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Educación y herencia social en Chile: luces y sombras del reciente informe de la OCDE Opinión Imagen referencial

Educación y herencia social en Chile: luces y sombras del reciente informe de la OCDE

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Jorge Castillo Peña
Por : Jorge Castillo Peña Consultor en Educación y Desarrollo Humano
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Sesenta años después de Les Héritiers, la paradoja sigue vigente: un sistema que se proclama meritocrático, pero condicionado por la herencia social. Chile ha abierto puertas y diversificado trayectorias, pero aún queda mucho por hacer.


El año pasado se cumplieron sesenta años de la publicación de Les Héritiers. Les étudiants et la culture, el libro con el que Bourdieu y Passeron sacudieron los cimientos de la sociología de la educación. En apenas unas páginas, los autores, a partir de un análisis de la educación universitaria, denunciaron lo que hasta entonces muchos intuían, pero pocos habían dicho con claridad: la educación, lejos de ser un generador de igualdades, funcionaba como un dispositivo de reproducción de las jerarquías sociales. La tesis fue tan disruptiva que desató debates en el mundo y colocó a la educación en el centro de las discusiones sobre desigualdad social.

Seis décadas más tarde, el recientemente publicado informe Education at a Glance 2025 de la OCDE confirma la vigencia de ese diagnóstico: la educación sigue estando lejos de ser un verdadero motor de movilidad social y reproduce desigualdades. Según la OCDE, aunque el 48% de los adultos jóvenes posee hoy un título terciario, solo un 26% de los hijos de padres sin secundaria logra llegar a la universidad, frente al 70% de quienes provienen de hogares con estudios superiores en los países analizados.

En el caso de Chile, el panorama combina avances y persistencias. Los datos de la OCDE muestran que aumentó en siete puntos porcentuales la probabilidad de ingreso de jóvenes de familias vulnerables, duplicando el promedio OCDE. También, un 36% de los estudiantes opta por ciclos cortos, frente al 17% promedio, lo que diversifica trayectorias y amplía horizontes. A ello probablemente aportan programas nacionales como la gratuidad en la educación superior, implementada en 2016, y el programa PACE que, con el refuerzo de aprendizajes habilitantes y orientación vocacional, han contribuido a transiciones más efectivas hacia la educación superior.

Sin embargo, las cifras del informe confirman que la reproducción social se mantiene. El 68% de los jóvenes con al menos un padre universitario accede a la educación superior, pero solo un 25% lo logra cuando los padres no completaron la secundaria. El mercado laboral refuerza estas desigualdades: un título universitario en Chile entrega una retribución salarial de 112% frente a la secundaria, más del doble del promedio OCDE.

El informe también muestra que los esfuerzos en la educación superior no bastan sin cambios en niveles previos. En educación parvularia, Chile invierte un 0,70% del PIB (sobre el promedio OCDE de 0,60%), aunque la cobertura permanece estancada en 75%. En enseñanza media, los datos del Simce y la evidencia nacional muestran que las brechas se amplifican: mientras en cuarto básico se registran avances en Lenguaje y Matemática, en II medio los progresos son muy limitados. Esta situación se vincula con problemas de segregación escolar, desigual calidad entre liceos y orientación vocacional insuficiente.

Sesenta años después de Les Héritiers, la paradoja sigue vigente: un sistema que se proclama meritocrático, pero condicionado por la herencia social. Chile ha abierto puertas y diversificado trayectorias, pero aún queda mucho por hacer. El desafío es pasar de la expansión del acceso a la transformación sistémica: fortalecer la calidad desde la educación inicial y escolar, apoyar a estudiantes de primera generación y revisar críticamente la meritocracia, que tiende a ocultar ventajas heredadas. Solo así la educación podrá ser una verdadera promotora de mayor igualdad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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