Gianfranco Rolleri, escritor emergente: ‘No me interesa vivir de literatura’
Acaba de presentar su primer libro, La resaca de la hiena, una serie de cuentos en los que el alcohol y la derrota son protagonistas, así como los guiños al lenguaje escatológico y la pornografía, un campo que conoce bien, puesto que entre sus disímiles ocupaciones está la de vendedor de películas hardcore en el persa Bío Bío y guionista de »Morandé con compañía».
Abre la puerta de una enorme y fresca casa, cerca del barrio Bellavista. Afuera hay más de 30 grados, pero adentro la temperatura es bastante más amistosa. Ofrece una cerveza irrenunciablemente helada, y se sirve él también. Parece increíble que esté vestido de negro con el calor que hace. Tiene una camisa sobre la polera, el pelo desordenado y la mirada profunda. Podría ser un enfant terrible, un existencialista contemporáneo o simplemente un tipo saliendo de una enorme resaca. Tal vez las tres cosas al mismo tiempo.
Entre sus ocupaciones figura escribir trabajos de filosofía para universitarios que prefieren pagar que pensar, hacer guiones para Morandé con Compañía y vender películas porno en el persa Bío-bío, además de dedicarse a la literatura. Sabe que mientras escribe tiene que ganarse la vida, y para eso, cualquier ocupación es buena.
Acaba de editar su primer libro, La resaca de la hiena, CON editorial Catalonia. Un volumen con 15 cuentos que tienen la particularidad de que el protagonista, en todos los relatos, es el mismo. Benjamín, un bebedor empedernido, un perdedor que transita la ciudad, que tiene constantes conflictos con la autoridad y que se relaciona íntimamente con los fracasos de los demás. Casi una ‘novela fragmentada’, como varios le han dicho. Una escritura hecha desde lo precario y que está lleno de ironías y de chistes escatológicos.
Entre medio de las letras, se filtra su conocimiento de la cultura televisiva, el alcohol, y la pornografía, una de sus especialidades. Asegura que su intención original habría sido vender cintas de cine arte. »No es porque haya querido vender películas porno, es un asunto de mercado; me di cuenta de que Bergman no vendía tanto como ‘El anario de Rocco»’ (ríe).
-Y echaste mano a tu colección.
-Empecé a tener la colección cuando vi que eran las que más se vendían. A mí lo que me gusta es el cine de terror italiano: Dario Argento, Lucio Fulci… mi intención era vender esa clase de películas, pero era muy poca la gente que la compraba. No era rentable. Tuve que empezar a piratear.
-¿Hay algo en lo que te sientas especialmente cómodo? Porque entre hacer trabajos de filosofía y vender películas porno parece haber un mundo de distancia.
-Sí, hay un mundo. Creo que me he sentido bastante cómodo trabajando para Morandé con Compañía, que es una de las ocupaciones más absurdas que me ha tocado tener, pero me gusta, básicamente porque no tengo contacto con la gente. Puedo trabajar desde mi computador y mandar los libretos por mail. Me piden que escriba los libretos de tal o cual personaje y después voy a cobrar mi cheque. Mientras menos contacto con la gente tenga, mejor.
-Tu faceta de guionista se trasluce mucho en tu libro, ¿te lo han dicho?
-Siempre hablaron bien de mis diálogos, al menos en los talleres en que estuve, pero Morandé es una consecuencia del libro, y no al revés. Esto yo lo escribí hace cinco años, y empecé a trabajar como guionista en agosto.
-El libro es muy visual. A ratos da la sensación de un sketch
-Es que intento evitar los detalles y las descripciones. Básicamente porque yo no me fijo en eso, y me resulta artificial escribirlos, me aburre, y cuando escribir me resulta un acto aburrido, lo dejo inmediatamente.
»No creo en la autopublicación»
-Elegiste hacer al mismo personaje en todos los cuentos.
-Sí. Algunos dicen que es una novela fragmentada. Lo que pasa es que quise tener un común denominador en todos los cuentos, quería tener un hilo conductor. Era un plan, como decía Enrique Symms, para ser publicado, pero es un personaje más, y los libros que tengo listos ahora son con otros, totalmente distintos. De hecho, me molestaron tanto con ese personaje, con que era mi alter ego, que el siguiente libro es completamente en tercera persona, y sus protagonistas son niños. Son cuentos de niños y su relación con la violencia.
-Pero también hay un plan.
-Es que hay que tener un plan si quieres que te publiquen, lamentablemente.
El título, en cualquier caso, es un homenaje claro a Poli Délano.
