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Complejo escenario: alta desconfianza y fake news Opinión

Complejo escenario: alta desconfianza y fake news

Alfonso España
Por : Alfonso España Investigador de Horizontal
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Recientemente se dieron a conocer los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). Entre los aspectos más relevantes pero poco tratados, se encuentra una gran desconfianza hacia los medios de comunicación tradicionales, y una importante muestra de confianza en las redes sociales y medios de información no convencionales.

Durante el último período, los medios de comunicación han debido adaptarse a los cambios de comportamiento de sus consumidores, e incluso han tenido que cambiar su modelo de negocio para subsistir frente a nuevos competidores. Dicho fenómeno tuvo especial importancia tras los eventos ocurridos desde octubre (2019) hacia adelante, donde las redes sociales fueron las principales fuentes de información de las personas –un 47% de los encuestados recibieron “mucha” o “bastante” de Whatsapp, Facebook, Twitter o Instagram–. La ventaja comparativa de este tipo de plataformas, entre otras, es que se encuentran a un solo click de las personas, y no son intermediadas por un filtro editorial distinto al aplicado por el propio usuario. La desventaja es, por la misma razón, la calidad de la información y su veracidad. Así, mientras radios (29%) y redes sociales (28%) son las instituciones de comunicación en las que los encuestados depositan mayor confianza, los diarios (11%) y la televisión (8%) son aquellas en las que menos se confía.

La confianza y la verdad, tanto en momentos de estabilidad como de crisis, se encuentran inevitablemente entrelazadas. De ahí que, por ejemplo, las hipótesis científicas requieran pruebas de confianza. Fuera del laboratorio, sin embargo, una mentira se difunde, al menos, un 70% más que una verdad y, durante el último período, ciertos grupos se han dedicado a utilizar los medios de información alternativos para llevar adelante noticias falsas con el único fin de socavar el apoyo a ciertas instituciones u organizaciones que consideran rivales. Pero aquí lo trágico no solo es que se difunda la mentira más que la verdad -aquello ha pasado a lo largo de toda la historia-, sino que, luego, cuando las fake news son corregidas, dado que quienes las desmienten no son de la confianza de las personas, la información no viaja tan rápido como debería, y se perpetúa la falsedad a partir de la cual las personas toman decisiones. Esto significa que revertir una mentira fabricada que ya caló en la percepción de las personas, es prácticamente imposible en un contexto de incertidumbre y desconfianza como la que se vive en Chile. Un claro ejemplo fue el supuesto lugar de tortura en Estación Baquedano, lo que devino en una completa destrucción del lugar, y que, aun siendo desmentido por el mismo Instituto Nacional de Derechos Humanos, sigue siendo verdad para muchos manifestantes.

Ningún sistema puede sostenerse en el tiempo con altos índices de desconfianza, dado que esta atenta contra sus propias instituciones y vicia el fair play que requiere una democracia. Hoy en día nos encontramos completamente vulnerables frente a las fake news y la “política sucia”, lo que pone desafía el ideal del modelo democrático liberal, donde sus actores deben discutir racionalmente sobre hechos concretos. Lo peor de todo es que es bastante probable que durante el proceso constituyente la ciudadanía sea víctima de las campañas del terror y la caza de brujas de un lado y otro. En este sentido, es importante que los medios tradicionales de información se adapten rápidamente para competir dentro de las nuevas plataformas, y puedan así contrarrestar rápidamente la información falsa. Así también, es urgente que se produzcan nuevos mecanismos de verificación de información constante, que disminuya el riesgo de caer en noticias falsas. La situación es preocupante, y la experiencia en otros países señala que una desconfianza transversal hacia periodistas, académicos y políticos es caldo de cultivo para que líderes populistas se enriquezcan de la falta de credibilidad, y puedan establecer las verdades que quieran, sin contrapesos, solo a través de una efectiva difusión en la web.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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