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Gobernar en minoría Opinión

Gobernar en minoría

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Pablo Rodríguez Núñez
Por : Pablo Rodríguez Núñez Cientista político Instituto Libertad
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Los tan cuestionados acuerdos, cesiones o negociaciones serán clave si alguien de derecha gana los comicios.


Diversos análisis han sido presentados en las últimas semanas, a menos de un mes de las elecciones presidenciales y parlamentarias. Unholster, StreamData, Imaginacción y Pepe Auth coindicen en que “las derechas” probablemente serán mayoría en el próximo Congreso y que, en un escenario no tan lejano, las proyecciones indican que podrían alcanzar incluso el quorum de 4/7 (89 diputados y 29 senadores). 

De acuerdo con esos números, si la candidata Jeannette Jara gana la elección presidencial, sería minoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. En cambio, un triunfo en segunda vuelta de Evelyn Matthei, José Antonio Kast o Johannes Kaiser, podría eventualmente ir acompañado de mayorías de derechas en el Congreso, aunque no implica el mismo nivel de apoyo para cada una de esas tres opciones. 

De ocurrir un triunfo de la oposición, significaría que Chile Vamos –junto con Demócratas y Amarillos–, y la alianza republicanos, libertarios y socialcristianos, tendrían que construir espacios de colaboración que hoy no existen para poder gobernar. 

Según las mismas estimaciones, es pertinente precisar que ninguna de las dos derechas por sí sola conseguiría la mayoría legislativa necesaria y que, por lo tanto, el sector vencedor deberá recurrir forzosamente a políticas de alianza con la otra parte de la derecha, ya sea creando bloques que den surgimiento a nuevas coaliciones, o desde las actuales agrupaciones manteniendo la estructura que conocemos hoy. En cualquiera de los dos escenarios continuaría la disputa por la hegemonía del sector entre diferentes proyectos políticos, la cual lleva casi una década de desarrollo. 

El contexto descrito obliga a pensar en la manera en que se relacionan las derechas si una de estas llega a La Moneda. Al mismo tiempo, esto también invita a reflexionar sobre las ventajas de la moderación y la capacidad para construir acuerdos estables. 

En un tema concreto, por ejemplo, a lo largo de esta campaña mucho se ha hablado de la magnitud de la reducción del gasto fiscal y qué se puede llevar a cabo mediante mecanismos administrativos. Pero una reforma tributaria que disminuya el impuesto corporativo a las grandes empresas o que el pago de contribuciones se elimine –o se aumenten sus exenciones– requiere ser aprobada necesariamente por el Congreso. 

Además, en el siguiente período legislativo los problemas de fragmentación, debilidad de los partidos, los personalismos y la indisciplina parlamentaria se podrían mantener y, en el hipotético caso de aprobar en estos últimos meses de gobierno algunas de las reformas políticas en tramitación, su aplicación podría darse recién a partir de 2029. Por ello, no es razonable prever que están las condiciones para un Congreso más ordenado y disciplinado que el actual. 

En consecuencia, los tan cuestionados acuerdos, cesiones o negociaciones serán clave si alguien de derecha gana los comicios. Y el poco cuidado por las formas es, sin duda, un problema en esta relación. Si bien la tónica en los últimos años son gobiernos de minoría, se podría desaprovechar un resultado histórico a nivel parlamentario. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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