
Eutanasia: la clave es el respeto
La defensa de la eutanasia que hace Loewe no pone en duda los bienes o valores, por el contrario, considera que estos y su consideración son claves en el debate respecto a la eutanasia.
En el año 2050, casi 7 millones de personas serán adultas mayores en Chile. Es decir, un 30% de la población estará en las últimas etapas de sus vidas. El dato por sí solo pudiera no decir mucho a algunos, pero si consideramos que la tasa de natalidad en nuestro país ha ido a la baja de modo exponencial en un 54%, el tema debería tomar otro cariz respecto al envejecimiento de la población.
En 2050 muchos chilenos serán con toda seguridad ancianos sin hijos ni nietos, pero con mayores expectativas de vida. Es decir, vivirán una ancianidad más prolongada, lo que no necesariamente significa una ancianidad llevadera. Se avecina en Chile una epidemia de soledad. Esto nos lleva a un debate que a veces se tiende a eludir y que está permeado por respuestas más emotivas que racionales: la eutanasia.
Daniel Loewe, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, nos invita a reflexionar acerca de los aspectos éticos en torno a la eutanasia en su libro Cómo y cuándo morir. Una ética sobre el fin de la vida. Como era de esperar, ha recibido diversas respuestas al respecto. El tema de la muerte es complejo, va ligado con la vida misma y por eso ha sido abordado desde tiempos inmemoriales por religiosos, pensadores, poetas y artistas.
Loewe reflexiona esencialmente respecto a la decisión ética de morir. No analiza las significaciones conceptuales de la muerte que se producen desde las religiones, filosofías y culturas. Su propuesta es una reflexión ética del buen morir. Me gustaría abordar algunas críticas que se han escrito respecto al libro, para luego hacer una defensa de lo planteado por Loewe. Me centraré esencialmente en lo planteado hace un tiempo por José Ignacio Palma y Cristián Stewart a través de sus respectivas columnas en la prensa.
A grandes rasgos, estos contradictores dicen que Loewe justificaría la eutanasia como un ejercicio de autonomía sin límites que no consideraría los bienes que sostienen a la comunidad. José Ignacio Palma, por ejemplo, asume que Loewe considera al individuo como “propietario” de sí mismo y, por tanto, autónomo para disponer sobre la propia vida, lo que abriría el flanco de no tener diques respecto a acciones dañinas a terceros.
Por otro lado, Cristián Stewart presume que la autonomía expresada en la eutanasia implicaría una irresponsabilidad moral con el entorno cercano. Incluso dice que aquello “supone truncar los presupuestos en los que descansa la democracia liberal”. Esto último, pues la eutanasia implicaría “desconocer la interdependencia humana y los vínculos que la sustentan”.
El problema de estas afirmaciones es que obvian varios aspectos de lo planteado por Daniel Loewe en su libro respecto a la autonomía, el daño a terceros. Quizás por eso Palma y Stewart, en sus respectivas columnas, derivan en conclusiones muy discutibles o abiertamente falaces e incluso recurren a argumentos, como el del daño al vínculo social enarbolado por Stewart, que Loewe desmonta en su libro.
Por ejemplo, José Ignacio Palma plantea que así como en base a bienes fundamentales se prohíbe la tortura o la esclavitud, tampoco se debería permitir la eutanasia. Cristián Stewart también iguala a la eutanasia con esclavizarse, vender órganos e incluso con trabajar en feriados irrenunciables.
Palma incluso llega a comparar a alguien que sufre una enfermedad degenerativa, no necesariamente terminal pero que no desea seguir sufriendo el proceso de deterioro, con un masoquista que pide que lo torturen por placer. Aunque, al abrir ese flanco, uno podría también cuestionar ciertas prácticas religiosas que son consideradas martirio, pero que podrían ser vistas como reflejo de una mentalidad masoquista.
