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De los 33 mineros al Chile 2040 Opinión

De los 33 mineros al Chile 2040

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Fernando Reyes Matta
Por : Fernando Reyes Matta Exembajador en China, Director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, Universidad Andrés Bello.
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Hace poco Harvard Business Review Analytic Services by Microsoft consultaron a más de 600 líderes empresariales de todo el mundo cómo creen que cambiará el mundo del trabajo para 2040. Los resultados de la encuesta ofrecieron un panorama alentador.


Mucha gente se sorprende cuando se les dice que el rescate de los 33 mineros en el norte de Chile ocurrió hace quince años. Les parece que no hace tanto. Pero así fue, entre agosto y octubre de 2010. Es decir, hace tanto tiempo como aquel que nos separa del 2040. Y eso debiera hacernos tomar conciencia de tal cercanía a nuestro futuro y colocar preguntas esenciales sobre la mesa: ¿Cómo será Chile en quince años más? ¿Con que planes queremos llegar allí? ¿En qué medida estamos realmente pensando en lo que queremos ser en ese mundo que está mucho más cerca de lo que imaginamos o sentimos?

Es bueno hacerse estas preguntas cuando estamos en plena campaña presidencial. Debiera ser obligación de todos los candidatos, especialmente de quienes encabezan la posibilidad de llegar a La Moneda, de decirnos qué metas de largo plazo tienen en su cabeza para el devenir del país. Son los niños y jóvenes de hoy, esos que rondan en torno de sus diez años de edad, los que serán aquellos adultos del 2040 llamados a tomar la diversidad del país y empujarlo hacia el futuro. Hay un desafío de entregarles la educación adecuada, de cambios conceptuales que les den sustento para las tareas ineludibles que les esperan. Y para eso no sirve seguir pegados en tensiones propias de los tiempos de la Guerra Fría, como algunos persisten en mantener vigentes en este tiempo electoral. El mundo es otra cosa y seguirá siendo distinto a lo que fue treinta o cuarenta años atrás.

A comienzos de agosto tuvo lugar la sexta edición del Congreso Jóvenes Futuro, en el Salón de Honor del Congreso en Santiago. Más allá de que los medios sólo tomaron la frase final del Presidente Boric cuando dijo a los jóvenes presentes “atrévanse a ser rebeldes”, el fondo de su intervención fue convocar a la urgencia de entender los lenguajes de hoy en el mundo joven y construir con ellos puentes con el decir de los anteriores y avanzar desde esos lenguajes vigentes  hacia los que vendrán. ¿Por qué? Porque, al decir del mandatario, “una sociedad que no se habla, que no se entiende, es una sociedad que se quiebra”. Y este no es un desafío menor en el momento que vive el país. Tenemos que detenernos a pensar cuales son aquellas palabras de significado compartido con las cuales avanzaremos hacia el 2040 y más allá.

Los aportes mayores en inteligencia artificial, computación cuántica, energías renovables y biotecnología están llamados a transformar nuestro mundo. Mientras tanto, problemas globales apremiantes como el cambio climático, la urbanización y la dinámica geopolítica exigen soluciones innovadoras y acción colectiva. Y, a la vez, no es menor la persistencia del hambre en el siglo XXI, dado los recursos y avances existentes en la producción de alimentos. En 2022, aproximadamente 735 millones de personas, casi el 10 % de la población del planeta, sufrirían de hambre crónica. Y con ello la presencia de la pobreza que no se relaciona sólo con falta de ingresos, sino también con la privación de acceso a servicios básicos como salud, educación y vivienda.  Todo eso reclama soluciones para las cuales ahora, con Inteligencia Artificial en la mano, hay que prepararse. Y no se nota que eso esté ocurriendo, por lo menos cuando vemos los debates predominantes en Chile mientras se acerca la elección. 

Tampoco esta preocupación esencial pareciera estar presente en el plano mundial, cuando lo que domina la agenda es cómo Trump altera el ordenamiento económico global con su política de proteccionismo. Y no sabemos cuánto se está reformulando la geopolítica a partir de las guerras en Ucrania, de los genocidios como el de Gaza, o la confrontación general entre Washington y Beijing. Entonces, hay que prepararse para ir hacia adelante con una hoja de ruta propia, sabiendo que por ahora predominan las incertidumbres en el escenario internacional. Es como si la Cumbre del Futuro, esa que tuvo lugar en septiembre 2024, hubiera sido solo una cita para el cumplimiento de una agenda de Naciones Unidas, pero sin dejar una impronta profunda de cómo el tiempo vigente obliga a prepararse de otra manera, a pensar con otros ojos el mundo que viene y el papel del ser humano allí. 

Hace poco Harvard Business Review Analytic Services by Microsoft consultaron a más de 600 líderes empresariales de todo el mundo cómo creen que cambiará el mundo del trabajo para 2040. Los resultados de la encuesta ofrecieron un panorama alentador: la mayoría no ve que la tecnología reemplace nuestro valor esencial como humanos. Según el informe, el papel de la tecnología será ayudar a los trabajadores a ser más estratégicos, estar más centrados y ser más productivos, al manejar muchas de las tareas domésticas y que consumen mucho tiempo que nos desvían del curso. Los resultados de la investigación muestran que si bien los líderes empresariales son en gran medida optimistas sobre el futuro, la mayoría (71%) todavía tenía una preocupación importante: no se sienten adecuadamente preparados para los cambios que se avecinan.

Mucho de esa encuesta también podría tener reflejos en Chile. Sería muy importante que candidatas y candidatos a la Presidencia de Chile revisaran lo que fueron los debates y aportes de ese último Congreso Juventud Futuro. Si, allí se habló de memes, de videojuegos, de la fatiga mental causada por el exceso de contenido superficial en redes sociales, pero también de la disposición de demostrar que Chile puede ser innovador y creativo en asumir todo el potencial digital que se aproxima. La cuestión central es cuánta humanidad pondremos allí. Y ese es un desafío que los políticos de ahora ya debieran estar debatiendo con los adultos del mañana, aquellos del 2040.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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