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De repente una nueva derecha Opinión Archivo

De repente una nueva derecha

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Rodrigo Baño
Por : Rodrigo Baño Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social (LACOS). Departamento de Sociología Universidad de Chile.
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¿Qué representa socialmente esta nueva derecha? ¿Hay un emergente poder económico detrás? Es posible. Más de alguien también podría considerar que, ante la arremetida culturalista en la izquierda y una derecha tradicional que no la disputa, surgiría esta nueva derecha para enfrentarla. Es posible.


De repente la derecha. De repente la derecha extrema, la derecha populista, la ultraderecha, la derecha libertaria, la derecha fascista, la nueva derecha. De repente esa nueva derecha surge y se desarrolla en democracia, crece hasta llegar al Gobierno (o amenaza con llegar pronto) en Estados Unidos, en Europa, en América Latina.

Más de alguien lo explica o lo justifica en términos de que en los regímenes democráticos cualquier competidor puede llegar al poder si logra el apoyo electoral, pero no se trata de describir el procedimiento, sino de entender qué es lo que hace que el mecanismo llegue a ese resultado. Socialmente, ¿qué es lo que pasa para que se den esos resultados?

Sin ánimo de discutir y estando dispuesto a encontrarle la razón a todo el que me contradiga, me parece pertinente recordar que esto de la democracia representativa es una cosa bastante rara. Primero, porque en general se está de acuerdo con que la democracia es prácticamente un imposible (una utopía, dicen algunos) y, segundo, porque el intento de hacerla posible con el apellido de representativa introduce el problema de meditar acerca de qué es lo que se representa; qué es eso que se hace presente sin estar presente.

Algunos, gente noble, plantearán que lo que se trata de representar son ideas, valores, principios, que permitan generar las normas apropiadas para una mejor vida de la sociedad políticamente organizada. Otros, gente cínica, plantearán que lo que se representa son intereses que se busca satisfacer a través de normas obligatorias que los amparen. Probablemente la mayoría optará por un rechazo al maniqueísmo del bien y del mal, argumentando que en política se representan tanto ideales como intereses y que las cosas siempre son más complejas que el blanco y el negro.

Sin ánimo de discutir, no discuto. Solo me limito a observar que en el siglo pasado los estudiosos solían hacer referencia reiterada a una posible representación social de los partidos y movimientos políticos. Esto fue muy repetido en Chile en los tiempos de los famosos tres tercios que se distinguían con claridad en la segunda mitad del siglo XX.

No solo se consideraba la existencia de una derecha, un centro y una izquierda, cada uno con su correspondiente tercio de apoyo, sino que se planteaba la existencia de una cierta afinidad con respecto de sectores sociales: clase alta, clase media y clase baja. Esto se apreciaba en los regulares conteos electorales, donde, según su composición social, se esperaban preferencias correspondientes en Las Condes, Ñuñoa y Lota.

Había afinidades electivas entre condiciones sociales y preferencias políticas, que obviamente eran relativas y solo de proximidad. Naturalmente también había profusión de ideas, principios y programas políticos que correspondían a las posiciones políticas en competencia.

Pero el tiempo pasa y ahora se habla muy poco de posibles representaciones sociales de la política. De manera que, cuando aparece una nueva derecha, nadie se pregunta qué es lo que representa socialmente.

Esto es especialmente complejo si se recuerda que el moderno sistema de partidos surge precisamente cuando un sector social específico, el sector de trabajadores que se genera en el capitalismo industrial, va a renegar la noción de razón general abstracta, que supuestamente está en la organización política, para proclamar un interés diferenciado, el interés de los trabajadores, que va a inaugurar el sistema de partidos de masa con los partidos de corte socialista.

No es raro, entonces, que durante bastante tiempo esos partidos socialistas se atribuyeran la representación de los trabajadores. Tampoco es raro que actualmente en las izquierdas se haya abierto un debate respecto a los problemas que la adopción de perspectivas “culturalistas” puede acarrear, en cuanto pérdida de representatividad de los sectores populares que pudieran comenzar a ser más atraídos por populismos de cualquier tipo, incluidos los de extrema derecha.

La creencia de que los partidos de izquierda son más representativos de los sectores populares pareciera ser uno de los factores que contribuyeron a que los partidos de izquierda fueran favorables a la implantación de la inscripción automática y el voto obligatorio, puesto que, dado que la abstención era mayor entre los sectores populares, se suponía que, si estos votaban, esos votos irían para la izquierda.

Pero no fue así. Por el contrario, la primera votación que hubo con inscripción automática y voto obligatorio resultó en un crecimiento fuerte de votación favorable a la derecha y lo mismo sucedió con la elección de consejeros constitucionales para la segunda pata constitucional del año siguiente, dominada por los republicanos.

Sin embargo, (¡sorpresas te da la vida!) ante la posibilidad de aprobar la Constitución impulsada por la derecha más dura, los sectores populares, obligados y todo, se mostraron ligeramente retraídos. Veamos.

COMPARACIÓN VOTOS DERECHA 2021-2023 EN COMUNAS POBRES

(Porcentajes)            * En todas estas comunas la votación de consejeros republicanos dobla a la derecha.

