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Negacionismo cognitivo e informes de verdad (a propósito del libro “Pinochet desclasificado”) Opinión Librería Catalonia

Negacionismo cognitivo e informes de verdad (a propósito del libro “Pinochet desclasificado”)

Mauro Basaure
Por : Mauro Basaure Universidad Andrés Bello. Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social
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La destacada periodista Mónica González abre el libro con un afectivo documento hacia el autor, su amigo, titulado “El investigador silencioso” (13-20). En él elogia la disciplina y el rigor de Kornbluh para ir armando laboriosamente, durante años, el rompecabezas de las muchas aristas y periodos de la intervención de USA en Chile, antes, durante y después del periodo de la Unidad Popular. La lectura del libro induce rápidamente a la necesidad de completar ese rompecabezas y muestra lo extremadamente parciales que resultan las posiciones de quienes, a 50 años del golpe de Estado en Chile, han elegido concentrarse en la “responsabilidad” de Allende, de la izquierda y la Unidad Popular.


No pasó ni un mes de la publicación de este libro en Chile y nuevos documentos fueron desclasificados por el gobierno de Estados Unidos. La imagen de un rompecabezas muy completo, pero inacabado, hacen de este libro un texto en permanente desarrollo. Su versión anterior, menos completa que la actual, se publicó hace 10 años, a 40 años del golpe de Estado en Chile.

Antes de presentar de manera general los contenidos del libro, es clave indicar cuál es el estatus de esta investigación de Peter Kornbluh, su autor. Todos los documentos desclasificados, así como este libro, que los organiza y presenta, constituyen una base de verdad incuestionable de relevancia, equivalente a los informes de las comisiones de verdad Rettig y Valech. Hay libros y libros, y esta es sin duda la envergadura de Pinochet desclasificado.

Y uno volverá a preguntarse cuál es esa relevancia. Muy simple: cuando se cuenta con este tipo de información se establecen referentes colectivos de objetividad, puntos de anclaje cognitivo, que permiten y autorizan a tildar de negacionismo a quienes, directa o indirectamente, aprueben, nieguen o trivialicen dicha información.

Negacionismo, digo aquí no en sentido judicial (como se utilizaría en Alemania, Francia, Austria, Bélgica o Polonia), ni siquiera político (como cuando se usó equivocadamente para cuestionar a Patricio Fernández), sino en sentido estrictamente cognitivo: negar u omitir hechos objetivamente comprobados es equivalente a la locura (estar fuera del locus, del lugar de la realidad objetiva que reconocemos todos); verrückt, dicen los alemanes, o más suavemente à côté de la plaque, dicen los franceses; desubicado, decimos nosotros.

En este sentido cognitivo, negacionismo no refiere a negar la violación de los derechos humanos en la dictadura (negar la verdad contenida en los informes de verdad, Rettig y Valech). Esa noción extiende su significado al asunto cognitivo y específico de, por ejemplo, reconstruir los hechos anteriores al golpe de Estado omitiendo las intervenciones de Estados Unidos mediante la CIA con la fuerte complicidad de chilenos, desde los años 60 en adelante, incluyendo el asesinato del general Schneider (es decir, desde antes de que Allende asumiera el poder); desplazando y achacando además la responsabilidad principal de ese golpe al periodo de la Unidad Popular, a la izquierda chilena y a Allende. Ojo, no es que no exista responsabilidad en estos últimos, pero resulta del todo “desequilibrado” –des-ubicado, en el sentido del negacionismo cognitivo– plantear las cosas de esta manera.

A 50 años del golpe (y a diferencia de lo ocurrido 10 años atrás), este planteamiento ha campeado en los medios y se ha hecho casi irresistible en la búsqueda de una nueva hegemonía de la memoria. El ensalzamiento del libro de Mansuy (que siendo un buen libro, responde cien por ciento a ese planteamiento) y las memorias de Patricio Aylwin encuentran ahí su contexto triunfal. Más que sus autores, lo relevante aquí es como diría Foucault a qué régimen discursivo son ellos funcionales, para que se les celebre de ese modo. Como un equivalente funcional de los informes de verdad Rettig y Valech, el libro de Kornbluh viene a contrariar el negacionismo cognitivo de este contexto, de ahí la relevancia de su lectura. Vamos al libro y lo que documenta.

