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Un futuro más verde no será decente por definición, sino por elección Opinión

Un futuro más verde no será decente por definición, sino por elección

Guy Ryder
Por : Guy Ryder Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
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El cambio climático no respeta las fronteras geográficas ni las fronteras entre las instituciones. Es necesario que los gobiernos y las diversas organizaciones del sistema multilateral trabajen juntas de manera coherente para alcanzar objetivos comunes. Ignorar el cambio climático, tarde o temprano, perjudicará el crecimiento económico.


El cambio climático es el resultado de las actividades humanas. Y una gran parte de estas actividades están relacionadas con el trabajo. Es lógico entonces que el mundo del trabajo desempeñe un papel clave en la búsqueda de una solución a esta cuestión urgente.

La capacidad del cambio climático de causar daños a la infraestructura, afectar a las empresas y destruir empleos y medios de vida, ha quedado claramente demostrada. Enfrentamos estos desafíos a una escala sin precedentes, todos los días.

Tanto las empresas como los trabajadores se ven afectados. Esto es particularmente cierto para las poblaciones pobres, los trabajadores por cuenta propia, y aquellos que tienen empleos informales, ocasionales o estacionales, quienes con frecuencia carecen de una protección social adecuada y tienen un acceso limitado a oportunidades de ingreso alternativas.

Pero el mundo no tiene que elegir entre la creación de empleos y la preservación del medio ambiente. La sostenibilidad ambiental es imprescindible, también desde la perspectiva del mercado de trabajo.

Desafíos y oportunidades

Es cierto, en el camino hacia una economía más sostenible desaparecerán muchos tipos de empleo que existen hoy día –en particular en actividades altamente contaminantes y que consumen mucha energía–. Otros, serán sustituidos o adaptados. Pero, al mismo tiempo, se crearán nuevos empleos.

Las economías más verdes pueden ser motores del crecimiento, tanto en las economías avanzadas como en aquellas en desarrollo. Pueden generar empleos verdes que contribuyan de manera significativa a la adaptación y mitigación del cambio climático y, también, a la erradicación de la pobreza y a la inclusión social.

Este proceso ya está en marcha. La Agencia Internacional de Energías Renovables dijo que en 2015 el empleo en el sector de la energía renovable se elevó a 8,1 millones de puestos de trabajo, 5 por ciento más que el año anterior. Es probable que sectores como la silvicultura, la energía, el reciclaje, el transporte y la agricultura se beneficien mucho de la transición hacia una economía verde.

Pero el desafío no es solo crear más empleos. También es importante la calidad de estos. Es necesario buscar el desarrollo sostenible teniendo en cuenta su dimensión económica y social, no solamente sus consecuencias sobre el medio ambiente.

¿Cómo lo logramos?

Si nuestro objetivo es lograr una transición justa y exitosa hacia una economía verde, entonces necesitamos una reglamentación previsible y apropiada. Para lograrlo, los gobiernos deben trabajar conjuntamente con las organizaciones de empleadores y de trabajadores. Esta será una de las principales cuestiones que se discutirán durante la Conferencia Internacional del Trabajo, que comenzó este 5 de junio.

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El desarrollo de competencias y la protección social son otros dos ingredientes de una transición justa, ya que han demostrado su potencial para facilitar cambios socialmente aceptables y beneficiosos para los trabajadores.

Finalmente, el cambio climático no respeta las fronteras geográficas ni las aquellas entre las instituciones. Es necesario que los gobiernos y las diversas organizaciones del sistema multilateral trabajen juntos de manera coherente para alcanzar objetivos comunes.

El costo de la inacción

Ignorar el cambio climático tarde o temprano perjudicará el crecimiento económico.

Hay estudios que confirman esta sombría perspectiva, incluyendo el modelo de vínculos económicos globales de la OIT, que prevé una disminución de los niveles de productividad de 2,4 por ciento para 2030 y de 7,2 por ciento para 2050, si no hay un cambio de actitud frente a este tema.

La buena noticia es que sabemos adónde queremos ir y cómo llegar. El Acuerdo de París (en el cual la comunidad internacional se comprometió a mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2º C con respecto a los niveles preindustriales) y la Agenda 2030 de desarrollo sostenible, definieron el camino a seguir.

Pero conocer el destino y el camino a seguir no es suficiente. Necesitamos la voluntad política para continuar adelante. Un futuro más verde no será decente por defecto sino por elección. De manera que no solo celebremos el Día Mundial del Medio Ambiente. Transformémoslo en un motivo para poner en acción nuestra voluntad política.

De ello depende el futuro de nuestros empleos y de nuestros hijos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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