Publicidad
El tras bambalinas de la carta empresarial a Kast, Matthei y Kaiser Opinión

El tras bambalinas de la carta empresarial a Kast, Matthei y Kaiser

Publicidad
Ernesto Moreno Beauchemin
Por : Ernesto Moreno Beauchemin Doctor en sociología
Ver Más

La carta de los sectores económicos y políticos de derecha permite prístinamente concluir que ellos sí tienen un discurso y posición ideológica, que los ubica entre esa parte de la sociedad que aspira no solo a conservar el statu quo del modelo adjunto, sino que a profundizarlo.


Se conoció una carta publicada en el diario El Mercurio, dirigida a los candidatos Kast, Matthei y Kaiser, la que si bien es cierto cuenta con la firma de variadas personas, indiscutiblemente su origen y contenidos fundamentales están íntimamente ligados a gran parte del empresariado chileno, así como exministros del expresidente Piñera.

El planteamiento de dicha misiva que más se ha difundido dice relación con el llamado que se hace para estructurar “una oposición unida para enfrentar a la izquierda” y así evitar que “se profundice la crisis económica del país” y, en un claro inicio de lo que será la campaña del terror que se avecina desde estos sectores económicos y políticos, evitar “la Presidencia a cargo de una militante del Partido Comunista y un Congreso afín a sus ideas”.

Sin embargo, el párrafo que a nuestro juicio más evidencia las intenciones y sustrato ideológico de la carta está en la afirmación “Chile necesita un cambio y si actuamos unidos tenemos la oportunidad histórica de ganar la Presidencia y el Congreso para lograr ese cambio”.

Los representantes de estos sectores económicos y políticos se han caracterizado por calificar y denostar a todos quienes plantean y proponen algunas transformaciones sociales, económicas y culturales de nuestra sociedad. Vociferan rápidamente que son ideas “refundacionales”, “partisanas”, “ideologismos” y, por cierto, “extremismos irresponsables”.

Las expresiones que encarnan los valores de justicia social, bien común, participación ciudadana y nuevas relaciones capital-trabajo, no solo no figuran en sus léxicos, sino que constituyen para ellos, precisamente, la encarnación de este relato atentatorio contra la paz, la cohesión social y la vida republicana.

La gran contradicción e incoherencia de sus planteamientos, por supuesto absolutamente legítimos de hacer, es que, paradójicamente, son inequívocamente ideológicos, lo que resulta natural cuando cualquier persona o grupo se pronuncia acerca de lo que aspira sea el modelo de sociedad que anhela para su país. Seguir sosteniendo que pronunciarse sobre el proyecto histórico de sociedad y la búsqueda por transformar parte de nuestro orden social es ideológico y, por ende, “no califica”, junto con ser una majadería, con todo respeto, evidencia una cierta ignorancia conceptual y sociológica.

Pero tal vez sin darse cuenta, los redactores del texto en comento dejan de manifiesto su más profunda y verdadera intención, más allá de la unidad de la oposición y de triunfar sobre “la amenaza comunista”. Lo que ellos desean y aspiran, tal cual lo expresan en el párrafo ya citado, es cambiar el país, y la pregunta ¿hacia dónde lo quieren cambiar? y/o ¿qué es lo que quieren cambiar?, por supuesto no la aclaran ni desarrollan.

No obstante, no se necesita ser muy perspicaz para saber que estamos en presencia de un planteamiento restaurador en ámbitos sociales y culturales y de una radicalización del modelo económico neoliberal, asociado al capitalismo financiero.

En varias publicaciones de los últimos años, quien escribe estas líneas ha sostenido que, a pesar de los esfuerzos por soslayarlo, ningunearlo o disfrazarlo, la sociedad chilena se encuentra atravesada por una división (que no tiene por qué asociarse con polarización) entre quienes están “adaptados” al actual modelo y a los valores que subyacen a las relaciones entre nosotros, postulando incluso reforzar y agudizar algunas de las prácticas y políticas asociadas al modelo socioeconómico y, por otro lado, quienes aspiramos a impulsar cambios en nuestro país que vayan en la dirección de una mejor vida para nuestra gente, con seguridad en distintos aspectos e inspirados en valores –como los mencionados en los párrafos anteriores–, que deben convertirse en los mandantes de nuestras acciones.

Esta separación de visiones y propuestas claramente alternativas no es solo una cuestión de elites ilustradas y o minorías académicas, sino que también forma parte de las reflexiones de la inmensa mayoría de la ciudadanía y/o subyace en su inconsciente colectivo. Al respecto, solo quiero recordar que, en el estudio de octubre del 2023 del PNUD, denominado “Imágenes del país, motores y obstaculizadores del cambio”, posterior al estallido social y al proyecto constitucional 2022, se establece, entre otras cosas, que las frases más recurrentes transversalmente presentes en la muestra estudiada son “Chile está igual”, “Seguimos en la misma línea, marcando el paso” y “los cambios prometidos, esperados, sociales, reales y profundos no se han producido”.

La carta de los sectores económicos y políticos de derecha permite prístinamente concluir que ellos sí tienen un discurso y posición ideológica, que los ubica entre esa parte de la sociedad que aspira (y tienen todo el derecho a ello) no solo a conservar el statu quo del modelo, sino que a profundizarlo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.

Publicidad