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2015: un buen año para Chile Opinión

2015: un buen año para Chile

Pedro Santander
Por : Pedro Santander Director Deep PUCV
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¿Acaso no es bueno para el país conocer la verdad?, ¿saber el modo en que efectivamente se estaban financiando las campañas y quiénes financiaban a quiénes? Gran año. Supimos, sin ambages, de la debilidad de nuestra democracia y de las mentiras que la sostienen, de la apropiación de los políticos por el dinero, y de que las elecciones no las están ganando quienes se presentan a ellas sino quienes los financian, es decir, los empresarios. ¡Inolvidable 2015!


Aunque muchos se quejan, el 2015 ha sido un buen año para Chile, fuera de lo común. De hecho, tan fuera de lo común que no comenzó exactamente el 1 de enero. El 2015 se inicia realmente el 23 de febrero, y el campanazo de las 12 lo dio la Presidenta con su inolvidable “me enteré por la prensa en Caburgua”. Fue un momento estelar, que inauguró la imparable caída de su liderazgo.

Pero no solo del suyo. A medida que avanzaron los meses, se fueron derrumbando todos los demás liderazgos de la institucionalidad política chilena. En su conjunto el liderazgo político-institucional fue salpicado por lo mismo: la opaca y hasta entonces ocultada relación entre dinero y política. Desde el PRO hasta la UDI, desde MEO hasta Novoa, pasando por Andrés Velasco, Rossi, Orpis, Insunza, Cardemil, Moreira y un largo y vergonzoso etcétera, todos fueron tocados por la misma mancha que, como el petróleo, creció sin parar durante el inolvidable 2015.

Pero ¿acaso no es bueno para el país conocer la verdad?, ¿saber el modo en que efectivamente se estaban financiando las campañas y quiénes financiaban a quiénes? Gran año. Supimos, sin ambages, de la debilidad de nuestra democracia y de las mentiras que la sostienen, de la apropiación de los políticos por el dinero, y de que las elecciones no las están ganando quienes se presentan a ellas sino quienes los financian, es decir, los empresarios. ¡Inolvidable 2015!

Y en el terreno empresarial también fue un buen año. Tal como conocimos inconfesables secretos de nuestra clase política, también nos enteramos de enigmáticos misterios. Fue así que supimos de la sorprendente generosidad del yerno de Pinochet con socialistas y progresistas, quienes habían inventado su propio y lucrativo proceso de reconciliación nacional.

Y gracias a los casos de colusión nos enteramos de otro secreto bien guardado ante el país: la libre competencia no existe para los grupos económicos, la economía de libre mercado no es más que un relato doctrinario, lo que realmente funciona en Chile es una economía planificada. Planificación económica a cargo no del Estado, sino de los grandes grupos económicos, los cuales se ponen de acuerdo –incluso con metodología conspirativa y gansteril– en regular la oferta, fijar los precios y evitar a toda costa la competencia. Eso es lo que significa colusión, ya sea de las farmacias, del confort, la cerveza o los pollos. Y tal como grandes nombres de la política debieron salir a dar explicaciones, intocables como Lucksic, Matte o Angelini han debido hacer lo mismo. ¡Qué buen año!

[cita tipo=»destaque»]Y en el terreno empresarial también fue un buen año. Tal como conocimos inconfesables secretos de nuestra clase política, también nos enteramos de enigmáticos misterios. Fue así que supimos de la sorprendente generosidad del yerno de Pinochet con socialistas y progresistas, quienes habían inventado su propio y lucrativo proceso de reconciliación nacional. Y gracias a los casos de colusión nos enteramos de otro secreto bien guardado ante el país: la libre competencia no existe para los grupos económicos, la economía de libre mercado no es más que un relato doctrinario, lo que realmente funciona en Chile es una economía planificada.[/cita]

El que no ha dado explicaciones, pero que también fue visitado por este salvador 2015, fue el Ejército. Por muy “reservada” que la Ley del Cobre sea, reserva que impide saber cómo y en qué se gastan los millones de dólares que anualmente reciben las FF.AA., igualmente nos pudimos enterar de boletas truchas, facturas falsas, danza de millones en casinos de juego, compra de casas para violadores a los DD.HH., etc., en el caso conocido como Milicogate. ¿Y cómo no va a ser importante saber que quienes tienen el monopolio de las armas están mal usando el dinero de todos los chilenos? Es un asunto de seguridad nacional. Gracias, 2015.

Y hablando de lo nacional, ¡qué más nacional que el fútbol chileno! Pero con la ANFP en degradación, Jadue en Miami investigado por la Fiscalía estadounidense y cuatro millones de dólares sin destino claro, quedó también bien claro que estos dirigentes, como todos los antes mencionados, cambiaron el amor por la camiseta por el amor al dinero.

La lista de acontecimientos de este 2015 podría continuar largamente, por ejemplo, con el protagonismo de fin de año que adquirió el Tribunal Constitucional, deteniendo leyes aprobadas por el Congreso, recordándonos que en Chile ellos existen como otro poder, por encima de los legisladores que –se supone– representan la voluntad popular. O el fracaso de TVN como canal público, obligado desde 1991 a regirse por las lógicas del dinero y que, en momentos de crisis, opta por el despido de trabajadores, manteniendo sueldos millonarios a rostros y a gerentes, a la vez que derrocha dinero en proyectos que una y otra vez son fracaso de sintonía.

Nada quedó oculto el 2015. Por el contrario, el país –“la casa que habitamos”, tomando la metáfora usada por el ministro Eyzaguirre este año– se nos muestra tal cual es. Hay un develamiento de todo lo que pasa en la cocina, en el salón VIP y en el dormitorio. Un develamiento imparable, que a ratos se asemeja a un desborde, a un rebose por encima de los límites fijados por la institucionalidad consensuada a fines de los 80.

Y la lucha por fijar los límites es central en política, ya que de ello depende en gran medida qué es posible o imposible, cómo se puede o no se puede imaginar y concebir el país. Por eso es inevitable que crezca la tensión social si hoy vemos que los mismos que diseñaron esta casa, que el 2015 mostró tan bien en su lado oscuro, quieran ser nuevamente los arquitectos de la próxima casa, dejando para la ciudadanía el rol de obreros que construyan según sus planos. Habrá que ver qué tiene que decirnos el 2016 al respecto, y el modo en que se resuelva el proceso constituyente, ya sea vía institucional o a través de Asamblea Constituyente, será la mejor vara de medición.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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