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Crisis climática y el legado de Piñera Opinión

Crisis climática y el legado de Piñera

Cristián Stewart
Por : Cristián Stewart Investigador asociado IdeaPaís
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Ya era hora. La intervención de Greta Thunberg ante la asamblea de la ONU nos permite poner el foco en la crisis climática por la que atraviesa nuestro planeta, para así dimensionar la relevancia que significa ser dueño de casa de la COP25. La atención principal, más allá del discurso de la joven sueca, debe ponerse en el problema de fondo ¬–crisis climática antropogénica–, cuyo tratamiento bien podría ser la razón por la que mejor recuerde nuestra historia al gobierno de Sebastián Piñera.

Chile será anfitrión de la COP25 en el año en que el cambio climático pasó a llamarse mundialmente ‘emergencia’ o ‘crisis’ climática. Dada la dificultad que ha tenido el Gobierno en comunicar –o acaso establecer– sus propias prioridades y su mensaje político, y considerando la preocupación de los líderes de Chile Vamos por el ‘legado’ que dejará SP 2, la oportunidad de hacer la COP25 –el evento chileno más grande desde el Mundial de 1962– es para el Gobierno una oportunidad única. El objetivo, entonces, no debiera ser una ‘actividad exitosa’, sino hacer de Chile un líder mundial en la crisis medioambiental, y, de paso, convertir esta materia en su eje ancla en el ‘segundo tiempo’.

Hay además mucho trabajo ya avanzado. Los hechos – como el aumento de niveles del mar y su contaminación, el incremento de desiertos, el derretimiento de glaciares, la extinción de animales – muestran que el mundo sufre de una crisis antropogénica que requiere de acciones inmediatas para evitar colapsos de recursos naturales y extinciones de seres vivos. Se trata, además, de un asunto refrendado por amplia evidencia empírica y consensuado por la comunidad científica internacional. Vale decir, es una crisis que posee legitimidad técnica. Omitirla sería una irresponsabilidad tan grande como adoptar políticas y medidas sin ella. A diferencia de la discusión sobre la reducción de la jornada laboral, la evidencia empírica respecto del protagonismo que ha tenido la actividad humana como causante de la crisis climática es abrumadora y desconcertante.

El desafío no es menor. Entre otros aspectos, los caminos a construir deben combinar del modo más armónico posible medio ambiente y desarrollo económico. Hace unos días el expresidente Lagos sostuvo que la decisión de tomarse políticamente en serio el problema de la crisis climática no implicaría poner en jaque el modelo de desarrollo chileno. Más bien, indicó que corresponde incorporar la variable de emisión e impacto ambiental dentro del sistema, de tal modo que no solo se mida producción económica en los estándares de desarrollo de los países en el contexto de un mundo civilizado (“certificado de presentación”, lo llamó).

Por eso, junto con el desafío de aumentar crecimiento económico, la prohibición de las bolsas plásticas, la creación del Ministerio de Ciencia, la eliminación del uso del papel en la administración del Estado, las políticas legales y sociales que generen hábitos culturales, y las medidas que se adopten en la COP 25, son y serían avances significativos para incorporar esta variable dentro del modelo de desarrollo.

Para que este sea ‘el legado’ de Sebastián Piñera 2, hace falta consolidar el medio ambiente como una temática políticamente relevante, y que todos sepamos que para el Gobierno es su materia prioritaria. Hace falta, como es obvio, renunciar a priorizar otros temas. Hace falta desoír temas candentes en encuestas. Eso es un legado real. De esos que se hacen pensando no en las siguientes elecciones, sino en las siguientes generaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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