
La importancia de incorporar las secuelas de salud mental del abuso sexual infantil en GES
Sólo existe en Chile los programas de reparación de maltrato, dirigidos a niños y que no dan más con la alta tasa de víctimas. Para los sobrevivientes adultos, no hay oferta en salud mental en Chile y frente a esto, no podemos callar, ya que la mayoría de las víctimas, intenta suicidarse.
71% de las denuncias por agresión sexual, son a niños, niñas y adolescentes en Chile, existiendo sólo en 2024, 39.000 ingresos de NNA como victimas de abuso sexual infantil. El abuso sexual infantil, es el único fenómeno psicológico en donde la víctima experimenta mismos mecanismo de defensa que usa una víctima de tortura física: contar las tablas de multiplicar, disociación, imaginarse en un cuento, etc. Este delito, deja en las víctimas secuelas graves hasta la adultez, siendo frecuente que consulte un adulto a Psicología, Psiquiatría y consuma polifármacos gran parte de su vida, por padecer trastornos sexuales (incapacidad de tener relaciones sexuales, miedo, fobia), abuso riesgoso de alcohol y drogas, autolesiones e incapacidad de asistir con constancia a un empleo, trastornos del sueño (pesadillas, despertar frecuente), Trastorno de estrés post traumático, Trauma complejo, Trastornos ansiosos, Trastorno depresivo mayor, llanto, Trastorno de pánico y calidad de vida igual a 0.
En la consulta, estos casos son conmovedores en cuanto a nivel de sufrimiento al que puede llegar un ser humano y al nivel de incapacidad de poder sostener una relación amorosa, sexual o mantener un empleo sin faltar por presentar crisis emocionales. El dolor, de que un padre o un hermano que debía quererte y cuidarte, te haya violentado de esa forma, no se puede comprender, ni en la infancia ni en la adultez y la vida, parece una tortura más que una vida.
A pesar de este dolor tan grande, esta polisintomatología y la necesidad de consultar a Psicólogos y Psiquiatras y requerir fármacos tan frecuentemente hasta la adultez, el abuso sexual infantil no es un problema GES, ni en la infancia ni en la adultez y creemos debiese serlo, debido a que impide vivir una vida de calidad, insertarse en un empleo y rendir y las víctimas gastan altos montos de dinero en psicoterapia, consultas con psiquiatras y psicofármacos gran parte de la vida, de forma particular. Es frecuente ver en la consulta a hombres y mujeres sobrevivientes de abuso sexual en la infancia que consultan en la adultez, alrededor de los 40 años, requiriendo terapias son de muy largo aliento, que deben ser realizadas por Psicólogos y Psicólogas formadas en Psicoterapia, abusos sexual infantil, trauma complejo, estrés post traumático y trastornos anímicos. Es decir, las víctimas deben gastar altas sumas de dinero en especialistas con gran formación, calculando un gasto mensual alrededor de 250.000 a 350.000 pesos, sólo en su salud mental (Psicólogo, Psiquiatra y medicamentos). La pregunta es, si es un deber del Estado en cuanto a leyes internacionales de derechos humanos, proteger a las infancias, ¿por qué no es el Estado el que cubre los gastos médicos de las víctimas? Si observamos las políticas públicas y la acción del poder judicial en la eficacia de prevenir el abuso sexual infantil, la nula justicia en los casos de abusos sexual infantil eclesiástico y su deuda con las víctimas, la ligereza e irresponsabilidad con la que programas de farándula tocan estos temas e incluso dan pantalla a personas acusadas de abuso sexual infantil, cabe concluir que es el Estad el que estaría obligado a incorporar en la canasta GES de salud mental, la reparación del abuso sexual infantil, creemos, en la infancia y en la adultez.
Debemos recordar lo complejo del abuso sexual infantil. En Chile, sólo un 10% de los abusos sexuales infantiles se denuncian y de los que lo hacen, prácticamente ninguno tiene juicio y castigo al agresor, debido a que el sistema actual de la justicia sólo se pronuncia con castigo cuando se encuentra in fraganti en el delito cuando hay pruebas irrefutables: sangre, heridas, rasgados. Esto es imposible de encontrar y no se encontrará, puesto que los agresores al ser familiares cercanos, ganan la confianza de la víctima, ésta no opone resistencia y si e abuso consiste en tocaciones, besos, ¿cuál huella deja en el cuerpo de un niño o una niña? Luego, suele ocurrir que la víctima no delata el abuso, pues no sabe que es un abuso ni un delito o lo hace en la adultez, como dijimos, sólo en el 10% de los casos y la vivencia en Tribunales es aún más traumática: entrevistas, cuestionamientos, recuerdos que la psíquis borra, tales como fechas exactas y solicitudes de demostrar físicamente, algo que ocurrió hace mucho más de diez años. Lamentablemente, a pesar de que las duras pericias psicológicas lo confirmen, no es suficiente para la justicia. Nunca lo psicológico, aunque sea con la mayor rigurosidad científica, será suficiente para una sentencia. Los agresores, quedan impunes y eso, no permite elaborar correctamente un trauma psíquico.
Sólo existe en Chile los programas de reparación de maltrato, dirigidos a niños y que no dan más con la alta tasa de víctimas. Para los sobrevivientes adultos, no hay oferta en salud mental en Chile y frente a esto, no podemos callar, ya que la mayoría de las víctimas, intenta suicidarse en la adultez. La alta prevalencia del ASI, la comorbilidad y la mortalidad, lo hace un problema de salud pública.
Sabemos que ingresarlo a GES sería un enorme gasto público, que creemos, vale la pena, pues salvará vidas, ayudará a gente que no puede llevar una vida con normalidad a poder disfrutar por lo menos, de la mitad o menos de su vida, pero podrá hacerlo.
Hacemos un llamado a los medios de comunicación, a la iglesia, a las escuelas, a las autoridades de Gobierno, a dar cumplimiento con el juicio y castigo que las víctimas requieren para comenzar a sanar. Deudas, que se arrastran desde hace décadas y que sólo profundizan el dolor, la sensación de impunidad y que dejan en riesgos a otros niños y niñas de este país.
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