La destacada periodista Mónica González abre el libro con un afectivo documento hacia el autor, su amigo, titulado “El investigador silencioso” (13-20). En él elogia la disciplina y el rigor de Kornbluh para ir armando laboriosamente, durante años, el rompecabezas de las muchas aristas y periodos de la intervención de USA en Chile, antes, durante y después del periodo de la Unidad Popular. La lectura del libro induce rápidamente a la necesidad de completar ese rompecabezas y muestra lo extremadamente parciales que resultan las posiciones de quienes, a 50 años del golpe de Estado en Chile, han elegido concentrarse en la “responsabilidad” de Allende, de la izquierda y la Unidad Popular.

Para esta ocasión su autor, Peter Kornbluh, escribió el prólogo: “Chile: El Veredicto de la Historia” (21-28). Entretanto los involucrados han ido muriendo, muchos de ellos sin haber sido sometidos a la justicia como merecían. Un equivalente a la justicia es el juicio histórico, que busca construir Kornbluh con su investigación, aportando a que Richard Nixon y Henry Kissinger no puedan dejar de ser asociados con la destrucción de la democracia en Chile y la horrible represión posterior al golpe.

Especial atención reciben las mentiras de Agustín Edwards, dueño en la época de El Mercurio, sobre sus acciones y las reuniones con altos cargos de la CIA para planificar el golpe antes de que Allende asumiera el poder; una reunión secreta con el presidente Nixon, horas antes de que este ordenara operaciones encubiertas en Chile. Y pese a que la historia la escriben los vencedores y hoy día en Chile sí que se empeñan en hacerlo–, la investigación de Kornbluh brega por que algo de justicia, la justicia del juicio histórico, universal, humano, se imponga a la impunidad de Edwards, así como a la de Pinochet y a la de Nixon.

En esta misma línea, la introducción del libro, llamada “Historia y responsabilidad” (29-40), reconstruye la detención y posterior liberación Pinochet en Londres en 1998, así como el impacto histórico de este caso en la persecución de crímenes atroces y el uso del derecho internacional para perseguir a sus perpetradores. En el contexto de dicha detención y la apertura a un juicio contra el dictador, cobraron extremo interés los archivos secretos estadounidenses sobre Chile, que revelaron miles de documentos que exponen la implicación encubierta de Estados Unidos en el golpe y la dictadura de Pinochet, y la responsabilidad de este tanto en crímenes contra la humanidad como también sobre los actos de corrupción cometidos por él y su familia. Pinochet es un archivo en sí mismo.

Las maniobras de USA, desde la mitad de los años 60 en Chile, son detalladas y ampliamente documentadas en el primer capítulo, titulado “La ‘fórmula del caos’: el Proyecto FUBELT” (41-98). Se detalla este proyecto de la CIA en Chile en 1970, cuyo objetivo fue evitar que Salvador Allende llegara al poder. Instigada por Edwards y ordenada por Nixon, se llevó a cabo a través de una campaña de propaganda y operaciones encubiertas para apoyar a Eduardo Frei. A pesar de las varias voces que sugerían que un golpe de Estado podría tener consecuencias desastrosas, Kissinger y la CIA continuaron con sus planes, utilizando tácticas de presión económica, política, psicológica y terroristas, como el asesinato del general Schneider. Se presentan, por último, los esfuerzos por encubrir estas actividades por parte de la CIA.

El segundo capítulo se llama “Desestabilización de la democracia: Estados Unidos y el gobierno de Allende“ (99-162). En él se presentan y documentan los esfuerzos de desestabilización de la democracia en Chile durante el gobierno de Allende, consistentes en socavar la economía chilena y apoyar a grupos de oposición mediante el financiamiento de partidos políticos y medios de comunicación, así como el establecimiento de contactos dentro del Ejército chileno. En este capítulo se documenta la participación de Brasil y Australia en acciones encubiertas contra la Unidad Popular. Como aspecto ineludible, se muestran los esfuerzos de encubrimiento y desinformación por parte del gobierno de Estados Unidos para ocultar su intervención en Chile.

El tercer capítulo, “Pinochet en el poder: La construcción de un régimen de represión” (163-194), se concentra en la represión durante el régimen de Augusto Pinochet en Chile. Se pone en evidencia la directa implicación de Pinochet en estas atrocidades, así como el papel de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) en la represión, al mando de Manuel Contreras, expuesto como coordinado en sus acciones por Pinochet. Se documenta igualmente la colaboración de la CIA con la DINA, así como la expansión de sus operaciones en el extranjero y la implicación en ellas de Michael Townley.

