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Permisología o tramitología Opinión

Permisología o tramitología

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Hernán Calderón
Por : Hernán Calderón Presidente Conadecus
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En mi opinión, la tramitología se da, lamentablemente, tanto en lo público como en lo privado, y a menudo, producto de una regulación excesiva, de modo que burócratas y personal inconsciente e ineficiente hay en ambos lados, por lo que tenemos que separarla de lo que es la permisología.


Un intenso debate ha surgido con la necesidad de revisar todo lo relacionado a los principales permisos exigidos para desarrollar proyectos de inversión, como, por ejemplo, la gran demora en tramitar permisos medioambientales o también su instalación alrededor de monumentos nacionales o lugares declarados zonas típicas, entre otros, cuya tramitación es una verdadera pesadilla. 

Sin embargo, no todo sucede en el ámbito público. Los inversionistas o ciudadanos que requieren de conexión a servicios de red básicos como agua potable y alcantarillado, electricidad, gas y, a veces, incluso internet, sufren por lo general un extensa tramitología por parte de las empresas privadas prestadoras de esos servicios. Los bancos tampoco se caracterizan hoy por ser muy ágiles que digamos.

En el caso de los servicios eléctricos, la tramitación de proyectos en la SEC es casi siempre rápida y expedita. Sin embargo, el solicitante puede llegar a esperar meses para que la empresa distribuidora –que es privada– le entregue un presupuesto por la conexión a la red. Pero eso no acaba ahí. Posterior a la aprobación del presupuesto, generalmente, hay otro extenso periodo para la instalación de la acometida. 

La solicitud de conexión al agua potable y alcantarillado,  corresponde –erróneamente, según la normativa estatal– a un servicio no regulado que prestan las sanitarias, de modo que los proyectos deben ser presentados ante la empresa respectiva, encargada de revisarlos y darles su aprobación. A esto se suman las obras necesarias para la conexión a la red, las cuales suelen tardar meses y deben ser hechas por la misma empresa o por un contratista, pero no cualquier contratista, sino uno inscrito en el registro de esta.

Pero esto no es lo más arbitrario, sino que lo más grave es la tarifa de empalme que cobra la empresa sanitaria que, al no estar regulada, es absolutamente desproporcionada en relación con el verdadero costo de las obras a ejecutar y, a veces, resulta inalcanzable para muchos ciudadanos. Una práctica instalada y perpetuada hasta el día de hoy, sin que ningún gobierno ni ningún parlamentario hayan puesto fin a este escandaloso abuso. 

En mi opinión, la tramitología se da, lamentablemente, tanto en lo público como en lo privado, y a menudo, producto de una regulación excesiva, de modo que burócratas y personal inconsciente e ineficiente hay en ambos lados, por lo que tenemos que separarla de lo que es la permisología, como negligencia y mediocridad, lo cual también necesita de forma urgente una revisión. Pues, de no hacerlo así, esto podría significar disminuir innecesariamente los estándares de calidad de las obras o de servicios, y podría tener impactos no deseados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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