
Proteger el océano es proteger nuestro futuro
ectores como la pesca responsable, el turismo sostenible, las energías marinas renovables y la biotecnología oceánica ofrecen oportunidades de desarrollo, pero exigen marcos de gobernanza robustos y basados en el conocimiento científico.
El océano es esencial para la vida en la Tierra. Cubre el 70 % de la superficie del planeta y absorbe cerca de una cuarta parte de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Sin embargo, hoy enfrenta amenazas sin precedentes. El cambio climático está pasando factura: las aguas se calientan, se acidifican y los ecosistemas marinos sufren las consecuencias. Ante estos retos, la UNESCO impulsa una respuesta global que combina el fortalecimiento del conocimiento científico, la mejora en la gestión de los recursos marinos, la protección del patrimonio subacuático y la educación sobre los desafíos urgentes que comprometen la salud del océano”
América Latina y el Caribe, con más de 70.000 kilómetros de costa y vastas zonas económicas exclusivas, es una región intrínsecamente oceánica. Los océanos son una fuente esencial de alimentos, empleo, identidad cultural y bienestar para millones de personas. En varios países, los sectores vinculados a la economía del océano representan más del 10 % del PIB nacional. Sin embargo, esta dependencia también implica una gran responsabilidad. La sobrepesca, la contaminación plástica, la acidificación de los océanos y la destrucción de hábitats costeros amenazan no solo la biodiversidad, sino también la seguridad alimentaria, la resiliencia climática y los medios de vida de las comunidades costeras.
La región ha avanzado en la designación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) y en la participación activa en la gobernanza internacional de los océanos. Varios países latinoamericanos y caribeños han ratificado o están impulsando la ratificación del Acuerdo de Diversidad Biológica en Áreas más allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), que busca proteger el 30 % de los océanos del mundo. Sin embargo, los desafíos de implementación y de fortalecimiento de capacidades científicas y tecnológicas siguen siendo enormes.
La UNESCO, a través de su Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI), lidera el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), conocido como el Decenio de los Océanos. Esta iniciativa global busca revertir el deterioro del sistema oceánico y promover soluciones basadas en la ciencia para enfrentar desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad marina y la erradicación de la pobreza.
Durante el 9 y 13 de junio, la mirada de la comunidad internacional estuvo puesta en Niza, donde se celebró la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3). Este encuentro fue clave para reforzar los compromisos globales para la conservación y el uso sostenible de los océanos. La UNESCO, como actor central en la ciencia oceánica y en la cooperación internacional, aporta a esta agenda con una visión basada en el conocimiento y en la acción multilateral. América Latina y el Caribe tienen una oportunidad invaluable en esta conferencia para consolidar una voz común en defensa del océano, fortalecer su liderazgo regional y promover alianzas estratégicas.
La protección de los océanos también pasa por la restauración de los ecosistemas costeros. Los manglares y las reservas de biosfera se encuentran entre los ecosistemas más productivos del planeta. Contribuyen al bienestar, la seguridad alimentaria y la protección de las comunidades costeras. En América Latina y el Caribe, los manglares son un recurso precioso para las comunidades locales, incluidas comunidades afrodescendientes y pueblos indígenas que habitan en las reservas de biosfera costeras.
Con el fin de apoyar a estas comunidades en sus esfuerzos de restauración y conservación de los manglares, el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la UNESCO implementó el proyecto “Restauración de manglares como solución basada en la naturaleza en reservas de biosfera de América Latina” (MangRes). Durante tres años, este proyecto realizó una evaluación del estado de los ecosistemas de manglares y su potencial de restauración, implementando campañas de restauración que integraron conocimientos locales y científicos, y promovió la educación para el desarrollo sostenible. Al restaurar y conservar los manglares en las reservas de biosfera, el proyecto contribuyó a mejorar servicios ecosistémicos clave: captura y almacenamiento de carbono, protección de las costas, aumento de la resiliencia frente al cambio climático y conservación de hábitats críticos para la biodiversidad y especies de importancia comercial. Gracias al apoyo del Reino de Flandes y del Organismo Autónomo de Parques Nacionales de España (OAPN), este esfuerzo continuará durante los próximos tres años.
Además de la conservación, el desarrollo de una economía azul sostenible es esencial para la región. Sectores como la pesca responsable, el turismo sostenible, las energías marinas renovables y la biotecnología oceánica ofrecen oportunidades de desarrollo, pero exigen marcos de gobernanza robustos y basados en el conocimiento científico.
Un componente clave de estos esfuerzos es la promoción de una cultura oceánica. En América Latina y el Caribe se están logrando avances significativos en reconocer el valor del océano en los sistemas educativos. Brasil ha integrado la cultura oceánica en su currículo nacional y destaca por su experiencia innovadora en educación parvularia, donde se fomenta desde los primeros años una relación consciente y respetuosa con el mar. Chile avanza también en este proceso, sumándose a los esfuerzos regionales por fortalecer el vínculo entre la educación y el océano.
Paralelamente, la divulgación y la comunicación científica son herramientas clave para acercar este conocimiento a la sociedad. Ejemplos como la Ruta de la Cultura Oceánica desarrollada en el marco del Congreso de Ciencias del Mar —una actividad abierta a la ciudadanía— demuestran cómo estas iniciativas pueden fortalecer el vínculo entre las personas y el océano.
Desde la UNESCO seguiremos trabajando con los países de América Latina y el Caribe para fortalecer las capacidades científicas, promover la cooperación regional y empoderar a las comunidades costeras. La ciencia, la educación y la acción internacional son las claves para un futuro donde las personas y los océanos prosperen juntos.
Porque, en definitiva, proteger el océano es proteger nuestro futuro común.
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