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Plásticos: entre el fracaso global y las deudas locales Opinión

Plásticos: entre el fracaso global y las deudas locales

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Iván Franchi Arzola
Por : Iván Franchi Arzola Profesor Asistente Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad Centro de Investigación para la Sustentabilidad (CIS) Facultad de Ciencias de la Vida Universidad Andrés Bello
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El mensaje es claro: hemos traspasado un límite planetario. Seguir aumentando la producción bajo el disfraz del reciclaje no es solución.


El reciente fracaso de las negociaciones en Ginebra para un tratado global sobre la contaminación por plásticos es un retroceso doloroso. Tras años de discusiones, una minoría de Estados petroleros logró bloquear un texto más ambicioso, y lo que quedó sobre la mesa fue un borrador débil: sin límites vinculantes a la producción, sin regulación de químicos peligrosos y sin referencias serias al impacto en la salud humana. Chile tuvo la valentía de liderar el rechazo a este documento y ese gesto debe ser valorado. Pero el problema va más allá de la diplomacia.

La ciencia nos muestra con crudeza el alcance de la crisis. Hace 15 años se demostró que existen nueve límites planetarios que sostienen la estabilidad de la vida en la Tierra. Hoy sabemos que uno de ellos –la contaminación química y las llamadas “entidades nuevas”– ya ha sido transgredido. Los plásticos son protagonistas de esta situación: materiales persistentes, de origen fósil, que superan con creces la capacidad de evaluación y monitoreo de nuestros ecosistemas. En palabras simples: producimos más rápido de lo que el planeta puede asimilar.

Y Chile no está al margen. Las cifras del año 2024 indican que el consumo aparente de plásticos aumentó un 7%, impulsado por sectores intensivos como la minería y la agricultura. Mientras tanto, la instalación de plantas bottle to bottle ha tensionado la demanda por PET reciclado hasta el punto de obligar a importaciones adicionales.

Se genera así una contradicción evidente: celebramos la capacidad de reciclar más, pero seguimos produciendo aún más. No es circular duplicar el consumo de plásticos, aunque se recicle el 100%, ni lo es reciclarlos todos si los procesos generan mayores emisiones.

Por eso el fracaso en Ginebra no puede convertirse en excusa para la inacción. Al contrario: debe ser un punto de inflexión. Mientras se logra un acuerdo global realmente vinculante, en Chile urge fortalecer la Ley de Plásticos de un Solo Uso, apostar por modelos Basura Cero a escala local y exigir a los productores regulados por la Ley REP que no descansen únicamente en las capacidades ciudadanas para la separación en origen. Además de educar para que la gente separe mejor, también se debe diseñar sistemas que hagan viable la circularidad.

El mensaje es claro: hemos traspasado un límite planetario. Seguir aumentando la producción bajo el disfraz del reciclaje no es solución. Si el acuerdo global sigue entrampado, Chile tiene la responsabilidad de actuar con coherencia dentro de sus fronteras y demostrar que el futuro libre de contaminación plástica no depende solo de lo que ocurra en Ginebra, sino también de lo que hagamos aquí y ahora.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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