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Piden equipo político con capacidad de equilibrar el poder de Hacienda

La salida del jefe del gabinete ratifica lo que se venía sosteniendo hace tiempo: la enorme debilidad del equipo que integraba frente al económico, encabezado por Andrés Velasco. Y muestras existieron varias, como la partida del Transantiago, la ley de Subcontratación, la participación estatal en el sistema de AFP, entre otras.


No sólo una adecuada relación con los partidos políticos ni un fino manejo de la nueva agenda de seguridad del Ejecutivo, sino también la capacidad de pararse ante el claro predominio de las políticas de Hacienda y del equipo económico como un todo, es lo que se le pide a los nuevos integrantes del comité político de ministros, partiendo por el nuevo titular del Interior que designe la Presidenta Bachelet.



Esto con la idea de suplir un déficit claramente existente desde los primeros meses de la presente administración, en el sentido de que la mirada más política prime sobre los criterios de orden económico o instrumental.



Ya el documento «La disyuntiva» advertía algo que pocos colocaban en discusión: la gran debilidad del equipo político de la administración de Bachelet, con sede en La Moneda, frente a la preeminencia del equipo económico de Teatinos 120, encabezado por el responsable de Hacienda, Andrés Velasco.



En realidad, Belisario Velasco nunca pudo hacer pesar las implicancias políticas que tenían las decisiones que adoptaba el equipo económico, como debiera ser en cualquier democracia moderna, como alguna vez lo destacó el cientista político DC Carlos Huneeus. «Las políticas públicas no se hacen sólo bajo consideraciones presupuestarias», dijo en su oportunidad.



A esto se suma un tema que es un secreto a voces. A diferencia de Lagos y Frei -e incluso de Aylwin, que siempre colocó el tema de la transición política por delante-, la Presidenta Bachelet, pese a su preparación en políticas públicas, carece de una formación fina en lo económico, por lo cual le entregó las riendas del asunto, sin mucho contrapeso, a Andrés Velasco. El problema fue que gran parte de su programa de gobierno pasaba por decisiones relevantes para las finanzas públicas, una de las cuales, sino la principal, es la reforma previsional. Pero no sólo eso: la reforma a la educación o el impulso a la protección infantil también lo son.



Por otro lado, la de la Presidenta Bachelet tiene la particularidad de ser la administración que más recursos ha tenido a su haber, porque de hecho hasta ha tenido que ahorrarlos fuertemente en el exterior, decisión que no todos comparten completamente.



A ello se agrega que -por sí mismo, más allá de su relación con Hacienda- la figura del renunciado jefe del gabinete tenía expresiones del peso político de un Insulza… un hombre también preparado en la arena económica.



Quizá la salida de Belisario Velasco sea, de algún modo, el corolario de una relación que nunca fue equilibrada entre La Moneda y Hacienda.



Las diferencias entre el dimitido ministro del Interior y el titular de las finanzas públicas venían siendo públicas y notorias. Y sin duda, fueron parte sustantiva del complejo escenario que hizo en definitiva, dimitir -nada menos- que al jefe del gabinete, situación que colocó a la Presidenta en la incómoda posición de tener que apurar un cambio de su equipo, que -como se pedía hacía tiempo- zanjara la fuerte disputa que venían sosteniendo las «dos almas» del Ejecutivo.



Señales como que Belisario Velasco se hiciera asesorar por economistas del prestigio de Ricardo Ffrench-Davis lo decían todo. El titular de Interior quería apoyarse para tener mejores argumentos técnicos que colocar en la discusión, cuando Hacienda hacía primar, sin mucho contrapeso, su visión en determinadas coyunturas… no sólo económicas.



Se dice que Belisario Velasco pensó que Viera-Gallo apostaría por una visión más política, pero con su conocido pragmatismo se situó entre los dos Velasco, mientras el otro ministro del comité político, Ricardo Lagos Weber, hizo alianza con Andrés, relación que venía desde que ambos trabajaron en la campaña presidencial: lo mismo que ahora se trata de construir con Francisco Vidal.



El historial de desavenencias entre los dos Velasco es extenso: Transantiago, un tema que puede hacer perder el gobierno a la Concertación, como lo han advertido varios dirigentes; la situación de los trabajadores tercerizados de Codelco en la movilización de agosto y en la aplicación de la ley de subcontratación. No hay que olvidar que en el comité político se veían muchos tópicos, entre ellos cosas como la definición del reajuste del sector público (que derivó en un paro nacional de 48 horas) o la determinación del salario mínimo (que significó el rompimiento de las relaciones con la CUT) e incluso, más recientemente, los términos de la reforma previsional.



Conocido fue el encontrón -casi a gritos- que en este último tema hace sólo algunos días tuvo el presidente subrogante del PPD, Guido Girardi, que inmediatamente fue secundado por los otros líderes de la Concertación, por el tema del ingreso de BancoEstado a la concentrada industria previsional.



