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Las vacas flacas y las vacas gordas: los casos de Bolivia y Chile Opinión

Las vacas flacas y las vacas gordas: los casos de Bolivia y Chile

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Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario e investigador Instituto Igualdad
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Nuestro país ha tenido la política de guardar las platas que fueron abundantes en unos años determinados, para efectos de poder satisfacer las necesidades que se pudiesen presentar en los años posteriores, cuando las condiciones de la economía no fuesen tan buenas.


Cuando hay condiciones particularmente favorables es un país – sobre todo cuando esa situación es fruto de una circunstancia nueva en el mercado internacional, que incrementa el precio de un determinado producto de exportación, o cuando se suma un nuevo producto a la cartera habitual de exportaciones de un país – se le presentan a ese país varias alternativas. 

La primera, y la más usual, es suponer que esas circunstancias favorables van a ser eternas y, por lo tanto, se pueden gastar alegremente todos los ingresos que se recauden en un año determinado, suponiendo que al año siguiente los ingresos seguirán siendo igualmente buenos o incluso superiores. Se asume que el país ha entrado en un período de gracia que cambia radicalmente su historia de ahí para adelante.  Actuar de acuerdo con esa suposición arroja buenos dividendos políticos y económicos inmediatos para el partido y/o para el gobernante en ejercicio, pues se pueden presentar altas tasas de crecimiento de la economía y se pueden hacer muchas cosas anheladas por la población, mientras esos ingresos extraordinarios perduren. Desde luego, todo aquello se presenta ante la ciudadanía como consecuencia de las sabias decisiones tomadas por los gobernantes.  

Pero cuando las circunstancias cambian – porque los precios del producto de exportación caen en el mercado internacional, o cuando se agotan los recursos naturales que alimentaban ese auge – se cae en una grave crisis económica, política y social. Toda esa situación se acrecienta más aún por el hecho de que la banca internacional tiene la costumbre de otorgar abundantes créditos a los países cuando estos están en una fase de auge, y restarles todo apoyo cuando esos países entran en una fase de crisis. Aun cuando parezca paradójico, los países suelen endeudarse precisamente cuando tienen altos ingresos, y se ven sin ese apoyo crediticio precisamente cuando las cosas comienzan a cambiar y que es cuando más necesitarían de esos créditos. Por lo tanto, cuando esa situación llega, se encuentran sin los ingresos anteriores y, además, altamente endeudados.  

Esa situación, brevemente descrita, se ha presentado en muchas ocasiones en varios países de nuestra América. El caso más reciente y más triste, sin embargo, parece ser el de Bolivia. Los ingresos de este país por concepto de exportaciones de gas natural fueron cuantiosos durante el período de Evo Morales, pero cuando se agotaron en forma sustantiva las reservas, la producción y las exportaciones de gas, se encontraron sin fondos a los cuales echar mano, y devino una crisis económica que tuvo que enfrentar sin resultados positivos el gobierno del Presidente Arce, crisis que terminó con el descredito del partido gobernante y con la elección e instalación próxima de un gobierno de derecha. En el año 2024 se exportó por concepto de gas un monto equivalente a 2.236 millones de dólares. En el año 2024 esa cantidad había caído a 365 millones de dólares.  

Hay, sin embargo, países en América que han constituido fondos de reserva en los períodos de vacas gordas, para enfrentar en mejor forma las cambiantes situaciones del mercado internacional. Chile es uno de ellos. Nuestro país ha tenido la política de guardar las platas que fueron abundantes en unos años determinados, para efectos de poder satisfacer las necesidades que se pudiesen presentar en los años posteriores, cuando las condiciones de la economía no fuesen tan buenas. Se constituyeron fondos de reserva de varios miles de millones de dólares que son, hasta el día de hoy, un colchón de seguridad de la economía chilena. Eso le ha dado estabilidad a la economía del país y a sus cuentas fiscales. Sin una política de esa naturaleza, la pandemia no se hubiera podido enfrentar en la forma en que se enfrentó, o se hubiera necesitado recurrir de urgencia al crédito internacional y hoy en día el país se enfrentaría a un cambio de gobierno sin fondos y con muchas deudas. Si esa situación no está presente, no es por casualidad, sino por la toma, en su momento, de decisiones de políticas económicas que resultaron adecuadas.   

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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