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Bolivia, tendencias y perspectivas Opinión DW

Bolivia, tendencias y perspectivas

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Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Ex embajador de Chile y ex subsecretario de Defensa, FFAA y Guerra
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La historia nos enseña que si un país enfrenta un estallido de esta naturaleza, genera territorios donde el Estado se ausenta y muchas veces ese vacío es llenado por uno de los bandos en pugna o por bandas organizadas de delito transnacional.


El desenlace de la llamada “Marcha para salvar a Bolivia”, se produjo el lunes 23 de septiembre. Encabezada por el expresidente Evo Morales los marchistas arribaron a la capital, luego de varios incidentes con partidarios el presidente Arce.  Cuando todo parecía pronosticar un choque de trenes entre las dos tendencias del MAS (Movimiento al Socialismo), el agua no llegó al río y la marcha culminó con una reiteración de sus demandas y ambos bandos se desmovilizaron.

¿Qué pasó? ¿Emergió una mediación reservada? ¿El gobierno aceptó las propuestas del llamado Estado Mayor del Pueblo? ¿Se alcanzó un acuerdo respecto de cómo enfrentar la crisis económica? ¿Se acordó la candidatura de Evo en las próximas elecciones?

Veamos primero el contexto previo.

En columnas anteriores hemos señalado que Bolivia experimenta dos crisis.  La más inmediata es una aguda crisis económica, que se origina por una vertical caída de sus exportaciones de gas, lo que arrastra a las reservas en dólares. Todo ello limita severamente las importaciones que necesita el aparato productivo.  El resultado práctico es un incremento de precios y una escasez de combustible e insumos. El dólar oficial equivale a 6.9 bolivianos, mientras que en el mercado se transa entre 10 y 11.

La economía boliviana necesita urgentes medidas, muchas de ellas poco populares, para lo cual no existen consensos políticos. Entre ellos, la reducción de los subsidios al precio del combustible. Por cierto, Bolivia necesita urgentemente recursos frescos y en el congreso yace un proyecto para un crédito de 1000 millones de dólares. Aún si se aprobara, habría que encontrar algún país u organismo que lo conceda y ver  en qué condiciones.

La otra crisis es la política y en allí el dato nuevo es la división del MAS.  En gran parte originada por el liderazgo del partido, y por la candidatura de Evo Morales, hasta la fecha impedido legalmente de postular por una tercera reelección. Ambas tendencias han elegido sendas directivas, pero el Tribunal Supremo Electoral no ha reconocido a ninguna, por incumplimiento de los procedimientos estatutarios.

Las elecciones presidenciales y legislativas están programadas para agosto del próximo año.  ¿Resistirá ese plazo la economía? En mi personal opinión no.  La economía requiere una solución pronta. De lo contrario la protesta social se hará sentir.  Y allí los dardos principales irán contra el encargado de la marcha del país, es decir, del gobierno.

¿Quién ganó con la marcha?

A diferencia de otras movilizaciones (recordemos la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada) en esta oportunidad la marcha que partió en Caracollo y arribó a la Paz, luego de una semana, tuvo una participación menor.  Asimismo, no fueron numerosos los sectores “arcistas” con los que se enfrentaron. El pasado lunes 23 se reunieron en puntos diferentes de la ciudad y, después de las respectivas arengas, se dispersaron sin grandes problemas.

En forma paralela, en esos mismos días, la próspera región “camba” inauguraba la ExpoCruz, tradicional feria que exhibe los avances del oriente boliviano, con buena infraestructura y ligado a las redes fluviales que facilitan su interacción con el Atlántico. La consigna que se escucha es “cruceñizar Bolivia”, en abierta crítica a la polarización que experimenta el occidente boliviano.  En otro ámbito -carezco de cifras oficiales- es más que probable que la asistencia ese fin de semana al fútbol supere con creces el número de manifestantes.  No niega esto que las movilizaciones sean importantes, pero lo que sería interesante determinar es si comprometen al grueso de la población.

Las encuestas post marcha coinciden en señalar que la mayoría de la población interpreta este conflicto por afanes de poder entre Evo Morales y el presidente Arce. Aclaremos que, como en muchas otras partes, existen también encuestas fake. Antes de su división, el MAS controlaba alrededor del 40% de los votos, especialmente en el mundo popular. Con la división, el gobierno quedó en minoría en el congreso.

La oposición, por su parte, mantiene su fragmentación y adopta en general una actitud pasiva. En opinión de muchos, toma palco y contempla el desangre del MAS. Esto acarrea daños colaterales, pues es cierto que la guerra interna masista es de común interés de la oposición, pero el problema es que esa pugna puede afectar la estabilidad del país, en casi todas sus dimensiones.