O, más recientemente, el impasse vivido en el Congreso entre Andrés Velasco y el presidente del PS, Camilo Escalona, cuando el primero trató de incluir la posibilidad de transacción de los bonos de reconocimiento, en el contexto de la reforma previsional. Allí el senador, antiguo socio clave del titular de Hacienda -alianza que lo salvó muchas veces en momentos delicados en el Congreso- incluso le increpó al titular de Hacienda si la Presidenta estaba al tanto de lo que estaba haciendo…



Hubo muchos temas



Dentro de los asuntos que se debatieron en el comité político, no necesariamente defendidos por Belisario Velasco, también estuvieron, por ejemplo, qué se haría para compensar la importantísima alza que se estaba implementando con las tarifas eléctricas, producto de la escasez de gas argentino y la necesidad de aumentar la inversión sectorial en Chile. Allí Hacienda estudió el tema, a proposición del ministro de Energía, Marcelo Tokman, discípulo de Andrés Velasco en su cartera, y finalmente optó por un monto de subsidios no menor, pero sí inferior a lo que pedían sectores políticos, preocupados del impacto electoral que podían tener esas alzas. Incluso la Segpres pidió estudios al respecto.



Ya en la frustrada ley de depreciación acelerada -una de las derrotas más sonadas de Andrés Velasco en su momento- Interior había hecho ver a Hacienda la importancia de los temas políticos.



En varias de estas contraposiciones -las relativas a temas laborales- Belisario Velasco era partner del ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, quien también ha tratado de hacer su aporte en este juego de equilibrios, con más éxito -al parecer o hasta el momento- que el titular de Interior.



Se dice que Andrade, incluso, ha estado también dispuesto a renunciar en algunas coyunturas (como la aplicación de la ley de Subcontratación) -algo en todo caso no confirmado desde la secretaría de Estado- por algunas claras desavenencias con Andrés Velasco, lo que no ocurrió porque la Presidenta Bachelet terminó realizando gestos de importancia a Andrade, no obstante, la mandataria ha ido avalando las tesis que le plantea Hacienda en varios temas.



Porque Hacienda no sólo hacía ver su sentir sobre temas macroeconómicos o financieros como podría pensarse. También manifestaba sus aprensiones por los cambios que Trabajo pensaba impulsar en materia de negociación colectiva -que terminó haciendo radicar en el consejo Trabajo y Equidad-, en temas relativos a seguridad (subcontratistas y mapuches) y también en materias energéticas: en definitiva, todo lo que preocupara al sector privado. Hacienda no ha tenido problemas en asumir ese rol, porque los empresarios hablan con ésta practicamente todo los que les preocupa, porque entiende que es parte de su esfuerzo por despejar todo lo que complique el crecimiento económico del país.



El problema es que el crecimiento económico tampoco ha sido de los mejores, porque como lo refrenda Ffrench Davis, «llevamos dos años creciendo a media máquina»… y con niveles de inflación preocupantes.



Una de las pocas derrotas que ha tenido Andrés Velasco -y fue así porque la Presidenta oyó también otras voces, como la de Mario Marcel- fue la rebaja del superávit estructural, en el que Hacienda era partidaria de bajar sólo 0,25 puntos y no 0,5, como finalmente ocurrió. Sin embargo, la cartera se atribuyó como un triunfo que los dineros que liberó esa medida fueran a educación y no a otros sectores.



En cambio, la Presidenta ha apoyado a Hacienda en relevantes coyunturas. Por ejemplo, en la tesis de que Codelco era una empresa autónoma y que, por ende, tenía derecho a recurrir a los tribunales si se veía amenazada en los objetivos de su administración (entre ellos la reducción de costos) frente a la ley de Subcontratación. Éste es un tema que Belisario Velasco tenía entre ceja y ceja, porque fue actor clave de la dificultosa solución lograda entre la minera estatal y los trabajadores contratistas en la primera y compleja movilización de estos empleados.



De hecho, tuvo conversaciones telefónicas con dirigentes del PC para desactivar ese grave movimiento, mientras que por otro lado intentaba -sin mucho éxito- que la administración de la cuprera, apoyada por Hacienda y Minería (cartera protegida por Velasco), cediera en sus posiciones.



Belisario Velasco siempre fue partidario, además, de que estos conflictos, si bien lógicamente la fuerza pública operara para asegurar la actividad de Codelco, lo hiciera en términos proporcionales. Le dolió profundamente la muerte del trabajador forestal Rodrigo Cisternas en las movilizaciones de los contratistas forestales, pues temía que algo similar ocurriera con los empleados del cobre y también tenía sus aprensiones con el actuar de la fuerza policial en los conflictos de los mapuches en la Región del Bio-Bio, que tanto preocupaban al sector empresarial forestal.



El Gobierno discutió internamente el tema de seguridad pública y primó la tesis, que bien ha llevado adelante Harboe, de que el Ejecutivo debía apoyar siempre en lo público a Carabineros, independiente de que se realizaran las investigaciones internas de rigor. El problema es que la muerte de Cisternas terminó sin culpables y lo propio podría ocurrir en la muerte del joven estudiante activista mapuche hace algunos días.



