
Absorción: el estado mental que tu trabajo necesita
Lo más interesante es que fomentar la concentración no solo mejora los resultados, sino también la experiencia del trabajo. Cuando estamos absortos en lo que hacemos, nos sentimos más comprometidos, más motivados y menos agotados.
Seguro alguna vez te ha pasado: estás tan metido en lo que estás haciendo que el tiempo vuela. No te das cuenta de las horas que han pasado porque estás completamente enfocado. No hay distracciones, no hay interrupciones, solo tú y tu tarea. A ese estado se le llama absorción en el trabajo, y la ciencia ha demostrado que es una de las claves para mejorar el rendimiento laboral, aumentar la productividad y sentirse más satisfecho con lo que uno hace.
Estar absorto significa estar completamente inmerso, como si el mundo exterior se apagara por un momento. Es cuando un programador se queda horas resolviendo un problema sin mirar el reloj, un médico se concentra por completo durante una cirugía o un diseñador encuentra su mejor inspiración cuando todo fluye sin esfuerzo. No es magia ni suerte. Es un estado que se puede cultivar.
Para lograrlo, el tipo de tarea es clave. Si es muy fácil, nos aburrimos. Si es demasiado difícil, nos frustramos. Pero si el desafío es justo el adecuado, nos atrapa. También es importante contar con herramientas y condiciones que faciliten el trabajo. Por ejemplo, un equipo de ventas que usa una plataforma moderna y sencilla va a rendir mejor que otro que depende de planillas complicadas y procesos lentos.
No se trata solo de tener fuerza de voluntad. Existen técnicas simples que ayudan mucho. Una de ellas es el método Pomodoro, que consiste en trabajar durante 25 minutos seguidos y luego hacer una pausa corta. También sirve mucho organizar un espacio tranquilo, sin ruidos ni interrupciones, y dividir el trabajo en metas pequeñas y claras. Eso ayuda a mantener la mente enfocada y reducir la ansiedad.
Descansar también es clave. Aunque suene contradictorio, tomar pausas durante el día y dormir bien mejora la concentración. Nuestro cerebro necesita recargarse. A esto se suma un uso más consciente de la tecnología. A veces, el simple acto de poner el celular en modo avión puede marcar la diferencia.
En un país como el nuestro, donde la productividad lleva años estancada, es urgente pensar en nuevas estrategias. ¿Y si la tecnología nos ayudara a concentrarnos mejor? Ya existen sistemas de neurofeedback que, mediante sensores, miden la actividad cerebral para detectar cuándo nuestra atención baja. Estos dispositivos podrían alertarnos en tiempo real y sugerirnos tomar una pausa o cambiar de actividad. Imagina lo útil que sería esto en profesiones donde no se puede fallar, como la aviación, la medicina o la ingeniería.
Lo más interesante es que fomentar la concentración no solo mejora los resultados, sino también la experiencia del trabajo. Cuando estamos absortos en lo que hacemos, nos sentimos más comprometidos, más motivados y menos agotados. El trabajo deja de ser una carga y se transforma en una experiencia más gratificante.
En un mundo lleno de distracciones, donde la atención es cada vez más escasa, aprender a concentrarse es casi una superpotencia. Y lo mejor es que está al alcance de todos: trabajadores, empleadores y autoridades pueden contribuir a crear entornos que favorezcan el enfoque y el bienestar. Porque al final del día, cuando trabajamos mejor, también vivimos mejor.
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