Publicidad
Agua niebla: visibilizando una fuente hídrica complementaria para Chile Opinión imagen referencial

Agua niebla: visibilizando una fuente hídrica complementaria para Chile

Publicidad
Daniela Rivera y Camilo del Río
Por : Daniela Rivera y Camilo del Río Daniela Rivera es Profesora Facultad de Derecho UC y Centro de Derecho y Gestión de Aguas UC., y Camilo del Río, Profesor Instituto de Geografía UC, Centro Desierto de Atacama UC y Centro de Derecho y Gestión de Aguas UC.
Ver Más

Especialmente considerando la delicada situación hídrica nacional, no podemos darnos el lujo de ignorar lo que siempre ha estado ahí, flotando silenciosamente en el aire, y que nos ofrece múltiples posibilidades y oportunidades.


El estrés hídrico es un reto permanente en nuestro país. La situación de los recursos superficiales y subterráneos y de los glaciares es crítica en varias zonas, y las demandas por uso de agua siguen incrementándose. Esto genera condiciones propicias para la intensificación de distintas tensiones, las cuales dejan en evidencia no sólo desacuerdos entre actores (privados, autoridades administrativas, entre otros), sino también afectaciones a ecosistemas, actividades y al tejido social que rodea al agua. 

En este escenario, que, por supuesto, requiere miradas y acciones de diversa índole, la niebla aparece como una fuente complementaria real y con gran potencial. Las laderas occidentales de la Cordillera de la Costa, desde Arica hasta el Biobío, están bañadas regularmente por bancos de niebla que contienen agua. A través de tecnologías de bajo costo y sin impacto ambiental, como los atrapanieblas, es posible colectar estas gotas de agua y utilizarla para consumo, riego o restauración ecológica, entre otros destinos. Experiencias en Alto Patache, Falda Verde, Chungungo y otras áreas han probado que no se trata de una utopía, sino de una solución concreta y efectiva.

¿Por qué, entonces, la niebla no forma parte de las estrategias nacionales de gestión hídrica? Parte de la respuesta es tan clara como inquietante: desde un punto de vista formal y normativo, la niebla “no existe”. No hay referencias explícitas a su respecto en el Código de Aguas (que sí menciona el agua lluvia), no forma parte de catastros oficiales, ni de balances de oferta y demanda, ni se discute sobre su gobernanza. Es decir, es un componente subvalorado en un territorio de escasez estructural.

El recientemente lanzado “Mapa Agua de Niebla”, desarrollado por investigadores del Centro UC Desierto de Atacama, con colaboración del Centro UC de Derecho y Gestión de Aguas, y financiado por FONDEF, busca contribuir a superar este vacío. Se trata del primer mapa de su especie en Chile, y en cuya elaboración participaron, como instituciones asociadas, la Dirección General de Aguas y el Ministerio de Bienes Nacionales. Por un lado, pone a disposición de toda la comunidad una plataforma con información científica y territorial sobre la disponibilidad de niebla en Chile; y, por otro, abre el debate sobre su estatus normativo y su posible incorporación en la planificación hidrológica.

Esta herramienta no solo provee datos, sino que interpela al sistema institucional, académico y político. ¿Cuál es la naturaleza jurídica del agua niebla? ¿Debe regularse? ¿Cómo viabilizar su uso para consumo humano, conservación, agricultura y otros?

Estas preguntas adquieren mayor sentido y relevancia en un contexto de reformulación de políticas ambientales y climáticas. La Ley Marco de Cambio Climático y la reforma al Código de Aguas, de 2022, introdujeron varios instrumentos que, bien implementados, debieran conducirnos hacia logros más integrados, planificados y sustentables en la gestión del agua. Entre otras medidas, incorporar la niebla en los planes estratégicos de recursos hídricos en cuencas debiese ser parte de este nuevo paradigma.

Sin perjuicio de los litros por metro cuadrado que puedan obtenerse de la niebla (que no son nada despreciables, pudiendo variar entre 1 y 10 litros por m2 de malla instalada al día), ésta representa también una forma diferente de configurar el vínculo entre sociedad, agua y territorio. Implica descentralización, participación comunitaria, resiliencia climática y, en no pocos casos, una gota de justicia para aquellas localidades que hasta el día de hoy no cuentan con sistemas seguros de abastecimiento de agua. 

Especialmente considerando la delicada situación hídrica nacional, no podemos darnos el lujo de ignorar lo que siempre ha estado ahí, flotando silenciosamente en el aire, y que nos ofrece múltiples posibilidades y oportunidades. Valoremos el agua niebla y aprendamos a gestionarla de manera sustentable.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.

Publicidad