Publicidad
El club de Jeannette Jara Opinión

El club de Jeannette Jara

Publicidad
Jorge Gómez Arismendi
Por : Jorge Gómez Arismendi Director de Investigación y Estudios de Fundación para el Progreso
Ver Más

Lo que describe Ignacio Walker respecto a los atentados a la libertad de prensa, de expresión y el amedrentamiento a opositores, lo hizo Hugo Chávez mientras construía su dictadura en nombre del socialismo del siglo XXI y la revolución bolivariana.


Ignacio Walker ha dicho que, en base a un análisis de los nexos de José Antonio Kast con liderazgos como los de Donald Trump, Viktor Orbán o Nayib Bukele, “la oleada ultraderechista que todos ellos representan constituye la principal amenaza contra la democracia en lo que conocemos como el mundo occidental”.

Lo planteado por el exsenador es discutible si, aplicando su propio análisis, consideramos que actualmente en América Latina las tres dictaduras vigentes son de izquierda y están inspiradas en el socialismo o sus derivados. Es decir, si consideramos los liderazgos y referentes que tiene la izquierda chilena que hoy es hegemónica, el PC y el Frente Amplio.

Si aplicamos el mismo criterio de análisis aplicado por Ignacio Walker al caso de Kast y sus referentes, podemos decir que la candidata Jeannette Jara está ligada, lo quiera o no, con dichos regímenes autoritarios o dictatoriales, puesto que su partido, el Partido Comunista, es un férreo defensor del régimen cubano, del régimen chavista y del régimen sandinista.

No hay que olvidar, por ejemplo, que el diputado comunista Boris Barrera se reunió con Gadiel Arce Mairena, ministro consejero de Nicaragua en Chile, mientras el Presidente Gabriel Boric ofrecía asilo a 300 opositores expatriados por el régimen de Daniel Ortega, quien gobierna de forma claramente autocrática bajo la excusa de defender su revolución, llegando a perseguir a antiguos aliados.

La defensa de parte del PC de la dictadura cubana no ha cambiado en décadas y es conocida. Aunque todos los antecedentes evidencian la falta de democracia y libertades políticas y civiles, Jeannette Jara evita decir que el régimen en la isla es una dictadura, diciendo ambiguamente que no es una democracia, sino un régimen distinto. Recurriendo a la excusa del bloqueo, omite que bajo el régimen comunista se impide el trabajo por cuenta propia, obligando a miles de cubanos a depender del Estado.  

El último movimiento cultural y artístico en favor de más democracia y libertad en Cuba, el Movimiento San Isidro, fue fuertemente reprimido por el comunismo cubano. Los disidentes se oponían al Decreto 349 que restringe y sanciona la creación artística y cultural si no está previamente autorizada por el Ministerio de Cultura. Artistas como el rapero Maykel Osorbo, por ejemplo, siguen presos por expresar sus críticas y descontento contra el control totalitario del comunismo cubano.

Por otro lado, la defensa del Partido Comunista chileno del régimen chavista sigue vigente a pesar del éxodo de millones de personas que han escapado del hambre y la inseguridad. Esa defensa sigue a pesar de las ejecuciones extrajudiciales consignadas no solo por Bachelet en 2019, sino por otros organismos internacionales, como Amnesty International. Ni hablar del robo descarado de las elecciones en 2024 que contó con el gentil auspicio de Lula y Gustavo Petro.

No son solo Lautaro Carmona, Daniel Jadue o Boris Barrera quienes defienden al chavismo. Basta hacer algo de memoria y recordar que, cuando murió Hugo Chávez en 2013, Camila Vallejo –la actual vocera del Gobierno que no respeta la prescindencia, al más puro estilo chavista– dijo que Chile debía seguir el camino de Chávez. Eso, aunque ese año ya se sabía que el régimen chavista no respetaba la separación de poderes al intervenir el Poder Judicial, tal como denunciaba Human Rights Watch, donde hablaban del legado autoritario de Chávez.

El PC en su conjunto se opuso al informe hecho por Michelle Bachelet en 2019 respecto a Venezuela cuando fue Alta Comisionada de la ONU y donde se consignaban miles de ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad venezolanas. Incluso otros miembros del Frente Amplio, como Claudia Mix, han sido defensores del régimen chavista a sabiendas de lo que ocurría.

Lo que describe Ignacio Walker respecto a los atentados a la libertad de prensa, de expresión y el amedrentamiento a opositores, lo hizo Hugo Chávez mientras construía su dictadura en nombre del socialismo del siglo XXI y la revolución bolivariana. Chávez gobernaba por decreto a vista y paciencia de toda la izquierda latinoamericana que le rendía pleitesía. Ya en su discurso del 2 de febrero de 1999 no solo convocó a referéndum mediante decreto, sino que anunció que gobernaría mediante una ley habilitante bajo la excusa de que el pueblo no podía esperar a la constituyente. Así impuso su autoritarismo.

Ese régimen y ese modo de gobernar, mentiroso, populista y violento, es el que ha defendido por años el Partido Comunista chileno, el partido de Jeannette Jara. Al igual que la candidata, Chávez también llegó al poder diciendo que él no era socialista y que Cuba era una dictadura. Así, cuando era candidato de terno y corbata, decía que creía en un proyecto humanista y que no quería imponer el autoritarismo. Pero todos sabemos que Chávez terminó diciendo que “estaba dispuesto a morir para construir en Venezuela el socialismo”, al mismo tiempo que expropiaba a dedo propiedades y nacionalizaba empresas a viva voz. 

Así, aunque Jeannette Jara quiera zafar de tales nexos diciendo que su referente es la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, eso sería faltar a la verdad. No hay que olvidar que el Partido Comunista chileno quería deshacerse del Senado y establecer una Asamblea única, replicando el modelo venezolano.

En otras palabras, en América Latina quienes revivieron los regímenes iliberales fueron las izquierdas inspiradas en el socialismo del siglo XXI. Así, siguiendo lo dicho por Ignacio Walker, ese es el club de la “democracia iliberal” en América Latina. Jeannette Jara y su Partido Comunista forman parte de ese selecto club que no son una amenaza, sino que ya han destruido la democracia en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Algo nada alentador para Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad