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A tal cura, tal honor: Noel Dunne, héroe de las catacumbas Opinión

A tal cura, tal honor: Noel Dunne, héroe de las catacumbas

Patrick O’Donoghue
Por : Patrick O’Donoghue Sacerdote obrero en Chile entre los años 1969 y 1973
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Al igual que Noel Dunne, soy irlandés y llegué a Chile procedente de Inglaterra en la década del 60, año 1969 para ser exactos. Al poco tiempo ya éramos amigos, teníamos una historia común y una visión compartida de la realidad que se vivía por aquellos días, lo cual allanó el camino para planificar y realizar actividades en conjunto. Recuerdo con agrado estar celebrando junto al pueblo la victoria de Salvador Allende en la Alameda, subidos en su moto. Hoy, todos los esfuerzos y el amor de Noel por el pueblo de Chile están presentes y más vigentes que nunca, en momentos en los cuales el país se encamina con esperanza renovada hacia la construcción de un futuro más justo e inclusivo.


El cura irlandés Noel Dunne ha muerto de COVID-19. Me resulta imprescindible revelar a las nuevas generaciones que hoy se encuentran batallando en esta encrucijada histórica, parte de la vida de este hombre, que vivió en el Chile heroico de los años 60­-70 y que, por su compromiso, sacrificio y valentía, hoy se convierte en una leyenda.

Al igual que Noel Dunne, soy irlandés y llegué a Chile procedente de Inglaterra en la década del 60, año 1969 para ser exactos. Al poco tiempo ya éramos amigos, teníamos una historia común y una visión compartida de la realidad que se vivía por aquellos días, lo cual allanó el camino para planificar y realizar actividades en conjunto. Al año siguiente emprendimos un viaje en moto al sur (Chiloé) y posteriormente una aventura hasta Lima, a dedo, junto a dos amigos más, uno de Pudahuel y un seminarista chileno (a quien posteriormente los esbirros de Pinochet torturaron y asesinaron). El objetivo principal era encontrar y dialogar con el famoso pionero de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez. El viaje de regreso lo hicimos atravesando el Cusco, Machu Picchu, Sicuani, La Paz, hasta llegar a Antofagasta en trenes de carga y buses.

Como buen seguidor de Jesús Liberador, Noel estrechó amistad con teólogos chilenos, como Pablo Richards, y por consiguiente con políticos de la izquierda revolucionaria de aquellos años, lo cual reforzó sus convicciones y compromiso por la redención del pueblo chileno. Recuerdo con agrado estar celebrando junto al pueblo la victoria de Salvador Allende en la Alameda, subidos en su moto. ¡Gran día!

Después de la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968 y las reflexiones para implementar las recomendaciones hechas por la iglesia local, se inició una nueva fase de evangelización que fomentó la creación de comunidades cristianas de base. Noel, de la congregación irlandesa “Misioneros de San Columbano”, y dos seminaristas, se insertaron en la población emergente de Pudahuel para vivir en una modesta casa de madera de la organización “Hogar de Cristo”, junto a sus vecinos. Aparte de alentar a las comunidades cristianas y fundar la parroquia, Noel estableció una cooperativa desde su casa, fabricando y reparando maquinaria para hacer y vender suéteres.

En 1972 volvió a Irlanda para cumplir con un sabático, pero allí no se quedó con los brazos cruzados. Se fue a Irlanda del Norte a trabajar en una parroquia céntrica de la convulsionada Belfast. El IRA (Ejército Republicano Irlandés) se había dividido en dos corrientes, los Oficiales y los Provisionales, lo cual creaba fuertes tensiones políticas. Noel se encontró nuevamente en un hervidero insurreccional, acababa de ocurrir la masacre de civiles en Derry (Domingo Sangriento) y la muerte de civiles en Ballymurphy (Belfast) por parte de regimientos británicos. El incidente en ese entonces coincidió con la creación e implementación de una política británica contrainsurgente de arresto y detención arbitraria de sospechosos, sin juicio alguno.

