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Militares en el narcotráfico: crónica de un desastre anunciado Opinión Imagen: Carabineros

Militares en el narcotráfico: crónica de un desastre anunciado

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Francisco Leturia Infante
Por : Francisco Leturia Infante Abogado, profesor PUC, expresidente del Consejo para la Transparencia.
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Hace cinco años, el gobierno del expresidente Piñera anunció que militarizaría la frontera para combatir el narcotráfico. En estas mismas páginas, dijimos que la medida sería inútil respecto al contrabando y respecto al consumo.


La agenda noticiosa de los últimos días ha estado marcada por la participación de diversos grupos de militares y carabineros en el negocio del contrabando de drogas.

Ante ello, se repite que Chile requiere más y mejor capacidad de inteligencia y contrainteligencia, entendida en términos militares. Quienes lo dicen tienen mucha razón. Pero ello supone también, en forma previa, haber sido capaces de aplicar al análisis de nuestros problemas y al diseño de nuestras políticas esa inteligencia natural, cruda y sin apellidos, cercana al sentido común. Esa inteligencia que nos permite, por ejemplo, no comer vidrio.

Hace cinco años, en estas mismas páginas, advertíamos que el negocio del contrabando se estaba haciendo más lucrativo (y más peligroso) por las acciones del Estado. Anticipamos también que en ese escenario, los esfuerzos del narco por corromper e intimidar a un número suficiente de altos agentes del Estado serían exitosos.

Dijimos que con la militarización del control solo saldrán del mercado los traficantes aficionados: el agricultor de Parinacota, el universitario inmaduro, el camionero oportunista. Con una demanda de drogas inelástica y creciente, una frontera asaz extensa y porosa, y un superávit de personas dispuestas a correr el riesgo para hacerse millonario en cosa de horas, el negocio solo cambiaría de protagonistas.

¿En manos de quién quedaría? En manos de los más audaces, temerarios y organizados, que junto con beneficiarse con un alza de los precios, se verían obligados a aumentar su capacidad militar y su poder de corrupción. ¿La manera más fácil y económica, menos sangrienta y menos riesgosa? Lo más inteligente y razonable: la alianza con agentes del Estado.

Pero los capos piensan como cualquier empresario. Y aunque los dineros producidos por el narcotráfico son abundantes, no dan para todos. La corrupción debe ser específica, mínima y discreta. Se deben reclutar especialistas en logística y operaciones encubiertas, en pasos fronterizos, armas y radares; en comunicaciones encriptadas e inteligencia. Personas con buenos vínculos con las policías, fuerzas armadas y aduanas. ¿Dónde es el único lugar donde encontramos en Chile este tipo de profesionales? Lo sabemos hoy tan bien como hace cinco años.

Solo que hoy ya es noticia.

Pronto habrá elecciones, y los temas de seguridad serán parte de las promesas de campaña: buen momento para dejar de lado la ingenuidad y el populismo (dejo de momento fuera el dolo, hasta que no se pruebe lo contrario). El problema sanitario del consumo es por sí solo bastante grave como para sumarle, además, la incompetencia y complicidad pasiva de nuestras autoridades. Cuando están en juego vidas humanas y la integridad de las instituciones más importantes de la república, debemos ser serios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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