-Sí, es mi maestro. Le iba a poner "Contra la corriente", pero nunca me gustó, era un lugar común. Más encima Hermógenes Pérez de Arce sacó ahora un libro que se llamaba así. No tenía definido el nombre, y revisando un libro me Poli me encontré con ese párrafo que incluyo, que me pareció genial.
-Cuentas que este libro lo escribiste hace cinco años. Supongo que ahora estás trabajando en otras cosas; ¿no te da la sensación, al tomar el libro, de que está un poco superado?
-Es horrible. De hecho, leí el primer relato y me di cuenta de que mi religión no me lo permitía, y que no iba a volver a leer algo que haya editado nunca más en la vida. Es la peor sensación del mundo, porque sientes que hay un millón de cosas que cambiar y que ya está todo hecho. Leí sólo el primer cuento y después lo tiré debajo de la cama. Ya no quiero pensar más en la Resaca de la hiena y quiero concentrarme en el libro siguiente.
-Pero te estás haciendo contrapropaganda, la editorial te va a odiar por eso.
-Puede ser. Pero creo que es un proceso que le pasa a todos y que denota evolución.
-Bueno, tal vez, si hubieras podido publicar antes, te habrías sentido más a gusto.
Claro (ríe). Me pregunto qué pasa con un tipo que no tiene contactos para publicar. Yo me vine a Santiago a publicar, y la forma era entrar en un taller literario y hacer los contactos suficientes. Si alguien llega sin padrinos a presentar su libro a una editorial, está liquidado. Imagínate que en mi caso fue Poli el que lo llevó.
-O sea que todo fue un tema utilitarista.
-Por supuesto, lamentablemente (ríe). No creo en la autopublicación a estas alturas del partido. No me parece que sea una vía; es muy difícil, es muy ingrato. Autopubliqué un libro hace ocho años. Era muy malo, pero igual es complicado que te saquen en cara que pagaste por tu libro.
-En cualquier caso, aunque sea publicando con editoriales, no se vive de la literatura en Chile.
-Me queda absolutamente claro, pero no quiero vivir de la literatura tampoco. No soy de esos escritores llorones, no pienso postular al Fondo del Libro, no me interesa la plata del Gobierno para nada. Por suerte, el escritor, a diferencia del pintor y de otras artes, se basta con su lápiz y su cuaderno. No creo en pedir plata y después morder la mano que te da de comer. Tampoco me importan los concursos: la vida siempre nos obliga a competir, y eso está bien para los ingenieros comerciales, pero a mí no me interesa que nadie me diga si soy mejor o peor que otro. No se puede vivir de la literatura, sé que me tengo que ganar la vida de otra forma, y eso no me aproblema para nada. Tengo 29 años y he trabajado en 50 mil cosas distintas.
-Eso complica bastante más el panorama para un autor ‘no consagrado’. La literatura es uno de tus caminos posibles y nada más?
-Es uno de mis canales posibles. El otro es salir a la calle a hacer el aseo o ir y hacer de pioneta en un camión de carga, como ya lo he hecho. Me parece que uno tiene que conformarse con el pedazo de torta que le tocó. En estos momentos la literatura me sirve básicamente para no estar vendiendo helados o haciendo el aseo en la calle. Hay, por supuesto, trabajos más agradables que otros, pero no es nada que me quite el sueño.
Ese gustillo Bukowski
-Leyendo tus libros, uno siente bastante el halo de Bokowski. ¿Es una de tus influencias?
-Con Bukowski me da lata que me pase, porque nunca lo leí, hasta estar en el taller de Symms, y ya había escrito el 80% de los cuentos. Cuando lo leí me di cuenta de que tenía mucho de él, guardando las distancias, pero es básicamente porque es literatura de borrachos y de perdedores. Y hay mucha literatura de ese tipo antes de Bukowsky, y va a seguir habiéndola. Hay cosas de él, pero no me parece que sea todo el cuadro.
-Te lo preguntaba por temas de lenguaje, por palabras que llegan de la traducción de Bukowsky. Me llama la atención que hables de ‘coño’ o ‘cojones’, que no son palabras típicamente usadas en Chile.
-Es una malformación por culpa de los compactos Anagrama, por todo lo que viene de España (ríe). Me sale natural, pero es porque estoy tan acostumbrado a leer libros que vienen de allá y donde se ocupa esa clase de lenguaje, que eventualmente sale así.
-La literatura desde el perder y el beber ¿la superaste?
-Es una faceta de la vida. Yo sigo bebiendo, y creo que voy a seguir bebiendo hasta el final, pero me queda absolutamente claro que no es lo único que hay en la vida, no es una constante en mi escritura, yo me aburriría escribiéndolo.