
Crisis en la enseñanza: ¿cantidad o calidad docente?
El aumento de los puntajes de corte para ingresar a las carreras de pedagogía es una medida que, junto a una mejora en las condiciones de trabajo y en las remuneraciones, podría tener un impacto positivo en la calidad de los docentes en Chile.
En los últimos días ha llamado la atención el cuestionamiento realizado por el Consejo de Rectores respecto de la implementación del Sistema Profesional Docente, que busca mejorar la calidad de los profesores chilenos. El principal cuestionamiento es respecto de la medida que determina el aumento de los puntajes de ingreso para las carreras de pedagogía.
Aunque situaciones similares se han observado en países líderes en mejora educativa, como Finlandia, su desarrollo no se sustenta solo en una medida aislada, sino que se asocia a una mejora en las condiciones laborales y en las remuneraciones de los docentes. Esto es lo que se ha querido desarrollar a través de la carrera docente, lo que se ha traducido en un aumento de las remuneraciones y en una mayor permanencia de los docentes en colegios de dependencia municipal.
Sin embargo, las mejoras no logran ser suficientes y la profesión docente se ha convertido cada vez más en un rol de riesgo. De acuerdo con lo informado por la Superintendencia de Educación, las denuncias por violencia hacia profesores han ido aumentando a través de los años, con un alza de un 20% entre 2023 y 2024.
Por otra parte, los resultados de una investigación realizada por investigadores de la Universidad Central evidenciaron que entre 2002 y 2022 la violencia hacia los profesores se transformó en un fenómeno permanente del que hay poco conocimiento y, por consiguiente, pocas alternativas de solución.
Esto, sumado a bajas remuneraciones y a condiciones laborales inadecuadas, ha transformado la profesión docente en algo poco atractivo para las nuevas generaciones. Pese a que la situación de Chile es mejor que la de otros países, datos entregados por la Fundación por una Carrera indican que solo el 4,6% de los estudiantes universitarios opta por carreras de pedagogía.
Y aunque –según datos del DEMRE– la tendencia a la baja en las postulaciones a las carreras de pedagogía se ha revertido en los últimos tres años, los miembros del Consejo de Rectores han sido enfáticos en indicar que un aumento de los puntajes de admisión podría llevar a las carreras de pedagogía a una crisis, que afectaría principalmente a los sistemas educativos de regiones y de zonas rurales.
Entonces cabe preguntarse: ¿es mejor cantidad o calidad?, ¿realmente debemos elegir entre ambas opciones?, ¿es posible que las universidades logren formar profesionales de calidad independientemente de sus puntajes de ingreso? Si nos planteamos desde una visión donde nuestras capacidades son modificables y complejas, podríamos pensar que sí.
La calidad de los futuros docentes no debería necesariamente depender del camino recorrido antes de entrar a la universidad, sino que es durante la formación inicial donde se debería poder promover el desarrollo de las habilidades necesarias para ser buenos profesores. Claro que la posterior permanencia en las aulas es otro asunto. No basta con tener buenos profesores si es que no se les entregan ciertas garantías mínimas para su desarrollo profesional. En este sentido, Elige Educar ha propuesto el Plan Maestro 2026, que se sustenta en cuatro líneas de acción: atraer, retener, valorar y otorgar oportunidades reales de formación continua para los docentes.
En definitiva, el aumento de los puntajes de corte para ingresar a las carreras de pedagogía es una medida que, junto a una mejora en las condiciones de trabajo y en las remuneraciones, podría tener un impacto positivo en la calidad de los docentes en Chile, sin embargo, surge la duda de si realmente nuestro contexto social está preparado para implementar dicha medida.
Los esfuerzos conjuntos de universidades comprometidas con una formación profesional de calidad que permita subsanar posibles dificultades iniciales, y de un Gobierno que apueste por una mejora en las condiciones laborales de los profesores y profesoras, podrían aumentar el atractivo de la labor en las nuevas generaciones y así contar con un sistema educativo seguro y de calidad para todas y todos.
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