Publicidad
Trastorno bipolar: más allá de lo cambiante Opinión

Trastorno bipolar: más allá de lo cambiante

Rocío Mayol
Por : Rocío Mayol Académica de la Facultad de Psicología de la U. Alberto Hurtado.
Ver Más


Es común escuchar frases del tipo “oye, que eres bipolar”, “ando bipolar hoy día”, “mi jefe es tan bipolar”, entre otras. Pero ¿sabemos lo que significa? El trastorno afectivo bipolar es una enfermedad mental que provoca cambios extremos en el estado de ánimo.

Estos cambios extremos de ánimo pueden incluir un aumento de la vitalidad, la energía, euforia, lo que se denomina manía; o una disminución de la actividad y la vitalidad, denominada depresión. Esta puede afectar la salud, la productividad y las relaciones personales, e incidir en la cognición, la energía y el sueño.

En algunos casos se produce una mezcla entre los síntomas del polo maníaco y el depresivo, lo que se conoce como episodios mixtos. Algunas personas con cuadros más severos pueden presentar síntomas psicóticos, como pérdida del juicio de realidad y alucinaciones.

La mayoría de personas con trastorno bipolar no presenta síntomas entre los episodios y prácticamente pueden hacer una vida normal con un tratamiento adecuado. Dicho tratamiento incluye medicamentos que estabilizan el estado de ánimo para atajar eficazmente las fases agudas y prevenir las reincidencias, además de recibir apoyo psicosocial y psicoeducativo como elementos centrales.

Los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno bipolar o que pueden actuar como desencadenantes del primer episodio son:

-Tener un pariente consanguíneo (como padre o hermano) con trastorno bipolar. En personas con trastorno bipolar el riesgo de tener un hijo con la enfermedad es alrededor de 10%.
-Exposición a abuso físico, psicológico o sexual durante la infancia o adolescencia.
-Periodos de mucho estrés, como la muerte de un ser querido u otras experiencias traumáticas.
-Crecer en ambientes carentes de redes de apoyo.

Entre otros factores está el consumo de sustancias como alcohol, cocaína y cannabis. En estos casos, y para personas con diagnóstico de Trastorno Afectivo Bipolar (TAB), se ha visto que la prevalencia del riesgo de suicidio es mayor. Además, tienen una mayor probabilidad de sufrir episodios mixtos y más probabilidades de requerir hospitalizaciones a lo largo del curso evolutivo de la enfermedad. La comorbilidad con el abuso de sustancias es una de las principales variables que se ha relacionado con una mayor gravedad de los episodios maníacos. Se ha observado que existe un peor funcionamiento global y un estatus ocupacional más bajo, además de peor adherencia al tratamiento.

Al principio, los síntomas bipolares se suelen confundir comúnmente con déficit atencional, depresión, ansiedad, trastorno límite de la personalidad o borderline y, en sus manifestaciones más graves, con esquizofrenia. Esto se debe a que los primeros síntomas de este trastorno son inusualmente variados. Solo con el tiempo se hace claro el patrón de alternancia entre estados de ánimo altos y bajos. Por eso es importante buscar ayuda especializada, no asistir a cualquier terapeuta o psiquiatra, y considerar que sin tratamiento los episodios bipolares generalmente duran de varias semanas a varios meses. Los períodos entre episodios, sin síntomas de manía o depresión, pueden durar semanas, meses o años. Por lo que no consultar puede generar mayor sufrimiento que atreverse a intentar una intervención con un diagnóstico más cercano a lo que le sucede a la persona.

En esa línea, una de las intervenciones terapéuticas más significativas en los últimos 10 años es la terapia dialéctico-conductual, en la que se ha observado que disminuyen los episodios maníacos y depresivos; se reconoce el estado de las emociones negativas y ayuda a reducir la sintomatología de ansiedad. La terapia cognitivo-conductual también ha demostrado tener efectos en la disminución de la cantidad y duración de episodios depresivos, síntomas residuales o interepisódicos y posibles hospitalizaciones. De la misma manera tiene un impacto efectivo en el desempeño psicosocial. Por último, en estos diagnósticos, se sugiere que toda terapia involucre a la familia, con el objetivo de que todos en casa se impliquen y se reduzca el nivel de estrés en el hogar.

En definitiva, el trastorno bipolar no es lo mismo que una persona “cambiante”. La persona que padece trastorno bipolar oscila entre dos extremos afectivos (euforia y depresión). En Chile hay una prevalencia de aproximadamente 2,2% dentro de la población: el cuadro puede empezar tanto en la infancia como en la vida adulta, pero el peak de incidencia ocurre entre los 15 y 25 años, con una edad promedio diagnóstica de 21 años.

Por último, es una enfermedad que posee Garantías Explícitas en Salud, que son un conjunto de beneficios garantizados por ley para las personas afiliadas a Fonasa e Isapres. Las garantías exigibles son:

Acceso: Derecho por ley de la prestación de salud.
Oportunidad: Tiempos máximos de espera para el otorgamiento de las prestaciones.
Protección financiera: La persona beneficiaria paga solo un porcentaje.
Calidad: Otorgamiento de las prestaciones por un prestador acreditado o certificado.

¿Quiénes pueden acceder? Todas las personas mayores de 15 años con confirmación diagnóstica de alteración del estado de ánimo, pasando por periodos de exaltación y baja de ánimo de manera rápida, a través de confirmación diagnóstica realizada por un especialista. Esto último no es fácil, ya que el alto estigma que tiene la salud mental en Chile impide que las personas consulten a tiempo, alargando los periodos sin ayuda ni tratamiento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias