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Gripe aviar en Chile y la puesta a prueba de ‘‘Una sola Salud’’ Opinión

Gripe aviar en Chile y la puesta a prueba de ‘‘Una sola Salud’’

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Las intervenciones humanas en el medioambiente, la ganadería y pesca intensiva, la contaminación ambiental y el cambio climático, entre otros factores, han hecho que la interacción entre estos virus y especies distintas a su reservorio natural sea más frecuente. Los virus de la gripe aviar no suelen infectar a los seres humanos. Sin embargo, en aquellas situaciones donde la interacción entre personas y aves es más estrecha –principalmente trabajadores(as) de planteles avícolas, aunque también aquellas personas que crían aves de manera tradicional–, la transmisión del virus desde las aves al ser humano es más probable. La letalidad de la enfermedad en estos casos puede llegar al 50%, aunque es extremadamente raro que una persona contagiada pueda transmitir el virus.


Hace más de dos décadas se introdujo en la política internacional el concepto de “Una sola salud” (en inglés, One health) para poner en valor una noción conocida desde los principios de la humanidad: la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas entre sí (y, a su vez, con el equilibrio medioambiental). Múltiples eventos que han afectado la salud humana a nivel mundial derivan de este fenómeno: el siglo XXI se inició con la pandemia derivada de la “gripe porcina”, la introducción del virus chikungunya en Latinoamérica (antes solo estaba en África y Asia), la epidemia de ébola en África, el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), entre otros incidentes. Existen pocas dudas acerca de que el origen de la pandemia de SARS-CoV-2 fue a partir de una mutación de un coronavirus que habitualmente infectaba a los murciélagos (el famoso mercado de Wuhan), lo que la transformaría en otro ejemplo de como una zoonosis (enfermedad infecciosa que pasa de animales a humanos) puede amenazar la salud de la población mundial.

Actualmente, una de las principales preocupaciones a nivel internacional es la de los múltiples brotes de gripe aviar en el mundo (prácticamente una pandemia animal). Esta enfermedad es causada por la infección por los virus de la influenza de las aves, que se propagan de forma natural entre aves acuáticas silvestres de todo el mundo. De forma ocasional pueden infectar a las aves de corral domésticas y a otras especies de animales (aves y mamíferos), pero suelen ser fenómenos esporádicos (o solían serlo).

Las intervenciones humanas en el medioambiente, la ganadería y pesca intensiva, la contaminación ambiental y el cambio climático, entre otros factores, han hecho que la interacción entre estos virus y especies distintas a su reservorio natural sea más frecuente. Los virus de la gripe aviar no suelen infectar a los seres humanos. Sin embargo, en aquellas situaciones donde la interacción entre personas y aves es más estrecha –principalmente trabajadores(as) de planteles avícolas, aunque también aquellas personas que crían aves de manera tradicional–, la transmisión del virus desde las aves al ser humano es más probable. La letalidad de la enfermedad en estos casos puede llegar al 50%, aunque es extremadamente raro que una persona contagiada pueda transmitir el virus.

Hasta principios de marzo de 2023, las autoridades de agricultura de Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, los Estados Unidos de América, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela han detectado brotes por virus aviar –específicamente del tipo A(H5N1)– en aves domésticas, de granjas avícolas y/o silvestres, y en mamíferos (leones marinos, nutrias y otros). Esta es una situación nunca antes registrada.

Los brotes se ubican principalmente en las áreas de la ruta migratoria de las aves del Pacífico. En Europa, desde diciembre de 2022 se ha notificado la presencia del mismo virus en aves domésticas y silvestres de 24 países (se observaron grandes casos de mortalidad en Francia, Bélgica, Países Bajos e Italia). En el resto del mundo, múltiples brotes se han observado en China, Rusia o la India. Y así como la aparición de mutaciones en el SARS-CoV-2 pueden alterar su transmisibilidad o la gravedad de la infección, los análisis genéticos indican que este virus de gripe aviar que ha originado algunos de estos brotes presenta varias mutaciones asociadas a un mayor potencial de transmisión a humanos.

Hasta marzo de 2023, se han notificado más de 870 casos de gripe aviar A(H5N1) en humanos, 458 de ellos mortales, en 22 países (Azerbaiyán, Bangladesh, Camboya, Canadá, China, Yibuti, Ecuador, Egipto, España, Estados Unidos, Indonesia, India, Iraq, Laos, Myanmar, Nepal, Nigeria, Pakistán, Reino Unido, Tailandia, Türkiye y Vietnam). Existe preocupación mundial por la posibilidad de que el virus adquiera la capacidad de infectar a otros animales y a humanos, donde puede interaccionar con la gripe humana y generar un virus mixto (así como pasó con la “gripe porcina”).

La OMS (Organización Mundial de la Salud) define “Una Salud” como “los esfuerzos de colaboración de múltiples disciplinas (medicina, veterinaria, agricultura, ganadería, investigación, etc.) que trabajan local, nacional y globalmente para lograr una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente”. Es de esperar que, ante esta preocupante situación, se tome conciencia de que la actividad humana en los ecosistemas y el sistema de producción puede repercutir sobre la salud de las comunidades. Es necesario que todos los agentes implicados estén sensibilizados con este fenómeno, para que se puedan tomar las medidas necesarias para controlar los brotes y proteger la salud tanto de animales como la nuestra.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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