El cuarto capítulo se titula “Consolidación de la dictadura: Estados Unidos y el régimen de Pinochet” (195-248). Estudia la relación entre Estados Unidos y el régimen militar, revelando del apoyo de este país, a pesar de las críticas y condenas internacionales, a la violencia y represión del régimen. Se documenta la asistencia militar, ayuda económica y el apoyo encubierto al régimen, además de participación en actividades de propaganda para presentar el golpe de Estado bajo una luz positiva a nivel internacional. La CIA desempeñó un papel importante en estas operaciones, incluida la financiación de medios de comunicación y de visitas de líderes democristianos en el extranjero para justificar el golpe militar.

El quinto capítulo, llamado “Víctimas estadounidenses” (249-296), aborda los asesinatos de estadounidenses a manos de la represión dictatorial. Detalla el asesinato de Charles Horman y cómo el gobierno estadounidense ocultó información a la familia de este, optando por entregarles las versiones de los organismos de la dictadura en vez de realizar una investigación independiente. El caso lo conocemos por la película Missing (Desaparecido), de 1982. Se exploran, además, las circunstancias que rodearon la muerte de otros ciudadanos del mismo país, como Frank Teruggi y Boris Weisfeiler, reiterando la crítica de falta de apoyo y protección del gobierno estadounidense a sus ciudadanos y sus familiares.

El capítulo seis, titulado “La Operación Cóndor: Terrorismo de Estado internacional” (297-352), da cuenta de ese programa de terrorismo de Estado y represión llevado a cabo mediante la coordinación de servicios de inteligencia y seguridad de los regímenes militares de América Latina durante las décadas de 1970 y 1980, responsable de cientos de desapariciones y asesinatos de opositores a dichos regímenes en la región. El capítulo da cuenta del rol del apoyo de Estados Unidos mediante el uso de su base militar en Panamá como centro de comunicaciones.

“El ocaso del dictador: Del terrorismo a la transición” (353-404) es el nombre del séptimo capítulo, centrado en el impacto en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Chile tras el asesinato de Orlando Letelier y Ronni Moffitt en Washington en 1976, por parte de la DINA. El texto refiere al chantaje de Manuel Contreras, quien tenía pruebas incriminatorias contra Pinochet, para protegerse a sí mismo, así como la manipulación de la Corte Suprema y la propaganda nacionalista a la que recurrió Pinochet para proteger su régimen y evitar la extradición de los acusados en el caso Letelier.

El capítulo explora cómo, pese a la evidencia incriminatoria contra Pinochet, los gobiernos de Carter y Reagan mantuvieron una actitud pasiva y no sancionatoria, e incluso de apoyo en el caso de Reagan, debido a su anticomunismo y su modelo económico de libre mercado. Asimismo, se narra la crisis económica en Chile y la creciente oposición al régimen de Pinochet que llevaron a la formación de una coalición nacional para acabar con la dominación militar y restablecer la democracia. Se muestra cómo el caso de Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana, quienes fueron quemados por militares en Chile, y la conclusión de que Pinochet ordenó personalmente el asesinato de Letelier y Moffitt, condujeron a un cambio en la política de Estados Unidos hacia Chile y a un apoyo al retorno a la democracia en el país.

El capítulo octavo y final se llama “Crímenes atroces y responsabilidad: El largo epílogo del caso Pinochet“ (405-462) y aborda la detención y posterior liberación de Pinochet en Londres en 1998. Pese a que de regreso a Chile Pinochet continuó evadiendo la justicia por los crímenes cometidos, Kornbluh lo considera un hito fundamental para el movimiento internacional de derechos humanos, en la medida que estableció un precedente en la persecución de violaciones a los DD.HH. Desde la perspectiva de este libro, lo central es que, si bien el gobierno de Estados Unidos decidió no apoyar a España en el caso de Pinochet, optó por desclasificar documentos relacionados con violaciones de derechos humanos en Chile, revelando la participación de la CIA en operaciones clandestinas en nuestro país desde los años 60 hasta el fin de la dictadura, apoyando con ello el objetivo de la verdad en Chile.

El libro de Kornbluh es un informe de verdad y un referente de realidad objetiva cuya omisión habilita el calificativo de negacionismo cognitivo. Su actual edición es infinitamente más necesaria que hace 10 años.

Peter Kornbluh. Pinochet Desclasificado. Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile. Catalonia, 2023. Traducción de David León Gómez.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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