Publicidad

El retrato de una angustia

Con seis nominaciones al Oscar, incluyendo mejor actriz, esta película protagonizada por Salma Hayek trae nuevamente a este mundo a la sufrida pintora mexicana en un trabajo fílmico un tanto plano, apático y ligero, pero con ciertos toques de genialidad.


Virtualmente desconocida fuera de México hasta mediados de los años ’80, hoy día Frida Kahlo es una de las más admiradas pintoras del mundo, con registros de subastas internacionales impresionantes.



Existen muchas teorías respecto a cómo la popularidad de Frida ha ido en aumento. La mayoría de la gente está de acuerdo en el hecho de que ella logró fusionar lo personal, lo artístico y lo político de una manera orgánica y brutalmente honesta, lo que refleja perfectamente en sus pinturas.



Frida no sólo convirtió su imagen exterior en una declaración política y cultural así como en una obra de arte con ropa tradicional indígena, joyas y cabello, sino que además logró transformar sus miedos, su dolor, su sufrimiento, sus obsesiones y sus amores en algunas de las imágenes más reveladoras, impactantes y conmemorativas del mundo.



Desde su larga y complicada relación con su mentor y marido, Diego Rivera, hasta su controvertido e ilícito romance con Leon Trotsky, pasando por sus provocativas aventuras amorosas con mujeres, Frida Kahlo vivió una vida atrevida y absoluta como revolucionaria política, artística y sexual.



El filme de Julie Taymor se presenta como un trabajo biográfico serio, interesante y profundo sobre las angustias y sufrimientos que dieron origen a trabajos artísticos tan preciados. Sin embargo, y por sobre las seis discutibles nominaciones a los premios Oscar 2003, Frida es una cinta ambiciosa gestada en torno a una base sólida como lo es una interesantísima historia, pero desarrollada con innumerables baches -partiendo por la actuación protagónica- que hacen decaer el interés del público a medida que avanza la proyección.



Si bien, Taymor presenta ciertos momentos de genialidad artística, indudablemente mejor desarrollados en Titus su anterior trabajo, Frida no logra convencer en su construcción narrativa, transformándose en un filme plano y apático que desperdicia inapelablemente el talento de la directora y no logra establecer una narración dinámica y coherente, convirtiendo la vida de la famosa, sufrida y talentosa pintora mexicana en una cinta un tanto aburrida y simplista.



La película sigue la vida de Frida (Salma Hayek), centrándose en la tormentosa relación que mantuvo durante años con el también pintor Diego Rivera (Alfred Molina), y el lugar que ambos consiguieron labrarse en el mundo del arte de mediados de siglo pasado, lo que les permitió codearse con las personas más influyentes del momento: David Siqueiros (Antonio Banderas), el rival artístico de Rivera, Tina Modotti (Ashley Judd), una famosa fotógrafa italiana, y Nelson Rockefeller (Edward Norton), quien contrató a Rivera para que pintar un mural en el Rockefeller Center, y luego quiso destruirlo por aparecer la figura de Lenin.



Otros personajes que también aparecen en la película son Leon Trotsky (Geoffrey Rush), poco antes de ser asesinado por mandato de Stalin, el muralista Jean Charlot, el pintor Pablo O´Higgins y el compositor Silvestre Revueltas.



Además de ser la más importante artista latinoamericana del siglo XX, Kahlo mantuvo siempre un halo de misticismo y misterio alrededor de su figura, quizás formado por su poco convencional naturaleza: bisexual y comunista, sufrió el amor de un marido excesivamente abusivo, además de perder una pierna en un accidente de autobús, para terminar muriendo a los 47 años por culpa de las drogas y el alcohol.



El problema principal de esta cinta radica en lo reduccionista de su posición respecto de la vida del personaje narrado. En este caso es más notorio, dado que Frida, por evidentes necesidades de mercado, no asume las variantes de un personaje complejo y prefiere, en cambio, la linealidad de un modo que limita la potencialidad de búsqueda profunda, para quedarse sólo en la superficie.



El horizonte de la película que claro desde un comienzo. Los hechos trágicos de la vida de la artista (dramas personales, físicos y amorosos), explotados a modo de tensionar y conmover al espectador (la poliomielitis que sufrió de niña, el accidente de tranvía que le costó la reducción de su movilidad, abortos, la amputación de una pierna y las desventuras amorosas sufridas por su esposo -Diego Rivera-), debido a los grandes errores de construcción del guión, son puestos en escena de una forma pretenciosa, dejando en segundo plano temas más relevantes como lo fue su fuerte compromiso político.



Este trabajo de Julie Taymor más que impactar y conmover, incomoda y a ratos cansa por su ligereza y simplicidad a la hora de contar una historia. Si bien, como dato biográfico Frida es un excelente aporte, como filme nominado a seis galardones para los Oscar, deja bastante que desear.



________________

Publicidad

Tendencias