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Los riesgos de la cleptocracia

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Por: Guido Larson Bosco


Señor Director:
Los episodios asociados a la forma en que los recursos del estado se canalizan para el enriquecimiento de quienes cuentan con conexión sanguínea, política o fraternal sobre individuos en posición de poder en el gobierno (problema que – hay que reconocerlo – antecede al de esta administración) trae consigo graves consecuencias para la estabilidad del sistema político.
Por un lado, es un recetario perfecto para el surgimiento de populismos que, como se observa en la política comparada, dicen ‘exponer’ la fractura del sistema y la corrupción de los tomadores de decisión, proponiendo soluciones y promesas simplistas, de fácil deglución por cierto, pero que tiene el potencial de erosionar principios de la misma democracia.
Segundo, contribuye a la generación de un ánimo afectivo nocivo para la mantención de las responsabilidades ciudadanas. La razón es que, subjetivamente, parece difícil mantener una línea de rigor normativo en torno al respeto de leyes y normas, cuando observamos que quienes tienen la responsabilidad en el manejo del país, siguen el deber de forma selectiva. Esto provoca rabia  debido a una comprensible sensación de injusticia; y una asignación de culpa también injusta porque es la política como un todo la que recoge este malestar.
Lo que subyace a esta situación, en tercer lugar, es una crisis ética profunda en la praxis de la política y para la cual se requiere, en lo inmediato, de una regulación más robusta. Desde luego con relación a la transparencia en los vínculos personales de una persona que ha obtenido un cargo por elección popular, posiblemente en ciertas restricciones1900 al uso discrecional de recursos, y en sanciones ejemplares para quienes violan la fe pública. El sistema requiere de continuas legitimaciones que se hacen inviables frente a situaciones así.
Guido Larson Bosco
Facultad de Gobierno
Universidad del Desarrollo
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