Cristian Stewart plantea que aceptar la eutanasia implicaría asumir la cultura del descarte sin hacerse cargo de los dramas humanos que propician el deseo de terminar con la propia vida. Ignacio Palma plantea algo similar al decir que lo que debería hacerse, en vez de permitir la eutanasia, es combatir la “ausencia de un propósito en la vida, antes que recurrir a la terrible decisión de acabar con ella”.
Sirviéndose del filósofo Cruz Prados, dice que es necesario dar sentido a una vida sufriente. La primera pregunta que surge es: ¿cómo el Estado o la sociedad le dan sentido a una vida sufriente? ¿O cómo se hace para que una persona le dé sentido a su propia vida sufriente?
Tanto Stewart como Palma parecen presumir que acabar con la propia vida respondería a un simple deseo, a una manifestación egoísta, una irracionalidad o la falta de sentido. En ningún caso parecen preguntarse cuán evaluada puede ser tal decisión por parte de una persona que considera que su vida ha perdido propósito.
Daniel Loewe sí analiza aquello al preguntarse respecto a la relación que existe entre vida biológica y vida personal, sobre todo al analizar por qué la muerte no siempre implicaría una pérdida. Pero, además, muestra ejemplos de decisiones muy pensadas por personas en su sano juicio que probablemente amaban la vida, a sus familias y amigos.
¿Qué dice Loewe respecto a la autonomía en su libro?
Daniel Loewe no alude a la idea libertaria de autoposesión o “propiedad sobre sí mismo” para plantear una ética del buen morir, sino que recurre a la idea de autonomía como base de la dignidad de las personas. Esto es importante porque, a partir de esa consideración, deriva que el poder definir las condiciones de la propia muerte sería una manifestación de dicha dignidad y de la importancia del criterio del no daño a terceros como una posición clave en la eutanasia. Algo planteado por Loewe a lo largo de todo el libro.
Si consideramos la importancia de la autonomía como dignidad y del evitar el daño a un tercero, se comprende la diferencia radical entre la esclavitud y la tortura respecto a la eutanasia. En las dos primeras existe un evidente daño a un tercero y la abierta violación de la dignidad de las personas en tanto respeto a su autonomía.
Obviamente, considerar la autonomía como base de la dignidad no significa decir que se puede hacer todo lo que se quiera mientras no produzca daño, como plantea Ignacio Palma. Los argumentos de Loewe son más complejos en ese sentido. Por ejemplo, cuando analiza el daño por privación o la relación entre medios y fines respecto a la muerte asistida. Pero también cuando plantea algo muy importante respecto a considerar la distinción entre cuidar y respetar.
Respetar implicaría considerar el concepto de vida buena que una persona tiene. Por el contrario, el cuidar podría implicar pasar a llevar el concepto de vida buena que alguien tiene, dándole prioridad a la vida biológica en desmedro de la propia persona.
Solo hágase estas preguntas: ¿a usted le gustaría que lo mantuvieran “vivo” mediante sistemas de soporte artificial, sin que existan reales expectativas de volver a recuperarse del todo o de recuperarse parcialmente pero con calidad de vida? ¿Le gustaría que se le mantuviera así solo para que alguien pueda decir que usted aún vive?
La defensa de la eutanasia que hace Loewe no pone en duda los bienes o valores, por el contrario, considera que estos y su consideración son claves en el debate respecto a la eutanasia. Son importantes porque es en función de esos bienes y valores que las personas definimos que es una vida buena y por qué nuestras vidas son valiosas. No somos simples entidades biológicas, somos personas porque tenemos biografías, historias, recuerdos, sueños, expectativas.
Respecto a lo anterior, hay un aspecto central en el libro de Daniel Loewe en que se pregunta si la muerte siempre es una privación. A veces la muerte no necesariamente es un mal para una persona que, por ejemplo, aquejada de una enfermedad terminal y dolorosa, ve absolutamente reducidas todas las expectativas de recuperación o de tener calidad de vida. Pero decidir si esa situación es soportable o no, no nos compete a nosotros sino a esa persona en específico. Cuidar pero sobre todo respetar es la clave. Esto es parte central del análisis ético respecto a la eutanasia al que invita Daniel Loewe.
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