Señor Director:
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania no es más que una demostración de lo mermada que está el alma e integridad del ser humano. En los tiempos actuales, hombres y mujeres, solo trazan puentes de individualismo en su diario vivir y, cuando no, se utiliza la violencia grupal y armada para amedrentar al más débil o a quien posee el virtuosismo de hacer un mundo más justo y equitativo con real sentido social. Y no por un componente ideológico político, sino por convicción irrestricta de criterio de justicia. Sin matices. Tampoco con doble estándar.
Toby Ord, filósofo australiano, en su libro, “El Precipicio: riesgo existencial y futuro de la humanidad”, ilustra una frase célebre en uno de sus capítulos, que dice:
“No hay catástrofes que se presenten ante nosotros que no puedan evitarse; no hay nada que nos amenace con una destrucción inminente de tal manera que no podamos hacer nada al respecto. Si nos comportamos racional y humanamente; si nos concentramos con empatía en los problemas que enfrenta toda la humanidad, en lugar de abocarnos con arrogancia en asuntos del siglo XIX como la seguridad nacional y el orgullo local; si reconocemos que el enemigo no es el prójimo, sino la miseria, la ignorancia y la fría indiferencia de la ley natural, entonces podremos resolver todos los problemas que se nos presenten. Podemos elegir, deliberadamente, no tener catástrofes en absoluto”.
La mayoría de las crisis mundiales, ocurren con mayor fuerza por factores latentes, en vez de generarse por elementos imprevistos. Por ello, somos los seres humanos, anclados a la responsabilidad social individual, los llamados a generar una paz social duradera y que sea capaz de unir lazos ante la naturaleza de la diferencia humana. Una etiqueta que, por cierto, es solo eso. Un constructo mental que solo divide entre pares.
Estas últimas horas, la comunicación, no bastó. Fue derrotada. Me causa mucha tristeza. Sobre todo porque, la colaboración y el diálogo, se ausentaron en este conflicto que, hoy por hoy, impide un desarrollo global con integridad y que vaya en consonancia con el espíritu humano. La moral del más fuerte, debe ser derrotada por la bondad.
Nicolás Ward Edwards.
Periodista y Máster en Dirección de Comunicación Corporativa,
OBS Business School y Universitat de Barcelona.