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Construyendo ciudades limpias, competitivas y resilientes Opinión

Construyendo ciudades limpias, competitivas y resilientes

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Chile ha demostrado que el Estado puede liderar proyectos de infraestructura con objetivos claros de política pública.


Santiago se ha consolidado como la ciudad con más buses eléctricos fuera de China, un hito que demuestra que la transición hacia un transporte más limpio es alcanzable con planificación, inversión y visión de largo plazo. Con más de 30 electroterminales operativos y un modelo que comienza a expandirse a regiones, Chile avanza hacia una movilidad más sostenible.

La llegada de buses eléctricos, la expansión del Metro –que ya opera totalmente con energía renovable–, nuevas ciclovías e infraestructura de carga para vehículos eléctricos forman parte de una transformación que no solo moderniza la flota, sino que también redefine el transporte como un sistema más eficiente, inclusivo y menos dependiente de combustibles fósiles.

El transporte terrestre es responsable del 83,2% de las emisiones del sector transporte y del 21,6% de las emisiones totales del país. La electrificación de este sector es una de las medidas más efectivas para reducir gases de efecto invernadero, mejorar la calidad del aire, disminuir el ruido y reducir costos operacionales, ya que los vehículos eléctricos son casi cuatro veces más eficientes que los de combustión.

Chile ha demostrado que el Estado puede liderar proyectos de infraestructura con objetivos claros de política pública. El modelo de transporte público que separa la provisión de infraestructura de la operación, junto a un Metro que usa electricidad renovable, muestra que la electromovilidad es ambientalmente beneficiosa y económicamente rentable.

El desafío ahora es ampliar esta visión. Se requiere desplegar una red de carga pública interurbana que conecte todas las regiones y planificar infraestructura de alta potencia para camiones eléctricos, clave para descarbonizar el transporte de carga y mantener la competitividad logística. Además, este tipo de infraestructura debe integrarse con el sistema eléctrico, coordinando generación, transmisión y distribución para aprovechar la flexibilidad de la carga en distintas horas del día.

Planificar hoy esta red es una inversión estratégica en conectividad, independencia energética y desarrollo económico. Chile ya lidera la incorporación de buses eléctricos. El próximo paso es llevar esta revolución a todo el territorio y a todos los segmentos del transporte. Así podremos construir ciudades más limpias y un país más competitivo y resiliente ante los desafíos ambientales y energéticos que vienen. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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