datos o los suyos individualmente no valen nada, pero los de millones valen oro.[/cita]

El diario español señala que el director de European Digital Rights, Joe McNamee, declaró que “el hecho de considerar durante 15 años a EE.UU. como un puerto seguro era defectuoso desde el principio y viciado en la práctica”.

Esta resolución del tribunal que protege la intimidad de los datos de ciudadanos europeos, significa hasta el momento, que la protección de datos quedará excluida de las negociaciones sobre el Tratado de Asociación Transatlántica de Comercio (TTIP), que la Unión Europea y Estados Unidos quieren firmar a finales del 2016.

En el mundo de Facebook, Twitter, WhatsApp, los celulares, la interceptación indiscriminada de tus datos, historiales de compra, actualización de perfiles –sin permiso alguno– queda al libre albedrío de las empresas, del marketing y de los gobiernos.

En el caso de la denuncia y la sentencia del Tribunal de Justicia de UE contra Facebook por la protección de datos y el pliego de cargos de la Comisión Europea contra Google por competencia y por el derecho al olvido, nos muestra que aún tenemos esperanzas de cierto control a las multinacionales de las redes sociales y a la venta de nuestros datos personales. La Unión Europea considera la protección de los datos personales como un derecho fundamental.

Estas resoluciones europeas en defensa de la protección de datos, tiene consecuencias económicas evidentes, por ello la Casa Blanca –lo consigna la corresponsal Cristina F. Pereda– expresa su decepción con el dictamen que anula el acuerdo de “puerto seguro” que permitía el intercambio de datos entre Europa y Estados Unidos.

En nuestro país, las respuestas gubernamentales a denuncias por mal uso de los datos personales por parte de gobiernos extranjeros, las empresas de marketing, cobranzas, bancos y sistema financiero en general, quedan siempre en puros voladores de luces. Para muestra un solo ejemplo: los bancos siguen utilizando el Dicom histórico –pese a que hay prohibición de hacerlo– para no dar crédito a clientes “cuneta”, por muy emprendedores que sean.

El resultado de lo anterior es que miles de familias jamás saldrán del pozo profundo en el que se encuentran, sin derecho a rehacer sus vidas, pasando a ser la “escoria” de la cacareada economía de libre mercado, a la chilena.

Seguramente su cuenta mail está siempre repleta de propaganda y propuestas de todo tipo. Usted se pregunta cómo saben tanto de mí y no se explica cómo obtuvieron sus datos.

La respuesta es muy sencilla: de sus cuentas en las redes sociales, sus tarjetas de crédito, de su Isapre, AFP, empresas de comunicación, farmacia y una larga lista de etcéteras. Es posible que esta realidad le ponga de mal genio, de solo pensar que, en algunos casos, fue usted quien entregó ingenuamente sus datos personales.

Pero a mal de muchos, consuelo de tontos, como dice el refrán, usted está en lo cierto, Chile tampoco es puerto seguro y no lo será en el futuro. Nuestros datos están en manos de los malos hace más de dos decenios, porque son un negocio: mis datos o los suyos individualmente no valen nada, pero los de millones valen oro. Dicen los inversores, que los datos y su manejo “son el nuevo petróleo”.

En la hora actual, es muy fácil conseguir información, la consigues solo con un clic en Google, tienes la que desees y en grandes cantidades. El problema es que vivimos en la sociedad del consumo, donde todo se ha mercantilizado a favor de los nuevos intereses del cliente y estos no siempre se alimentan de valores éticos y morales.

Así como se resguardan con celo los derechos comerciales, con mayor razón se tienen que resguardar los derechos humanos de las personas. El enojoso episodio que afectó al diputado Guillermo Ceroni, hace pensar en la necesidad de que, con el mismo celo, en Chile se resguarden los derechos a la intimidad de los ciudadanos.

Por último, tengo una duda: ¿el Gobierno está cautelando la protección de nuestros datos personales en la negociación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) con los Estados Unidos? Seguramente no como corresponde, y tampoco otros derechos de los que hablábamos arriba.

Es claro que en nuestro país los datos personales y la intimidad no son resguardados y para qué pensar que la protección de datos personales sean derechos fundamentales. En todo caso, a la luz de los hechos recientes sería lógico pensar en una legislación que los resguarde.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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