Terminada la marcha el gobierno queda magullado, pues no logró controlar del todo el orden público, si bien tiene apoyo social donde destaca la Central Obrera Boliviana (que ya no tiene el poder de antaño), la agrupación de mujeres Bartolina Sisa, los llamados “multiculturales”, entre otros, pero ese apoyo no moviliza mayorías. Por su parte, Evo mantiene su bastión en el Chapare, pero no permea con la misma fuerza al resto del país.

Evo tampoco sale indemne: De los 13 puntos de la convocatoria a la Marcha, no concreta mucho.  En la concentración final, lo más amenazante fue el ultimátum al presidente para que cambiara a “los ministros corruptos” bajo una clara amenaza: “Si quiere seguir gobernando”. Para muchos sectores, la actitud intransigente de Morales se explicaría por su afán de ser candidato nuevamente. Por cierto, al cumplirse las 24 horas no hubo ningún cambio de gabinete y solo el jueves 26 se conoció de la renuncia del ministro de justicia, en medio de rumores que lo mencionan como el futuro Fiscal de la Nación.

Desconozco si existieron negociaciones reservadas que explicarían el pacífico desenlace de la marcha.  Noticia en desarrollo. Según una fuente bien informada, por estos días habría visitado La Paz el expresidente español José Rodríguez Zapatero, quien suele colaborar con el gobierno venezolano. También habrían visitado Bolivia representantes del Grupo de Puebla, y otros mencionan la presencia de altos miembros de la experimentada diplomacia cubana.

Lo cierto es que los llamados públicos al diálogo han sido infructuosos y el último fracaso se produjo el pasado jueves, esta vez convocado por el Defensor del Pueblo.

El evismo anunció para mañana 30 de septiembre un bloqueo nacional de carreteras. Morales la bajó posteriormente, pero la amenaza sigue pendiente.  En síntesis, la marcha culminó, pero la crisis económica y política persisten.

Las esquirlas de la crisis boliviana 

Bolivia está en el corazón de América del Sur, tiene fronteras con Brasil, Perú, Paraguay, Argentina y Chile. Obviamente una crisis a su interior impacta en su entorno. En términos positivos, Bolivia es indispensable para la comunicación del macizo continental y la interconexión de los dos océanos que nos circundan.

En nuestra opinión, el mejor vecino no es aquel que nos quiera más, sino el que asegura la estabilidad en su interior.  Sobre esa mutua base y del correspondiente respeto a la no injerencia en los asuntos internos y al derecho internacional, es posible construir bases sólidas de común beneficio.

El reciente episodio nos muestra un panorama político crispado, una crisis económica que requiere solución pronta, para lo cual las elecciones de agosto 2025 quedan muy lejos, y como si fuera poco, Bolivia es azotada por cruentos incendios en su Amazonia y en Santa Cruz, que según cálculos ya han arrasado con más de 5 millones de hectáreas.

Lo peor es que civiles bolivianos se están enfrentando entre sí, de momento con piedras, dinamita y chicotes,  pero es difícil asegurar que esto escale.  El enfrentamiento de la población es algo que pone en jaque a cualquier Estado, y es algo que no puede permitirse, pues el uso de la violencia es privativo del Estado.  No son pocas las voces que advierten que el clima de odio, polarización y lenguaje altisonante puede llevar a una guerra civil.  Por cierto, una guerra es posible solo cuando hay dos bandos armados, pero en América la historia reciente demuestra que conseguir armas no eslgo muy difícil.

También la historia nos enseña que si un país enfrenta un estallido de esta naturaleza, genera territorios donde el Estado se ausenta y muchas veces ese vacío es llenado por uno de los bandos en pugna o por bandas organizadas de delito transnacional.  Nada de eso es bueno, ni para Bolivia, ni para sus vecinos.

¿Qué hacer? En primer lugar, mantener una atenta mirada, no interferir en los asuntos internos y apoyar multilateralmente todos los esfuerzos por el pleno respeto al Estado de derecho.

Lo anterior supone no abanderizarce: El destino de Bolivia debe ser resuelto por los propios bolivianos.  Así como algunos no ocultan sus simpatías con el masismo, otros hacen lo mismo con los cambas, u otras alternativas.  Quienes asi proceden debieran señalar que sus posiciones son estrictamente personales.

Por cierto, es obvio, pero no faltan argumentos para reiterar que el respeto a otro Estado pasa por el reconocimiento de su identidad y sus tradiciones.  Incluida su diversidad.  Desgraciadamente en solapadas opiniones, se encuentran o subyacen visiones racistas y de una supuesta superioridad.  Somos países vecinos, lo seguiremos siendo y lo mejor entre vecinos es convivir y en lo posible, construir una prosperidad compartida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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