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Febrero negro Opinión Crédito: pantallazo entrevista en CNN Chile

Febrero negro

Cristián Castro
Por : Cristián Castro Director de la Escuela de Historia UDP.  
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Resulta lamentable que cada cierto tiempo –y cada día más seguido– los y las periodistas nos recuerden lo precario de su preparación intelectual a todo nivel, desde lo ético a lo formativo. En estas últimas semanas hemos tenido ejemplos patéticos que dan cuenta de lo anterior.

De muestra, tres botones. Constanza Santa María, argumentando una supuesta sobrerreacción en nuestro país por los cientos de casos de manifestantes heridos en los ojos. Mónica Pérez, calificando la muerte de un hincha del fútbol como “la más mínima chispa” que vuelve a incendiar la pradera. Y la última joya, Daniel Matamala –nuevamente haciendo gala de su escasa preparación en historia– arguyendo que los colonos ingleses en América del Norte “tuvieron que olvidarse de la vida fácil y trabajar ellos mismos la tierra y las minas”, convirtiéndose en “pequeños propietarios, con riquezas similares entre sí y lógicamente se dieron estructuras de gobierno igualitarias y democráticas (reducidas al principio solo a los hombres blancos, por cierto)”. Sobre las dos periodistas se ha escrito bastante, y han sido duramente criticadas, por lo que dedicaré las próximas líneas a este último.

La más reciente columna de Matamala está dedicada a criticar las impresentables declaraciones de Juan Sutil, vicepresidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) y actual candidato a la presidencia de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), quien argumentó su intención de votar “rechazo” a la creación de una nueva Constitución en el plebiscito programado para el 26 de abril.

Sutil, fiel representante de nuestra elite dirigente, destila ignorancia y se lanza con la siguiente frase: “Si yo viviera en un país anglosajón, sin duda votaría ‘apruebo’ porque tendría la confianza de que vamos a construir un país mejor”. Matamala tiene razón en criticar el analfabetismo del empresario, pero lo hace cometiendo serios errores históricos. La ignorancia no se combate con desinformación.

La llegada de los primeros cautivos a la colonia de Jamestown, Virginia, en 1619, ha sido tradicionalmente señalado como el comienzo de la esclavitud en los territorios que posteriormente serían conocidos como los Estados Unidos. Incluso, las más recientes investigaciones van más allá, estableciendo que los africanos esclavizados llegaron a América del Norte ya en el siglo XVI. Si bien la cantidad de esclavos llevados a las colonias norteamericanas fue notoriamente menor a las llevadas a Sudamérica y el Caribe, lo que debiera ser de público conocimiento para cualquier periodista medianamente informado, es que la esclavitud fue parte importante de la economía de las colonias del norte desde temprano.

Así como en las colonias europeas sudamericanas la esclavitud sirvió para acumular lo que Marx denominaba la “acumulación primaria”, que alimentaría el desarrollo económico europeo, lo mismo aplica para el caso de las colonias norteamericanas.

Es más, en el caso de Estados Unidos, ese capital acumulado no solo tendría implicancias en su dimensión económica, sino también en la producción y reproducción de conocimiento. Los estudios más recientes del impacto de la esclavitud en la historia de EE.UU. develan esta dimensión. Varias de las principales universidades estadounidenses han realizado esfuerzos en el último tiempo en reconocer sus lazos históricos con la esclavitud, escarbando en sus archivos y publicando informes sobre las diversas formas en que sus instituciones se beneficiaron del comercio de esclavos.

Universidades como Georgetown, Rutgers, Columbia, Harvard, Brown o Princeton han hecho públicos sus conexiones históricas con la esclavitud, abriendo al público los registros de propiedad de esclavos ligados a varios líderes universitarios e incluso entregando detalles sobre subastas de esclavos llevadas a cabo en algunos de esos campus.

Considerando la importancia del tema abordado por Matamala, quien busca exponer la tácita jerarquía racial que ha operado en las elites de países como Chile, parece paradójico que justamente en febrero, mes en que en Estados Unidos se conmemora el papel central de los negros en su historia, combatiendo la invisibilización que históricamente han sufrido, aparezca una columna que justamente hace eso mismo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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