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Reflexiones desde la seguridad y salud en el trabajo tras la tragedia en El Teniente Opinión Agencia Uno, imagen referencial

Reflexiones desde la seguridad y salud en el trabajo tras la tragedia en El Teniente

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Pamela Gana Cornejo
Por : Pamela Gana Cornejo Especialista en Seguridad Social, gestión y políticas públicas
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El cero daño, y por sobre todo la cero fatalidad, es lo único aceptable en materia de seguridad y salud en el trabajo, y por eso debemos trabajar.


Es imposible que la tragedia ocurrida en la División El Teniente de Codelco, donde murieron seis trabajadores, no nos golpee profundamente. Nos obliga a reflexionar no solo sobre lo que ocurrió, sino también sobre qué hacer para evitar estos dolorosos desenlaces. Esta reflexión debe darse con la altura de miras y sin caer en una “cacería de brujas” o “cortar el hilo por lo más delgado”, ni en el juicio fácil que suele resumirse en ese dicho “después de la guerra, todos son generales”, todo ello tan usado en una visión simplista de algunos actores públicos en nuestro país y en diversas áreas de nuestro acontecer, solo para cerrar los temas y no abordarlos con la seriedad y profundidad que se requiere. 

Es un paso correcto y positivo que el presidente del directorio de Codelco, Máximo Pacheco, anunciara una auditoría internacional que complemente las investigaciones que harán los organismos fiscalizadores (Sernageomin y Dirección del Trabajo), que permita identificar confiablemente las causas basales del accidente que cobró la vida de Paulo Marín Tapia (48), Gonzalo Núñez Caroca (33), Alex Araya Acevedo (29), Carlos Arancibia Valenzuela (35), Jean Miranda Ibaceta (31) y Moisés Pavez Armijo (33).

Menciono sus nombres y edades porque las muertes laborales no pueden reducirse a una estadística. Detrás de cada fallecimiento hay personas, familias y proyectos truncados. Humanizar las cifras es el primer paso para movilizar voluntades y cambiar realidades.

Es inevitable que hayamos recordado el accidente de 2010 de la mina San José y que esperáramos, con angustia, un desenlace similar. Vendrán análisis comparativos, sin duda, y deben servir como insumo valioso para el diseño urgente de medidas de prevención en seguridad y salud en el trabajo (SST).

En 2024, según la Superintendencia de Seguridad Social, fallecieron en Chile 154 trabajadores por accidentes del trabajo. Nuestra tasa de fatalidad laboral llegó a 2,1 por cada 100 mil trabajadores en 2024, llegando a 5 o más en los sectores de Transporte y telecomunicaciones (8,8), minería (6,3), agricultura y pesca (5,7) y construcción (5,0). Es decir, el problema no es solo de un sector específico, sino que debe abordarse transversalmente, especialmente en los sectores señalados.

Para ponerlo en el contexto internacional y dimensionar lo alta que es aún la tasa en Chile, pensemos que países como Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Alemania han logrado de manera consistente tasas menores a 1 por cada 100 mil trabajadores, esto es, menos de la mitad de Chile.

Toda muerte laboral debe investigarse a fondo, y no quedarse en la explicación superficial del evento inmediato (ocurrió por una inundación, terremoto, caída de altura, etc.), se deben buscar sus causas estructurales y organizacionales. ¿Qué falló en la planificación, supervisión, cultura de seguridad, control de contratistas o comunicación del riesgo, etcétera?

Este tipo de análisis es solo el primer paso. Ninguna organización puede excusarse de implementar un Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo (SGSST), cuya complejidad dependerá del riesgo de la actividad, del compromiso de la administración de la empresa con el cuidado verdadero del recurso productivo más importante (que son las personas) y la capacidad técnica y profesional de la organización para diseñarlo, implementarlo y mejorarlo continuamente. Repasemos resumidamente en qué consiste un SGSST. 

Primero, se debe contar con una política de SST, entendiendo esta como una declaración del compromiso de la organización y los principios rectores de su accionar en esta materia. Es importante que dicha política se discuta y difunda, para que se expanda en la cultura organizacional de la empresa. En SST el involucramiento de los altos niveles directos, incluyendo el directorio y alta gerencia, es central para el éxito, mostrando que constituye un eje central de la gestión estratégica y de la visión de sostenibilidad de la organización, que permea a todas las personas en los diferentes niveles jerárquicos, incluyendo los trabajadores subcontratados, así como proveedores involucrados. 

