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Todo es político: aprendizaje del anterior proceso constituyente y recordatorio para el nuevo Opinión

Todo es político: aprendizaje del anterior proceso constituyente y recordatorio para el nuevo

Álvaro Zavaleta Sahr
Por : Álvaro Zavaleta Sahr Cientista político, UDP.
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Esta vez la politización debe ir de la mano de la búsqueda de reconstrucción, de diálogo y acuerdo, para así recordar a aquellos que viven acá que la política tiene emociones detrás, no está vacía, no es tecnicismo. Pero que esta emoción de lo político también es hermoso e importante, porque busca que la gente proteja sus intereses más preciados, más sensibles.


Ya quedando poco para el inicio del Consejo Constitucional, es importante recordar un factor clave dentro de este proceso: “Lo político”. Con esto no me refiero a las prácticas burocráticas del poder para organizar el poder (la política), sino lo político como lo define Chantal Mouffe, siendo aquellos antagonismos o conflictos presentes en la sociedad.

Actualmente, lo político muchas veces pierde su importancia, adquiriendo mayor preponderancia la burocracia de la política. Esto se debe a que las élites políticas olvidan que todo es político, la anterior Convención Constitucional lo practicó, pero no supo su alcance. Ahora quieren despolitizar al Consejo Constitucional justamente por los errores cometidos por la convención anterior, pero tal vez sea un exceso, porque la verdad ¿Qué es despolitizar?

Despolitizar para ellos es invocar a los  expertos que podrían ser más objetivos, quienes son supuestamente menos políticos y más técnicos. Pero en política siempre sale a relucir la realidad, todos tienen visiones, todos tienen intereses. Por lo mismo, esta neutralidad experta resulta falsa, donde aquellos con opiniones diferentes, crearán una sociedad diferente.

Y aquello que buscan construir los expertos es la Constitución, la cual es la base legal de esa sociedad y, por tanto, aquella que regula la política y lo político, porque regula nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestros trabajos y mucho más. Esto hace aparente la necesidad de politizarnos, mostrar nuestros intereses y no ocultarnos para que ciertos expertos decidan por nosotros, bajo sus intereses. Obviamente, debe ser con cuidado, para no cometer el mismo error de la convención, el de dejarse llevar por la emoción y discutir sin conexión.

Esta vez la politización debe ir de la mano de la búsqueda de reconstrucción, de diálogo y acuerdo, para así recordar a aquellos que viven acá que la política tiene emociones detrás, no está vacía, no es tecnicismo. Pero que esta emoción de lo político también es hermoso e importante, porque busca que la gente proteja sus intereses más preciados, más sensibles.

Así, si se respeta lo político como aquello clave para el actuar dentro de la política (como cuando se empieza a generar una constitución política), deberán mostrarse esas emociones y el accionar político detrás de cada persona participante.

Porque sino sería una mentira, una farsa para no mostrar esa verdadera cara, la cual muchas veces puede ocultar un monstruo adentro. No olvidemos, necesitamos expresarnos de verdad y acostumbrarnos que esta expresión no sea sinónimo de descontrol, sino de realidad, de transparencia y de pasión.

Porque sería mentira decir que no existen necesidades o intereses que defendamos con el corazón. Por lo mismo desconfiemos de quien no muestra ese interés, y esperemos que en política desaparezca esa timidez, esa excesiva racionalidad.

Para que así la Constitución, no sea una mentira de nación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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