Para quienes todavía siguen pensando que hay una cierta afinidad entre sectores populares y posiciones más de izquierda, puede decirse que, aunque menos claro que en la Primera República, en general todos los resultados electorales de la Segunda República, esto es, desde 1988, ratifican que algo hay de eso.

El cambio a inscripción automática y voto obligatorio, pareciera mantener esta tendencia, pero también es notorio el atractivo que despierta la extrema derecha en los sectores populares apolíticos (aquellos que solo concurren a votar cuando son obligados), aunque ese atractivo parece bastante variable si se observa que, para apoyar el proyecto constitucional elaborado por la derecha, especialmente una derecha extrema, se volvió a cifras tradicionales de apoyo a la derecha en los sectores populares, lo que no suele superar el tercio de votantes.

En cambio, en las comunas de altos ingresos, donde se observa tradicionalmente un abrumador voto por las opciones de derecha, no se produjo tal situación, sino que, por el contrario, se mantiene una gran estabilidad en las preferencias.

COMPARACIÓN VOTOS DERECHA 2021-2023 EN COMUNAS RICAS

(Porcentajes)

    * En las tres comunas la votación de consejeros de Republicanos es pareja con la de derecha.

Lo que se podría denominar “conciencia de clase”, en sus preferencias electorales, es muy fuerte en las comunas ricas y la emergencia de una nueva derecha más extrema no altera estas preferencias, sino que simplemente divide su votación tradicional por la derecha con el nuevo referente calificado como más extremo.

Sin exagerar, se podría pensar que tanto la derecha tradicional como la nueva derecha asumen la representación social de los sectores social y económicamente dominantes. Sin embargo, no está clara la diferencia de representación de unos y otros. Se podría decir que hay un conflicto de hegemonía dentro del bloque dominante que se manifiesta en esta división política de la derecha. División política que, contra toda conveniencia electoral, se niega a presentarse como un solo bloque.

Si pretenciosamente se trata de evaluar las diferencias que existen entre las derechas, resulta difícil encontrarlas en aspectos centrales, como es el modelo económico y en el cómo vamos ahí. Quizás se podrían apuntar matices, en tanto la nueva derecha estaría menos dispuesta a aceptar mínimas correcciones al proyecto, mientras que la derecha tradicional está más dispuesta a acordar esos mínimos para evitar mayor conflictividad.

No obstante, parece bien poco. Esto podría llevar a considerar que en la pugna cultural sea más observable la diferencia. Especialmente en cuanto al rescate que hace la nueva derecha de las orientaciones de valor más tradicionales duramente combatidas por la arremetida de transformación cultural de la izquierda.

Pero la historia está llena de situaciones en que una aparente diferencia ideológica oculta una diferencia de intereses más contundente. Sin ir más lejos (aunque se podría ir), en Chile, la antigua diferencia entre liberales y conservadores en el siglo XIX no pareciera haber sido solo una cuestión de ideas acerca del papel de la Iglesia y las libertades civiles, sino que algo también pudo haber de conflicto entre oligarquía terrateniente y burguesía minera y comercial. Mejor es no considerar diferenciaciones de intereses y expresiones políticas más recientes para no meterse en líos, pero usted puede pensar por su cuenta.

Es interesante observar que en la actualidad el sector empresarial organizado gremialmente pareciera mirar con preocupación la emergencia de la nueva derecha, más extrema, que toma fuerza en partidos y candidaturas. El Mercurio, cuyos editoriales no se escriben para usted, estuvo especialmente activo frente a la elaboración de la segunda propuesta constitucional, impulsada por un Consejo Constitucional dominado por los republicanos. Llamó incansablemente a la moderación, a no darse “gustitos” y a evitar todos los excesos. No se le hizo caso y el proyecto tuvo un fuerte rechazo.

Ahora las críticas de los medios más ligados a sectores empresariales están dirigidas contra esa nueva derecha que se niega a ir a elecciones junto con la derecha tradicional, poniendo incluso en peligro lo que se consideraba un seguro éxito arrollador de la derecha en su conjunto. El empresariado, agrupado en sus gremios, directamente o a través de medios que le son afines, se muestra más preocupado de una reforma política que asegure estabilidad con grandes partidos y no oculta sus preferencias por un triunfo de la derecha tradicional y su candidata.

¿Entonces qué? ¿Qué representa socialmente esta nueva derecha? ¿Hay un emergente poder económico detrás? Es posible. Más de alguien también podría considerar que, ante la arremetida culturalista en la izquierda y una derecha tradicional que no la disputa, surgiría esta nueva derecha para enfrentarla. Es posible.

Muchas cosas son posibles. Hasta es posible que la política no tenga ninguna relación con la economía. En todo caso, si no hubiera ningún sector social impulsando su representatividad en la política, estaríamos frente a una nueva señal de autonomía de la política con respecto a la representación social que la democracia representativa pareciera haber tenido en un pasado no tan lejano.

Si recordamos que “El hombre imaginario/ vive en una mansión imaginaria/ rodeada de árboles imaginarios/ a orilla de un río imaginario”, es perfectamente posible que la política solo sea una confrontación de ideas donde triunfa el mejor argumento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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