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Finalizar los diagnósticos

Felipe Ruiz
Por : Felipe Ruiz Periodista. Candidato a Doctor en Filosofía.
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He leído con mucho interés el reciente libro Chile actual: crisis y debate desde las izquierdas, publicado por LOM. Mi colega y ex directora de la recordada revista Rocinante, Faride Zerán, reúne en un tomo de suma relevancia, a múltiples voces de la vida pública nacional, sea política, cultural y artística, para que den su visión de la situación actual (crítica, como es sabido) de la izquierda chilena, posibles aristas de discusión y matices que permitan, a lo menos, entablar un diálogo, un debate que permita desempatanar el discurso.

Cuando este país se debatía entre el gatopardismo y el jaguarismo, se dio la tangencia de intelectuales de distintas disciplinas que con filisteismo rimbombante denostaban las modas “consumistas”, la por entonces novedad de los “malls” y, sobre todo, el olvido: el olvido de la marca de sangre de los años de dictadura, las máculas aberrantes sobre las que se sostenía nuestra nueva “democracia”.

[cita tipo=»destaque»]Este desgaste de la tesis de la “crisis” nos permite dimensionar que faltan palabras para expresar los hechos, que faltan hipótesis para explicar la cruda realidad en la que nos encontramos. Dicho de otro modo, la inercia del diagnóstico nos tiene inmersos en una suerte de estado de animación suspendida, arrinconados en la parálisis de no saber explicar los hechos, y de no explicitar lo que quizás es descarnadamente malo.[/cita]

Tomás Molulián, Marco Antonio de la Parra, Alfredo Jocelynt Holt, Dauno Totoro, eran nombres de intelectuales que realizaba la sagaz crítica al modelo, al punto de caer en descalabros mayores, quizás por saturación discursiva, como los de la doctora María Luisa Cordero. Ahora bien: ¿qué sucede en la actualidad? Pues, que la opinión pública letrada ha vuelto a levantar un nicho de avanzada en relación a aportillar el modelo, pero esta vez, ya no desde la vereda de crítica al exitismo, sino, por el contrario, cual profetas desarmados, como diría Marx, para realizar un sombrío diagnóstico, como este libro en cuestión, de la realidad actual de la sociedad chilena.

El primero en darle marcha fue, quizá, el mismísimo Alberto Mayol con un ensayo tan precoz como urgente: El derrumbe del modelo. Escrito algo sobre la marcha, el libro tuvo la virtud de instalar el tema tético de “crisis” para catalogar la situación en la que se encontraba (y se encuentra) el Chile actual. Luego vinieron otros, algunos parapetados desde medios de comunicación otros detrás de libros, pero fauna hay, y muy variada.

La impresión que me deja el libro que compila Zerán es que, en su mayoría, los autores se centran en criticar más que a cavilar posible soluciones. Estamos, supongo, desde hace más o menos tres años, encerrados en la etapa del diagnóstico, y eso ya se está desmoronando, agotando por su propio peso. Si la política chilena está en crisis no se debe a que se establezca una cláusula elemental que la sostenga, sino que se configura en una praxis, en un hacer, en una, si se quiere, costumbre. Por ello mismo, que desde hace bastante tiempo estemos entrampados en la etapa del diagnóstico nos viene a advertir que más allá de los dichos y de las hipótesis el hacer tiene un peso ineludible que no puede resarcir intelectualidad alguna.

Este desgaste de la tesis de la “crisis” nos permite dimensionar que faltan palabras para expresar los hechos, que faltan hipótesis para explicar la cruda realidad en la que nos encontramos. Dicho de otro modo, la inercia del diagnóstico nos tiene inmersos en una suerte de estado de animación suspendida, arrinconados en la parálisis de no saber explicar los hechos, y de no explicitar lo que quizás es descarnadamente malo.

Salir de la etapa del diagnóstico abre la posibilidad de un discurso constructivo y propositivo. Se dirá: no es tarea intelectual generar soluciones. Sí. Quizás. Pero sí lo es abrir caminos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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