No sería casualidad, que la salida del ex jefe del Interior coincidiera con el anuncio (y concreción) de nuevas movilizaciones de los contratistas de Codelco, producto de la judicialización por parte de la cuprera estatal de la fiscalización de la ley de Subcontratación, una batalla que el siguió muy de cerca.



Y coincidió, además, con la muerte del estudiante defensor de la causa mapuche en el sur, tema que Bachelet resolvió con Harboe, terminando de enfriar la relación con Belisario Velasco.



El ex jefe del Interior sabía que venía perdiendo batallas y su salida, según algunos, no fue otra cosa que hacer patente las tensiones que venían incubándose hace mucho tiempo al interior del gabinete, desde el feo impasse con Hacienda por el Transantiago.



Si a ello se sumaban las dificultades por las que pasaban las relaciones con los partidos de la Concertación (y la DC, en particular), los problemas de la agenda de seguridad y su imposibilidad de erigirse en definitiva como jefe de gabinete, dadas las desautorizaciones que sufrió por parte de la propia jefa de Estado, ya era un cuadro difícil de sostener.



Equilibrios por reequilibrar



«Lo que valoro es que Belisario representaba el alma progresista de la Concertación, no todo el Gobierno tiene una visión tan progresista como él», señala Guido Girardi.



«Yo creo que Belisario representaba eso, una postura un poco más de izquierda, con más sensibilidad social, pero también el sentido común, es decir, si lo hubiéramos escuchado más, a lo mejor no habríamos tenido el desastre del Transantiago», agrega.



Sobre el titular de Hacienda, el senador dice que «Andrés Velasco es un buen ministro de Hacienda, pero que en vez de que definir las políticas en un país o los programas, su desafío es aumentar su sensibilidad y compromiso social, que no ha sido todo el que país pudiera tener, porque podríamos tener más».



«En general, los ministros de Hacienda tienen poco corazón y tiene que haber otras instancias que sí tienen sensibilidad social, que si están más cerca de los problemas de la gente, que normalmente son los que impulsan la política y siempre hay gallitos, los hubo en los gobiernos de Aylwin , Frei, Lagos y los hay acá», comenta.



«Chile no está obligado a mantener un modelo absolutamente neoliberal en lo económico y es un tema político, que yo siento que Belisario, efectivamente, lo tendió a representar con más fuerza, pero creo que los otros (ministros) que van a venir, van a representar también ese punto de vista… para muchos de nosotros es muy importante, no queremos ser cómplices de un modelo neoliberal, no estamos contra el mercado, pero somos muchos más neoliberales que Estados Unidos, que cualquier país neoliberal del planeta y creo que podríamos hacer las cosas de manera distinta», apunta.



«Yo espero que a futuro gane la Concertación progresista, la Concertación con compromiso social, la que no quiere la vergüenza de que Chile tenga la peor desigualdad del ingreso, la mayor concentración económica y las más brutales y despiadadas políticas ambientales. Hay un problema de madurez, de tiempo, y creo que hoy podemos hacer las cosas para que eso cambie», refrenda Girardi.



Para el diputado Pablo Lorenzini (DC), la debilidad del equipo político frente al económico plantea a la colectividad la necesidad de un ministro del Interior «con potencia, con personalidad, con conocimiento, porque sino además, vamos a quedar entregados absolutamente al mundo PPD».



«Siempre hemos tenido una trilogía: el Presidente de la República es una patita de la mesa; el ministro del Interior, otra, y el titular de Hacienda, una tercera. En este caso, evidentemente que por razones obvias ni Andrés Zaldívar ni Belisario Velasco tuvieron la potencia suficiente -no digo que sea culpa de ellos, así se ha sido estructurado, no los han dejado, no sé- y, por lo tanto, Andrés Velasco ha tenido preeminencia».



También coloca un punto poco debatido: la necesidad de que los técnicos de Hacienda tengan asesores políticos que les indiquen qué es lo más conveniente. «Lo que siempre le he criticado a los ministros de Hacienda es no tener asesores políticos. La falta de eso debiera compensarse con un ministro del Interior fuerte, que si no lo tienes, obviamente que la preeminencia es de perfil más técnico y económico», afirma.



El senador Carlos Ominami (PS), en tanto, uno de los grandes batalladores respecto de los equilibrios entre La Moneda y Hacienda, estima que «este segundo tiempo (del Gobierno) pueda ser conjugado con un plan de juego atractivo que pueda reencartar a mucha gente que hoy día ha tomado cierta distancia de la Concertación y que se haga además con equipos que tengan una estructura equilibrada».



«Yo he sido crítico de las políticas económicas, del desbalance que hay en relación a un equipo político, que no tiene la fuerza que han tenido en otros instantes y espero que en las designaciones en torno al reemplazo de Belisario Velasco puedan hacerse en torno a alguien que ponga la política en el lugar de privilegio que corresponde», enfatiza.

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