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¿Qué sacamos ahora?


No se trata de eludir responsabilidades, dice la candidata, pero al fin y al cabo se ha tratado de eso; de eludir las responsabilidades no solo del actual gobierno, sino que también de los anteriores. Pareciera que la idea no es seguir escarbando para que, precisamente, las responsabilidades sean eludidas.

Por su lado, Piñera trata de eludir la responsabilidad de su gobierno pues, si recordamos bien, las irregularidades al interior del Sename son de larga data. Pero de Piñera sabemos que su habilidad para eludir responsabilidades es elevada (Banco de Talca, por ejemplo).

Luego Guillier, que lamentablemente se suma a la elusión escandalosa; Boric, que inesperadamente se pone en la fila de elusores; lo mismo Camila, que lloró sentidamente por los niños del Sename, en fin, Blanco escondida tras el cargo en el Consejo de Defensa del Estado y la Presidenta tratando de convencernos que se trata de una caricatura miserable.

[cita tipo=»destaque»]¿Qué sacamos con establecer responsabilidades? Sacamos, estimados candidatos y parlamentarios que se prestaron para esta aberración, que hechos de la brutal magnitud como los ocurridos en el Sename no vuelvan a ocurrir; sacamos que se realiza la Justicia, frente a la cual deben responder todos aquellos que vulneran el Estado de Derecho. Sacamos que personajes nefastos no vuelvan a pisar el sector público.[/cita]

Debo confesar que deposité una inicial confianza en la savia nueva. Esperaba que las viejas prácticas de los viejos políticos serían repudiadas por los rostros que surgieron particularmente de los movimientos estudiantiles. Se vieron prístinos, transparentes, sin disposición a manchar su honra con conductas perniciosas para la comunidad toda. Sin embargo, la bofetada a la infancia ha sido brutal y obliga a pronunciarse con toda claridad: lo ocurrido con el informe conocido como Sename II ha sido simplemente vergonzoso.

¿Qué sacamos con establecer responsabilidades? Sacamos, estimados candidatos y parlamentarios que se prestaron para esta aberración, que hechos de la brutal magnitud como los ocurridos en el Sename no vuelvan a ocurrir; sacamos que se realiza la Justicia, frente a la cual deben responder todos aquellos que vulneran el Estado de Derecho. Sacamos que personajes nefastos no vuelvan a pisar el sector público.

La gravedad de lo ocurrido en el Sename es equiparable solo a lo ocurrido en la dictadura de Pinochet; niños abusados, golpeados y muertos sin que la autoridad simplemente hiciera algo, a lo que se suma ahora la salvaje impunidad que los diputados le confieren a los responsables. Duele ver a la Presidenta defendiendo lo indefendible, duele ver a la esperanza joven de este país haciendo lo mismo, duele ver que ningún candidato asuma con fuerza y claridad la vía del repudio a lo ocurrido. Duele ver que un grupo de privilegiados se proteja entre sí y que nadie acuda en defensa de los niños y niñas que el Estado debe proteger. Duele ver que los principios sean postergados, nuevamente, para proteger a determinados personajes políticos.

Si la idea es asumir el tema de fondo, como ha dicho Carolina, entonces asumamos que el establecimiento de responsabilidades es un tema de fondo, simplemente porque nada se saca con establecer normas legales protectoras de la infancia si la autoridad llamada a ponerlas en práctica no lo hace. Es tan de fondo que la misma Constitución se refiere a la acusación constitucional para el caso que un ministro de estado infrinja la Constitución o las leyes o deje éstas sin ejecución (artículo 52 Nº 2). Es decir, cada ministro de estado tiene la obligación de hacer cumplir la Constitución y las leyes, cuestión que es, como dije, de fondo y no una mera facultad o capricho de la autoridad.

La pregunta que formula Carolina podría haber sido esgrimida cuando se investigaban los delitos cometidos por el dictador Pinochet ¿Qué sacamos con saber quién torturó? ¿Qué sacamos con enjuiciar a Pinochet? Pues bien, Carolina, estoy seguro que tu reacción frente a esas brutales preguntas hubiera sido la misma que tenemos hoy quienes con una negra tristeza observamos el deleznable espectáculo que la Cámara de Diputados ha dado. Sugiero un poco de dignidad, un poco de decencia política, un poco de compasión por las víctimas del Estado, en suma, un poco de humanidad antes que de impunidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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