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Escenario lamentable Opinión

Escenario lamentable

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Cristian Muñoz Catalán
Por : Cristian Muñoz Catalán Director de la Escuela de Periodismo Universidad de La Serena
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No debemos olvidar que la desinformación es una industria, que se traduce en la circulación intencionada de noticias falsas, que se suelen incubar y expandir a través de las redes sociales, lo que hoy es fácil para cualquiera que tenga cierto manejo de un celular.


Recientemente la investigación “Desiertos de noticias locales”, impulsada por la Fundación Gabo, analizó las condiciones del periodismo local en cinco países de América Latina, con la intención de identificar en qué lugares no existen las condiciones apropiadas para el ejercicio del periodismo local.

En el caso de Chile, la investigación fue liderada por el Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos (CIP) de la Universidad Diego Portales, para lo que se levantaron datos de 802 medios de comunicación desde Arica hasta Tierra del Fuego, abarcando 314 de las 345 comunas, concluyendo que la gran mayoría, excluyendo a casi todas las de la provincia de Santiago, son desiertos o semidesiertos informativos, lo que quiere decir que tienen condiciones muy débiles para el ejercicio del periodismo profesional, que este está restringido o que no se ha desarrollado.

Si se suman los semidesiertos, la “aridez” informativa alcanza al 75% del territorio nacional; además 47.5% de las comunas son desiertos informativos y 26.1% son semidesiertos. 

Estas cifras revelan un escenario lamentable, que alerta sobre la crisis que afecta especialmente a las regiones y sus zonas rurales, contradiciendo el rol vigilante que deberían cumplir los medios de comunicación. 

Esta es una tarea en la que estamos en deuda, sobre todo si consideramos que nuestro país tiene una geografía única, que deja muchas zonas alejadas del desarrollo urbano, por lo que, en el caso de la ruralidad, las personas suelen acudir a las radios comunitarias, buscando obtener cierta representatividad local, lo que muchas veces se ve truncado por los problemas de conectividad.

Otro aspecto es que los medios de comunicación contribuyen a la producción cultural, la generación de conocimiento y la construcción identitaria, aspectos que ayudarán a marcar la agenda mediática y, al hablar de esto, no se puede dejar de mencionar el dilema de la sustentabilidad, ya que, en su necesidad de sobrevivir, muchos medios de comunicación se enfocan en temáticas de entretención, que aunque es importante, no reemplaza la entrega de información de utilidad pública y otras responsabilidades del periodismo.

Y es que, a diferencia de otras empresas, los medios de comunicación tienen un ineludible deber social y he ahí la importancia de que las personas puedan cuestionar lo que se les está informando, ya que muchos medios de comunicación se ven cooptados de realizar con energía su labor vigilante, por no molestar a quienes tienen el poder político y económico. Incluso, me atrevería a decir que todos los medios de comunicación tradicionales en Chile viven hoy dificultades económicas y, en ese escenario, es inevitable preguntarse ¿qué pasa con los medios pequeños? 

Lo riesgoso de esto es que, en su necesidad de informarse, las personas acuden a medios sociales online, que muchas veces son solo perfiles de redes sociales, donde se comparte contenido sin una mirada ontológica, ni con la debida contrastación de fuentes y donde con frecuencia se vulneran derechos en el afán de golpear con la noticia y aumentar las métricas.   

Por eso, todo medio de comunicación debe tener una línea editorial declarada e identificar a los periodistas responsables, condiciones que no siempre se cumplen en estos nuevos medios ciudadanos, develando una oscura arista: saber con claridad quién está financiando y decidiendo qué información se comunica.

No debemos olvidar que la desinformación es una industria, que se traduce en la circulación intencionada de noticias falsas, que se suelen incubar y expandir a través de las redes sociales, lo que hoy es fácil para cualquiera que tenga cierto manejo de un celular. 

Este fenómeno no solo afecta a periodistas y medios de comunicación, porque, más allá de la precarización laboral de mi gremio, de esto dependerá la vigilancia del poder y es por eso que tenemos el tremendo desafío de desarrollar una política pública con el fin de combatir la desinformación, ya que esta puede movilizar la intolerancia y la violencia, haciendo tambalear la democracia.

Por eso, es fundamental que en las Escuelas de Periodismo se desarrolle la discusión sobre el deber del periodismo y se generen respuestas a la comunidad sin perder el pensamiento crítico, porque el periodismo no puede impartirse bajo la lógica de un mecanismo fordiano, recordando además que el sentido de la existencia de las universidades es comprender el mundo, ya que, una vez que se acaba la discusión, aparece la verdad hegemónica y eso es peligroso. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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