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Ecofeminismo este 8 de marzo Opinión

Ecofeminismo este 8 de marzo

Victoria Uranga Harboe
Por : Victoria Uranga Harboe Presidenta de la Corporación Defensa de la Cuenca del Mapocho
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Este 8M seremos aguas, montañas, semillas nativas, pumas y colibrís caminando unidas por las ciudades del mundo.


“¿Sabes por qué están deforestando el Amazonas? Porque la selva es femenina, enmarañada y misteriosa”, dice una mujer medicina del Perú. El machismo mata y el extractivismo también. En este nuevo 8M, Día Internacional de las Mujeres, resulta ineludible esta conexión cuando se intensifican las acciones de un modelo que nos está destruyendo.

Las luchas feministas son diversas y complementarias, por eso los derechos civiles, políticos, sociales y culturales se pueden resumir como una gran defensa de la vida. “Vivas nos queremos” y para estarlo también deben vivir las aguas (mares, lagos, ríos, glaciares, humedales, turberas y salares), los territorios en que habitamos y los seres del mundo vegetal, animal, fungi y todos quienes conformamos esta maravillosa co-deriva sinérgica.

Vandana Shiva y María Mies escribieron Ecofeminismo (1997) y mostraron cómo el modelo económico y cultural occidental “se constituyó, se ha constituido y se mantiene por medio de la colonización de las mujeres, de los pueblos ‘extranjeros’ y de sus tierras, y de la naturaleza”. Algunos de los ejes en que se sustenta esa construcción hegemónica son: la ilusión de vivir al margen de la naturaleza (algo externo), el poder patriarcal y un sistema que promueve consumo desenfrenado, competencia y crecimiento infinito.

Explorar las relaciones entre extractivismo y patriarcado resulta esencial, ya que somos parte de un proceso autopoiético con el territorio en que habitamos, por lo tanto, nuestros cuerpos son también el resultado de glaciares destruidos, de ríos contaminados y de bosques talados (también de los desiertos floridos, de los esteros juguetones y de sincronías perfectas entre abejas caupolicanas y flores del quillay).

Así como se explota, cosifica, violenta y desecha a la naturaleza, se explotan, cosifican, violentan y desechan los cuerpos feminizados, las mujeres, las niñeces y a las disidencias en los territorios heridos o sacrificados. “Hay que vincular ecocidio con genocidio porque al destruir a los territorios se está destruyendo a los pueblos”, dice Pancha Fernández del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT).

La invitación es a rescatar los ecofeminismos que están presentes en muchas prácticas ecoterritoriales, decoloniales, feminismos antiextractivistas, antirracistas, indigenistas y campesinos que puede que ni usen este concepto o lo hacen desde su particular apropiación. Tenemos mucho por aprender de esas resistencias y defensas cotidianas en los territorios. Ahí se desarrollan experiencias de transformación, de creación de comunidades en colaboración y de regeneración de lo humano junto con la naturaleza. 

Lo que une a los feminismos y el ecologismo no es solo una matriz histórica e ideológica que devela la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales no privilegiados con la sobreexplotación y degradación de la Tierra, sino también el poder que tenemos de crear un presente distinto. Parafraseando a Judith Butler, no solo el género está en disputa sino también la forma como vivimos junto a la naturaleza. 

Por eso, todas las cuidadoras, defensoras y, lamentablemente, también víctimas de la degradación ambiental volveremos este 8 de marzo a las calles. Somos agentes de cambio y cocreadoras de caminos para recuperar una relación armoniosa con la Tierra. Este 8M seremos aguas, montañas, semillas nativas, pumas y colibrís caminando unidas por las ciudades del mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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