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No basta con no ser pobre

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Por: Ignacio Silva Ayarza


Señor director: 

Recientemente, una economista nacional declaró que la desigualdad no constituye un problema mientras no exista pobreza. Sin embargo, esta afirmación omite una verdad fundamental: la distribución del ingreso no solo define el acceso a bienes materiales, sino también la calidad de vida, la salud y las oportunidades reales de las personas.
Por ejemplo, debido a los determinantes sociales de la salud, la esperanza de vida y la carga de enfermedad varían significativamente entre comunas con distinto nivel socioeconómico, aun cuando estas no sean pobres y todas dispongan de diversos establecimientos de salud. Las diferencias en el ingreso se traducen en brechas en el acceso oportuno a la atención médica, en la calidad de la vivienda, la educación y la alimentación, e incluso en la posibilidad misma de llevar una vida saludable y plena.

Una sociedad verdaderamente justa no se mide por la mera ausencia de pobreza ni por el hecho de que todos cuenten con lo mínimo para subsistir, sino por su capacidad de garantizar igualdad de condiciones, dignidad y bienestar para todos sus ciudadanos.
La equidad no puede ser un lujo ni una promesa futura, sino una tarea permanente, que vaya más allá de la superación de la pobreza y asegure que nadie concentre tanto poder económico como para condicionar la vida de los demás.Ignacio Silva Ayarza
Médico infectólogo, Académico USACH

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