
Vivir en paz es vivir sin miedo
En encuestas globales como Gallup o Ipsos, Chile destaca como uno de los países con más miedo del mundo, a veces quinto, a veces tercero. Lo colindan países en guerra, vecinos de guerras, países que literalmente escuchan bombas estallar.
Lo curioso es que los índices de delincuencia no son coherentes con que el país tenga tanto miedo. ¿Acaso la hipérbole de algunos políticos? Indudablemente en Chile hay personajes que han hecho su nicho en el tema de seguridad, por lo que incentivar el miedo general abona el negocio; hay un multifactorial indudablemente, son altos los índices de trastornos de salud mental, etc. Nina Simone, diosa del soul-jazz, decía que libertad es ausencia de miedo; donde no hay libertad, no hay paz. La militarización, paradójicamente, no necesariamente trae más percepción de seguridad. Si hay tanta vigilancia será porque algo estará pasando, advierte el –ello– (Freud), el inconsciente es la madre del miedo; el miedo es una reacción emocional.
¿A qué le tienen tanto miedo los chilenos? Se lleva a lo menos 10 años con una marcada inflación. Con la inflación trabajamos lo mismo, y la cifra de nuestro sueldo puede ir en alza, pero disminuye el poder de consumo. Incluso podemos trabajar más y ganar más; sin embargo, si la inflación aumenta, alcanza para menos, qué brutal, ¿verdad?: más es menos.
Luego, vienen el endeudamiento, el estancamiento de la productividad, los malestares biopsicosociales y, ¡zas!, aparece alguien en la superficie del iceberg echándole la culpa a la migración. ¿Por qué? En ciclo largo, diría Kondrátiev (y Schumpeter) de cierta recesión que adviene con la crisis subprime, la inflación se hiperagravó con la pandemia, lo que no tiene que ver con los sueldos mínimos sino con los sueldos máximos; y mientras Chile siga siendo primario exportador, la política monetaria solo incidirá en los promedios, pero no en las chances de desarrollo real. Sí, en el inconsciente hay terror de no llegar a fin de mes y no alimentar a la prole.
Del qué hacer, Foucault, en famoso debate con Chomsky, plantea que la cuestión del poder es anterior a la justicia; resulta muy interesante, pues el poder nace de asumir el miedo, no de los labios del fusil. Quien asume el miedo, puede dar salida. Una sociedad con miedo está presa de la desconfianza. Chile no tiene paz, porque los chilenos no aceptan ayuda, ni ayudarse a sí mismos. Liberarse del miedo es recuperar la confianza en los demás y en sí. No solo hay que sacudirse de las miles de torturas ejercidas por una dictadura manipuladora, no solo hay que sacudirse de las caretas narcisistas de la moda que abusa de la selfie.
Si no hay armonía psicosocial en la díada socialización-individuación, quien solo individualiza se enferma, quien solo socializa se vuelve maniaco. El problema de asumir el miedo es asunto de amor propio, y eso, como ya veníamos reseñando, es un desafío de Ética del Desarrollo Local.
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