Hacemos un llamado a nuestras autoridades políticas para reactivar, con premura, las modernizaciones imprescindibles de una carrera militar insostenible en el marco de crecientes restricciones presupuestarias fiscales y de una deuda bruta del Gobierno superior al 41,3% del PIB.
En el marco de la actual discusión parlamentaria del presupuesto fiscal para 2025 es oportuno considerar algunas ideas del libro ¿Cuánto es Suficiente? – Dando forma al Programa de Defensa 1961-1969, de los autores Alain C. Enthoven y K. Wayne Smith (1971), quienes nos recuerdan que habitualmente los militares saben ganar batallas, pero muchas veces terminan perdiendo las guerras por suponer que sus líderes son los únicos expertos, que conocen mejor que nadie lo que se necesita para la defensa nacional y que cualquier opción respecto a lo que ellos recomiendan pone en riesgo los objetivos estratégicos.
En la actualidad nos enfrentamos con el desafío de retener a militares talentosos en un mundo global con múltiples oportunidades y, simultáneamente, reducir el cuantioso gasto para financiar los cada vez más extensos períodos de jubilación, tal como se muestra en la tabla siguiente:
(*) Estos valores deberán recortarse proporcionalmente a los MMUS$600 acordados en la tramitación parlamentaria para el presupuesto total del país.
Analizando los valores expuestos, se observa que en 1990 el aporte fiscal previsional a Capredena era la mitad del aporte fiscal directo a la Defensa y que para 2025 el gasto previsional se ha más que triplicado y es casi igual que el aporte fiscal directo a la Defensa.
Si a estos valores agregamos algunos antecedentes presentados por la Fundación Sol en su informe de 2023, tales como señalar que a diciembre de 2022 se pagaron 104.976 pensiones totales, que desde 2005 crecieron un 26,7% real desde $851.840 a $1.079.356, resulta que estamos frente a una situación insostenible.
En la actualidad, en el Congreso Nacional se encuentra detenida la tramitación del Proyecto de Ley de “Modernización de la Carrera Profesional para las Fuerzas Armadas” (Boletín 12391-02), ingresado a la Cámara de Diputados el 18 de enero de 2019 y que duerme sin urgencia desde el 16 de agosto de 22, no obstante que sus objetivos de extender la carrera militar, flexibilizar los factores de mérito y posponer algunos beneficios previsionales seguramente serían consistentes con los necesarios perfeccionamientos que surjan del nuevo debate parlamentario y permitirían el inicio de una solución expedita a los problemas presupuestarios descritos.
En el desafío de incorporar las nuevas tecnologías que se observan en los campos de batalla, que diariamente nos muestra la televisión, debemos tener en cuenta que el diseño de la carrera militar es la base para desarrollar soluciones consistentes para los escenarios estratégicos probables, utilizando los medios más apropiados.
Por esta razón, la reanudación de la tramitación y perfeccionamiento del proyecto de ley señalado debería considerar que las modernizaciones requeridas para la carrera militar se encuentran en su forma de ingreso, la permanencia y el modo en que concluye el servicio activo, tal como se describe a continuación:
1) Asciende-o-Fuera: caracterizada por el ingreso al inicio de la carrera militar y el retiro obligado en alguna etapa posterior, de acuerdo con los objetivos organizacionales.
2) Asciende-y-Permanece: considera ingresos al inicio de la carrera militar y su permanencia, aunque no logre ascensos.
3) Ingresa-y-Sale: este sistema de ingresos laterales permite flexibilizar el ingreso y salida en múltiples puntos de la carrera.
4) Mixto: incorpora características de los otros tres sistemas. El ingreso y salida puede ser abierto o cerrado y aplicarse diferenciadamente a distintos escalafones.
Según estos criterios, para resolver el desfinanciamiento de nuestros Servicios Armados será imprescindible avanzar en la flexibilización de la carrera militar y la identificación participativa de soluciones creativas de algunos programas que permitan sostener el alistamiento de un núcleo básico de defensa para el siglo XXI, de capacidades conjuntas incrementales, incluyendo nuevas tecnologías a través del aporte de jóvenes voluntarios de fin de semana, que permitan una oportuna expansión ante escenarios estratégicos emergentes que lo requieran, compatibilizando una profesionalización, que no resulta financiable, y un servicio militar, crecientemente impopular, tal como se observa en nuestro Ejército, que languidece con un contingente efectivo de apenas 23% de los soldados de tropa profesional autorizados y de solo la mitad de los soldados conscriptos requeridos y, como si fuera poco, recibiendo la crítica de algunos que insisten en la asignación de tareas policiales impropias.
Esta urgente modernización propuesta para la carrera militar se deberá implementar en el marco de una Reforma Militar Integral al año 2030, mediante un efectivo rediseño conjunto, bajo el mando de un oficial general de cuatro estrellas, que prescinda de las capacidades no consistentes y fortalezca aquellas compatibles con los nuevos escenarios, manteniendo una suficiencia razonable.
Así podremos desplegar una fuerza financiable, consistente, sustentable, conjunta, polivalente, multipropósito, resiliente, reversible, atractiva, tecnológica, lista y capaz que proporcione a Chile las capacidades necesarias y suficientes para proyectar en el tiempo nuestros compromisos internacionales de manera política y financieramente sintonizados respecto de la demanda esperada de defensa y las prioridades presupuestarias, a través de una postura de legítima defensa, según lo dispuesto en el artículo 51° de la Carta de Naciones Unidas.
Considerando que para 2025 el gasto en personal activo será de US$1.924, se obtiene un pago total de sueldos y jubilaciones de US$3.741, que corresponderá al 82% del gasto de Defensa, valor impresentable para Servicios Armados que pretenden la modernidad.
En este escenario hacemos un llamado a nuestras autoridades políticas para reactivar, con premura, las modernizaciones imprescindibles de una carrera militar insostenible en el marco de crecientes restricciones presupuestarias fiscales y de una deuda bruta del Gobierno superior al 41,3% del PIB, que está dificultando el alistamiento integral de los modernos sistemas de armas adquiridos en las décadas pasadas.