Segundo, y lo que es la herramienta fundamental de un SGSST, es el desarrollar la matriz de peligros y evaluación de riesgos laborales (MIPER). Eso es, realizar una mirada exhaustiva de los procesos productivos para identificar los peligros presentes en las actividades laborales, evaluando los riesgos asociados a cada uno de ellos y la consecuencia de su ocurrencia.

Para que quede más claro, pongamos un ejemplo del uso de una herramienta como el esmeril. Uno de los peligros sería la proyección de partículas, uno de los riesgos es la lesión ocular. A esto se debe asociar la probabilidad (baja, media o alta) que ocurra/se materialice dicho riesgo de lesión ocular y definir el nivel de la gravedad de la consecuencia. Lo anterior nos entregará el nivel de riesgo (alto, medio o bajo) de la actividad desarrollada. 

Tercero, a la luz de lo anterior, defina cuál es el control del riesgo que aplicará como medida de prevención y la forma y responsables de controlar que la medida se aplique, así como los indicadores de seguimiento de efectividad de la medida y su evolución desde el punto de vista de una mejora continua. Tenga en cuenta que las medidas preventivas se deben centrar en medidas que busquen eliminar el riesgo o controlarlo, cuando eliminarlo no es posible. Así, incluya medidas de tipo diseño e ingenieril.

Volviendo al ejemplo del uso de esmeril, se puede realizar la instalación de una pantalla fija en esa herramienta o algún sistema de captura y precipitación de las partículas que eviten la llegada al ojo de las personas expuestas u otras de ese tipo. También diseñe medidas administrativas, como capacitaciones en el uso de la maquinaria. Y complemente con elementos de protección personal, como es el uso de gafas protectoras.

Es muy importante tener en cuenta que una misma actividad podrá tener múltiples peligros y estos, múltiples riesgos. Es decir, la MIPER se podrá abrir en un árbol de varias ramas, dejando claras las prioridades y urgencias a ser atendidas. Además, es óptimo implementar la gestión de la SST con una mirada participativa al interior de la organización, especialmente con las personas trabajadoras expuestas directamente al peligro. Esto no solo dará mayor confianza y credibilidad al proceso, sino que de seguro también se logrará una mejor adhesión al mismo y mejores resultados. 

No olvidar que en la MIPER también debe incorporar la gestión de riesgos de emergencias, catástrofe o desastres, especialmente dadas las características de nuestro país, donde ya no podemos decir que inundaciones, sismos, aluviones, incendios, u otros, son eventos fortuitos y de fuerza mayor. Así tampoco se olvide de los riesgos psicosociales, no abordarlos tiene importantes costos en enfermedades mentales y ausentismo laboral. 

Un elemento importante en la gestión de riesgos laborales y de la mejora continua en esta materia es el aprendizaje que podemos tener a partir del registro, sistematización y análisis de los incidentes ocurridos en la empresa. Práctica muy básica e incipiente, y muchas veces ausente en las empresas de nuestro país.

Los incidentes son eventos no deseados que pudieran haber causado daño a las personas, equipos/maquinarias o al ambiente, pero no lo hicieron, gracias al azar o por alguna intervención temprana. Los incidentes no deben quedar como una anécdota en el proceso productivo, considerándolos como el resultado de la “buena suerte”, sino que deben mirarse como una oportunidad de aprendizaje y mejora de la gestión preventiva de SST. El hacerlo es aprovechar una segunda oportunidad (que no siempre tenemos en la vida) de evitar el daño a una persona trabajadora, o en el extremo, su muerte. 

El nuevo Decreto Supremo 44, sobre prevención de riesgos laborales, que entró en vigencia el pasado 1 de febrero, establece lo señalado en esta nota (y mucho más), ahora la tarea es su implementación, ¡pero en esta tarea no se sienta en soledad! Pida la asistencia técnica de su mutualidad, que esta sea su aliado estratégico en la instalación de su sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo y en el camino del cero daño y del derecho a un entorno sano y seguro, al cual todos debemos aspirar.

El cero daño, y por sobre todo la cero fatalidad, es lo único aceptable en materia de seguridad y salud en el trabajo, y por eso debemos trabajar. Solo así no veremos repetirse el horror por la muerte de personas trabajadoras que no volverán del trabajo a su hogar. 

¡Hagámoslo distinto esta vez! 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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