Publicidad
Corrupción e impunidad: el caso de Jaime Orpis Opinión

Corrupción e impunidad: el caso de Jaime Orpis

Álvaro Zavaleta Sahr
Por : Álvaro Zavaleta Sahr Cientista político, UDP.
Ver Más

La cárcel no va a ser la solución a los problemas de corrupción del país, estos necesitan mayor fiscalización e instituciones con mayores herramientas en su lucha, pero muchas veces una cultura de corrupción puede verse alentada al ver ejemplos como estos, donde aquel que roba y miente puede salir en libertad, a pesar de las terribles consecuencias para la sociedad.


Hace poco, la Corte de Apelaciones de Santiago acogió un recurso de amparo en favor del exsenador Jaime Orpis, permitiéndole salir de la cárcel bajo el beneficio de libertad condicional. Esto resulta incomprensible, ya que anteriormente fue condenado por delitos de corrupción, específicamente por fraude al fisco y cohecho en el marco del caso Corpesca, siendo el primer político en Chile en ser enviado a la cárcel por corrupción.

Dicho caso puede sonar algo complicado, pero básicamente la empresa pesquera Corpesca pagó a diversos parlamentarios para apoyar sus intereses, específicamente, en cuanto a Jaime Orpis, se le entregaron 209 millones de pesos entre 2009 y 2013, buscando que él los ayudara a conseguir una gestión favorable durante la tramitación de la Ley de Pesca.

Finalmente lo lograron, consiguiendo que diversos aspectos de la ley favorecieran a las grandes empresas pesqueras, siendo algo especialmente favorable la extensión por veinte años más de las cuotas que se entregaron a las empresas pesqueras industriales, y, por tanto, permitiendo un mayor monopolio de estos recursos naturales.

Las penas de la ley cayeron en el caso, pero al parecer no de forma tan efectiva como a uno le gustaría en casos tan graves de corrupción. En 2014, Corpesca fue condenada a pagar 516 millones de pesos, lo cual no resulta una cantidad tan grande si consideramos que ese mismo año tuvo un resultado positivo en sus ganancias de 16,7 millones de dólares o, mejor dicho, trece mil cuatrocientos ochenta y tres millones de pesos, casi el triple que la deuda a pagar.

Y ahora, el imputado más importante del caso resulta no inocente, pero sí libre, pudiendo acceder al beneficio de libertad condicional, el cual muchas veces no es concedido para delitos mucho menores, pero al parecer la justicia no es igual para todos, sino que es mejor según el traje que uno vista, constituyendo un sesgo de clase.

La importancia que tiene este caso no es solamente por la indignación que causa en sí misma la poca firmeza de la justicia chilena, sino que también es importante porque es una temática de seguridad pública, los delincuentes no son solamente aquellos que roban un minimarket o golpean a alguien en la vía pública, sino que realmente son aquellos que están dispuestos a cualquier cosa para su beneficio, aunque eso equivalga a sobrepasar la ley.

Porque justamente eso implica tener un sistema democrático y un Estado de derecho que funcione, logrando evitar que existan actores dentro de nuestro país que crean tener el derecho de actuar impunemente, aunque esto afecte a otras personas de forma negativa. Ya que, digamos la verdad, cuando alguien golpea a otro en la vía pública afecta a esa persona, su familia y cercanos, pero cuando uno acepta sobornos para instaurar leyes dañinas para la sociedad, uno está afectando a todo el país, especialmente cuando se trata de leyes tan importantes como la Ley de Pesca, la cual va a regular un recurso tan importante como es el mar que rodea toda nuestra costa.

Por lo mismo, resulta sorprendente el ver que exista este tipo de libertades para alguien que hizo tanto daño a la sociedad, y es incluso peor cuando vemos que el peso de la ley cae con más fuerza con los llamados “delincuentes comunes”, lo cual acrecienta esta desigualdad de clase, en la que la realidad carcelaria es para aquel que no puede pagar un abogado.

La cárcel no va a ser la solución a los problemas de corrupción del país, estos necesitan mayor fiscalización e instituciones con mayores herramientas en su lucha, pero muchas veces una cultura de corrupción puede verse alentada al ver ejemplos como estos, donde aquel que roba y miente puede salir en libertad, a pesar de las terribles consecuencias para la sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias