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El verdadero problema de salud pública: el aborto inseguro y la negación del derecho a decidir

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Por: Lieta Vivaldi y Laura Dragnic


Señor director:

En la sesión de debate sobre la Ley de aborto por plazo el pasado 14 de octubre, representantes de la Pontificia Universidad Católica señalaron que  “el problema de salud pública en Chile no es el aborto, sino el embarazo no deseado”.

Creemos que esto parte de una premisa errónea, ya quelos embarazos no deseados pueden existir en toda sociedad. La diferencia radica en cómo se enfrentan.  Se convierten en un problema de salud pública cuando las mujeres y personas gestantes no pueden acceder a servicios seguros y legales de interrupción del embarazo. El riesgo para la salud de las mujeres y la amenaza de criminalización no es un accidente, sino reflejo de desigualdad estructural..  He ahí la verdadera crisis. Lo que constituye un obstáculo entonces, no es el aborto en sí, sino el aborto inseguro, clandestino y desprotegido por la ley.

Asimismo, se propone como solución políticas de prevención del embarazo no deseado, incluyendo medidas de control de alcohol y drogas, y acompañamiento a mujeres embarazadas. Sin duda la prevención es necesaria y debe estar acompañada de educación sexual, ampliar acceso a anticonceptivos, a información y acompañar a mujeres que desean continuar su gestación, pero debe también incluir la posibilidad de interrumpir el embarazo. De lo contrario solo se refuerza una lógica paternalista que no sustituye la garantía de derechos. Es más, llama la atención que esta solución venga de sectores que se han opuesto sistemáticamente a medidas preventivas como la educación sexual integral o la pastilla del día después.

Reducir la discusión a los “determinantes sociales del embarazo no deseado” omite un principio básico de salud pública contemporánea: la autonomía, reconocida por estándares internacionales en derechos humanos (como CEDAW, el Comité DESC y la OMS) . La salud pública no se fortalece negando derechos, sino asegurando que todas las personas puedan ejercerlos, decidiendo su proyecto de vida sin riesgo ni estigmatización.

Lieta Vivaldi y Laura Dragnic

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