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¿Quién se hace cargo de los sin casa en carpas y techos de cartón? Opinión Foto referencial

¿Quién se hace cargo de los sin casa en carpas y techos de cartón?


Para todos los que contamos con una casa e infraestructura básica para tener una vida digna, resulta violento recorrer las avenidas de nuestras principales ciudades, parques, riberas de ríos, puentes bajo autopistas y constatar que existe un número importante de personas que vive en carpas, en “casas de cartón” y desechos, los 365 días del año en todas nuestras ciudades.

Un ejemplo de este crudo paisaje urbano se puede constatar en Santiago bajando desde el oriente por la costanera Andres Bello hacia el Mercado Central y se va observando un “vía crucis” de carpas emplazadas en los parques Japonés, Forestal y Los Reyes, más abajo, por ambas riberas del río Mapocho y así hasta prácticamente la llegada al Aeropuerto de Santiago. Lo mismo se observan personas que viven en carpas, si miramos los puentes bajo el Río Mapocho, el Canal San Carlos y en el Parque Tobalaba, y también en las pasarelas peatonales de las autopistas, como el acceso sur a Santiago.

Ciertamente y aunque sea una perogrullada, las personas que viven el año calendario en carpas, no tienen una vida digna, sin agua potable, baños, electricidad, los servicios más básicos para vivir y alimentación, simplemente tienen una infravida y no saldrán de tal condición si el Estado no cuenta con, y ejecuta, una política social para poner fin a aquello.

Qué hacer entonces con la “gente de calle”, aquellas personas que viven a la intemperie, en el mejor de los casos bajo una carpa de camping los 365 días del año y así de por vida.

Surgen entonces varias preguntas frente a esta cruda realidad: qué hacen los municipios de las comunas en que existen muchedumbres de personas en estas condiciones, qué hacen los intendentes en sus regiones y qué hace el Gobierno a nivel país. ¿Están estas problemáticas sociales de personas en estado de calle en las agendas de los funcionarios públicos con competencia territorial y recursos económicos en esta delicada materia de vida infrahumana?, ¿existe acaso una política de Estado para solucionar este dramático problema de la pobreza más extrema, existen estadísticas de cuantas personas viven en tal condición de calle en el último Censo Nacional?

Qué ocurre entonces con el Programa de Gobierno de Piñera que ofreció en su contenido: “Desarrollar una Política Nacional de Calle 2018-2025 con los siguientes componentes centrales: liderar una alianza latinoamericana para la erradicación del sinhogarismo en nuestra región”.

Qué ocurre con el Ministerio de Vivienda y Urbanismo que declara como misión institucional en su página Web: “Contribuir a la construcción de ciudades socialmente integradas, conectadas y más felices; recuperar entornos para transformarlos en espacios amables e inclusivos; y propiciar el acceso a viviendas adecuadas. El Minvu une el territorio, las ciudades y los barrios, mejorando la calidad de vida de todas las personas que habitan en Chile. El Minvu une a la ciudad”.

A juzgar por la Cuenta Pública a la Nación que escuchamos el 31 de julio ante el Congreso, claramente no existe una política de Estado de urgencia humanitaria para los sin casa en condición de vida cotidiana en carpas o techos de cartón.

El problema es que este “fenómeno de las personas sin casa y condición de abandono humano extremo por el Estado, va in creciendoen el tiempo y como sociedad al parecer dramáticamente nos está ocurriendo un proceso de acostumbramiento a esta “normalidad”, que una gran mayoría y autoridades miran con indiferencia, no obstante lo prístino de este paisaje urbano en estado de catástrofe y cuarentenas por la pandemia COVID 19.

Frente a esta cruda realidad de los sin casa en estado de calle, se necesita con urgencia una política de Estado de recuperación e inserción de miles de personas que, a lo largo de Chile, viven a nuestra vista y paciencia en carpas de veraneo, el año continuo en condición infrahumana, sin ningún horizonte de superación de la miseria que ello implica, donde simplemente no llega la mano del Estado.

Entonces, frente a esta ignominia es un imperativo ético que el gobernante ejecute urgentemente una política de rescate de estas personas de calle y les entregue un estándar mínimo de vida digna, en un sector de la ciudad en casas básicas dignas, acompañado de un programa de trabajo a nivel comunal, con salud e inserción social a la brevedad. Ciertamente, no podemos aspirar a ser un país desarrollado, miembro de Foros Internacionales como la OCDE, si miles de chilenos viven en condición de calle en carpas y techos de cartón y al parecer, lo que es más grave, no se ve ninguna autoridad comunal, regional y nacional preocupada de hacerse cargo de aquello.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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