Populismo y descontento regional
Señor director:
La distribución territorial del voto en la reciente elección presidencial revela un patrón que merece ser analizado con mayor detenimiento. Las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Atacama otorgaron el primer lugar al candidato del PDG, mientras que Coquimbo, Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía lo ubicaron en un sólido segundo lugar, sólo por detrás de José Antonio Kast. Este comportamiento electoral, lejos de constituir un hecho aislado, sugiere la presencia de un malestar estructural en estas zonas.
En ese contexto, diversos análisis han intentado explicar las razones del amplio respaldo que obtuvo Franco Parisi en dichas regiones. Con todo, poco se ha discutido sobre la posibilidad, a mi juicio, relevante de que este fenómeno también representa un voto de castigo hacia la candidata del oficialismo.
El gobierno del Presidente Gabriel Boric se presentó como una administración concebida por y para las regiones, con un compromiso explícito de disminuir las brechas territoriales. La evaluación predominante entre amplios sectores regionales es que tales compromisos no se han materializado. La persistencia de expectativas insatisfechas y el deterioro general de la calidad de vida han configurado un escenario propicio para la expansión de discursos populistas como el de Franco Parisi, cuyas propuestas en las regiones oscilan entre la eliminación de la figura del delegado presidencial, la elección popular de los fiscales regionales, la instalación de cárceles flotantes, la colocación de minas antitanque en la frontera con Bolivia y la promesa de resolver el conflicto en La Araucanía en ocho meses. Su rendimiento electoral se explica, en parte, por el insuficiente desarrollo regional en materias clave y por la percepción de haber sido engañados por quienes se autoproclamaron regionalistas. Este comportamiento electoral revela una fractura territorial que, de no ser abordada, continuará profundizando la distancia entre el centro del país y las regiones.
Cristóbal Cabeza Barahona
Licenciado en ciencias jurídicas y sociales Universidad de O’Higgins