[cita tipo=»destaque»]El golpe de Estado de Pinochet cambió la vida para muchos de nosotros, extranjeros, obligándonos a salir del país, debido al amor y al compromiso que habíamos asumido de luchar y acompañar al pueblo más humilde de Chile. Sin embargo, para el amigo Noel se abrió otra etapa dentro de Chile, la de ayudar a los perseguidos. [/cita]

Se podría decir (muy a mi parecer) que aquella experiencia en Belfast afectó y radicalizó más a Noel. Regresó a su querido Chile a mitad de 1972, esta vez a una nueva y muy pobre comunidad, la parroquia de San Antonio de la Costa, donde desarrolló sus labores hasta 1973. Ese mismo año asumió como párroco de la tradicional comunidad de San Andrés, en el centro de Santiago, que posteriormente serviría para la clandestinidad y “la iglesia de las catacumbas”, siguiendo los pasos del compatriota monseñor Hugh O’Flaherty, quien trasladó al Vaticano y salvó a muchos judíos bajo las narices de los nazis en Roma durante la Segunda Guerra Mundial.

El Golpe de Estado de Pinochet cambió la vida para muchos de nosotros, extranjeros, obligándonos a salir del país, debido al amor y al compromiso que habíamos asumido de luchar y acompañar al pueblo más humilde de Chile. Sin embargo, para el amigo Noel se abrió otra etapa dentro de Chile, la de ayudar a los perseguidos.  Después de alojar a un colega cura obrero a quien le fue imposible seguir en Chile hasta que no se estableciera contacto con su embajada, Noel se lanzó a una breve carrera para ayudar a gente de izquierda perseguida por el régimen de Pinochet.

Con un grupo de amistades organizó y afinó una serie de santuarios y redes de traslado, logrando salvar a por lo menos cuarenta personas, ingresándolas de distintas maneras a varias embajadas en Santiago. Sin embargo, lo pillaron mientras ayudaba a varios muchachos a escalar la pared de la embajada mexicana. Fue arrestado e interrogado por los militares. La intervención y gestiones de su superior y del obispo de la zona oeste de Santiago frente al comandante consiguió su libertad, pero con una severa advertencia de que no volviera a repetirse.

Como era de esperar, Noel no dio marcha atrás con la obra de rescate, pero, como los militares pusieron las embajadas bajo vigilancia, todo era cuestión de suerte o de tiempo: lo arrestaron de nuevo en el acto. Fue amarrado, los ojos vendados y tirado en la parte trasera de una camioneta. Me contó después que sentía la camioneta sacudirse y rugir cuando arrancaba. Pensaba que tenía un motor poderoso, pero resultó que eran quejidos de dolor, pánico y nervios de otros cuerpos que se encontraban amontonados en capas debajo de él. Supo de inmediato que los iban a llevar al Estadio Nacional, lugar conocido de torturas, ejecución y distribución de presos.

Por fortuna un cura estadounidense con conexiones importantes con el régimen lo salvó, pero su estadía en el país se hizo imposible aun estando escondido. Tuvo que abandonar su querido Chile y regresar a Irlanda, lo que para él representó un duro destierro. Desde allí continuó trabajando a favor de los perseguidos por la dictadura.

En Irlanda se unió a un comité de solidaridad con Chile fundado después del golpe, donde se puso sobre el tapete la posibilidad de otorgar refugio a chilenos perseguidos.  De la mano de Noel la campaña recibió un renovado ímpetu, al punto de lograr junto a su familia y amigos (en una nueva ciudad industrial al oeste de Irlanda) una entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores y varios senadores, rogando por la aceptación de un grupo de refugiados.

Fueron pocas las familias chilenas que llegaron a Irlanda, entre ellas había gente del Partido Comunista, Partido Socialista e independientes. El comité de recepción, alentado por Noel, les había ubicado y preparado casas. Se les abrieron cupos en centros de capacitación profesional del gobierno, donde se formaron en diversos oficios, como mecánicos, constructores, soldadores, etc., con promesas de trabajo. Entre los refugiados había mujeres cuyos compañeros se encontraban dispersos en otros países o detenidos en Chile; allí Noel tendía puentes y realizaba actividades tendentes a la liberación y reunificación de las familias. Para muchos Irlanda era un país de paso, debido al clima hostil y su ubicación geográfica alejada de los continentes. Con el tiempo varias familias se trasladaron a Suecia, Francia e Inglaterra, y otros, cuando pudieron, volvieron a Chile…

Hoy, todos los esfuerzos y el amor de Noel por el pueblo de Chile están presentes y más vigentes que nunca, en momentos en los cuales el país se encamina con esperanza renovada hacia la construcción de un futuro más justo e inclusivo.

Por Noel y tantos otros héroes silenciosos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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