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La trampa Parisi Opinión Cristóbal Ramírez/AgenciaUno

La trampa Parisi

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Mauro Basaure
Por : Mauro Basaure Universidad Andrés Bello. Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social
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Es la misma escena que la cultura ha retratado tantas veces: la cara del Che convertida en una polera producida por el mercado que él combatía. El sistema vendiendo la imagen de su propia negación. Aquí ocurre lo mismo.


La mejor prueba de que el sistema político está en crisis es que hoy necesita hacer campaña contra sí mismo para intentar seguir funcionando. Eso es lo que abre el 19% de Parisi en esta segunda vuelta entre Jara y Kast.

El voto por Parisi no es simplemente “ni facho ni comunacho”: es un voto contra la política tal como existe. Un voto que dice: “ustedes viven de esto, yo vivo a pesar de esto”. Ahí se mezcla la rabia contra los privilegios, la desconfianza hacia los pactos, una ética dura del mérito y antisistema: “yo me saco la cresta, ustedes se reparten cargos”.

Y entonces aparece la contradicción. En cuanto Jara y Kast salen “a buscar” ese electorado, hacen justamente lo que ese electorado detesta: ajustan discursos, mueven prioridades y ofrecen promesas diseñadas para captar votos. Es decir, actúan exactamente como los votantes de Parisi creen que actúan los políticos. Una contradicción performativa en su forma más nítida: querer mostrar que “no somos como los de siempre” haciendo, justamente, lo de siempre.

Es la misma escena que la cultura ha retratado tantas veces: la cara del Che convertida en una polera producida por el mercado que él combatía. El sistema vendiendo la imagen de su propia negación. Aquí ocurre lo mismo: la política intentando seducir al voto anti-político con las herramientas que generaron ese rechazo.

Para Jara, el riesgo es evidente. Su programa descansa en la idea de que el Estado puede corregir injusticias y reconocer el mérito real. Pero si empuja demasiado el tono anti-político para atraer al mundo Parisi, debilita su propia historia: que es a través de la política institucional que se ordena el mérito y se frenan los abusos. Mientras más parezca outsider, menos creíble resulta que pueda transformar el sistema desde dentro.

Para Kast, el movimiento parece más sencillo. Su programa ya critica al Estado ineficiente, a la burocracia y a los impuestos que castigan al que trabaja. Hay un puente hacia el votante que siente que su esfuerzo no rinde. Pero Kast necesita autoridad, orden e instituciones fuertes. No puede exagerar el discurso anti-político sin minar la confianza que pide para gobernar.

En ambos casos, el problema no es solo qué se ofrece, sino cómo. Cada gesto calculado refuerza la sospecha original: que la política puede decir cualquier cosa con tal de sobrevivir, incluso apropiarse del malestar que la cuestiona.

Por eso, el 19% de Parisi no es un botín, sino una frontera. Obliga a Jara y Kast a intentar lo casi imposible: convencer a un electorado anti-político usando las herramientas de la política profesional. Y ahí vuelve la frase inicial: la mejor prueba de que el sistema está en crisis es que necesita hacer campaña contra sí mismo para seguir funcionando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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