Nació rico, se educó con institutrices, vive en una casa del siglo XVII, pero en su familia ahora la multimillonaria es su mujer. Victoria Hurtado tiene un patrimonio personal de US$ 250 millones conservadoramente hablando. La riqueza de Carlos Larraín es un mito en Renovación Nacional. O mejor dicho la relación entre ella y el partido. Los que están en su contra dicen que por su peso económico lleva dos períodos en la presidencia y tiene cooptado a Renovación.
Sus antepasados se dedicaron a las dos actividades propias de las llamadas familias tradicionales chilenas: la agricultura y la bolsa. Le heredaron lo suficiente como para nacer rico en moneda del Chile antiguo.
Su abuelo materno creció en Paris. Intelectual, miembro de la Academia de Historia, nunca trabajó porque su padre era riquísimo. Cuando llegó a Chile, a los 22 años, compró una chacra de 150 hectáreas en Lo Fontecilla con una casa colonial de 1650 que se negó a botar para levantar un palacio estilo francés como era la moda de la época. Su nieto aprendió francés escuchándolo hablar, aunque tuvo el apoyo adicional de una institutriz francesa además de una inglesa.
Esas tierras plantadas de viñas en Las Condes pasaron a manos de María, su única hija y madre de Carlos Larraín Peña, quien además de la casona con una hectárea de parques conserva algunos metros en la calle arbolada. Cada m2 en Lo Fontecilla vale 8 UF. Los terrenos donde está la Clínica Las Condes pertenecían a la familia.
Su padre, Fernando Larraín Vial, fue un corredor de bolsa histórico, fundador de Larraín Vial junto a su hermano Leonidas (que no es pariente directo del actual socio, León Vial). Al morir, en 1991, le dejó el 4% de la casa de bolsa y papeles de distintas empresas.
Curiosa su analogía de la “derecha caviar” o “boutique” para referirse a sus contrincantes liberales en RN, porque si alguien probó primero el caviar en el partido fue él. Y si alguien iba a comprar a la boutique era su madre. Hilando fino no faltó el que pensó que lo del caviar ruso era por Daniel Platovsky, uno de los participantes de la reunión de la disidencia en Huechuraba, pero erró porque su padre era checo. Lo que Larraín quería decir es que hay que arremangarse las mangas y trabajar como él lo ha hecho recorriendo seis veces Chile y no haciendo negocios con chipe libre, mirando las encuestas, siendo partidarios del aborto, la vida en pareja del mismo sexo, sin centrarse en las ideas.
[cita]Cuando se independizó, en 1994, tuvo un gran cliente norteamericano que le permitió afirmar financieramente al nuevo estudio Larraín y Abogados. Ironías de la vida: el negocio era la explotación de litio en Cuba. Durante cinco años pasó casi la mitad del año viajando a la isla. Logró firmar un acuerdo de inversión mixta con Fidel Castro, con quien se fotografió, pero el asunto abortó por la ley estadounidense que prohibía a filiales comerciar con Cuba.[/cita]
La fortuna de Carlos Larraín es un mito en Renovación Nacional. O mejor dicho la relación de ella y el partido. Los que están en su contra dicen que por su peso económico lleva dos períodos en la presidencia y tiene cooptado a RN. “Él es dueño del timbre y la chequera y decide quién es candidato y si le cae bien le financia la campaña”, sostiene un miembro de la disidencia sin dar su nombre.
Es cierto: el pone plata de su bolsillo. “No hay un personaje más generoso que él. No tiene parangón”, dice Roberto Ossandón, su brazo derecho, pariente en tercer grado y conocedor del asunto, porque ha sido uno de los recaudadores de platas de RN.
Una campaña parlamentaria cuesta alrededor de US$ 15 millones. Sólo un senador por Santiago se traga US$ 2 millones y un millón es lo que se necesita en Concepción.
Su herencia y lo que ganó como socio del estudio Claro y Cía, de cuyo fundador Luis Claro Solar desciende por parte materna, es nada comparado con el patrimonio de su mujer Victoria Hurtado Vicuña. Siempre dice: “Yo me casé cuando ella no era rica”, lo cual es cierto. La conoció cuando su suegro, Ignacio Hurtado, estaba casi en la ruina. Su constructora, una de las más grandes de obras civiles, había quebrado por una estafa, en 1967, y sus dos campos en Melipilla y Colbún habían sido expropiados por el gobierno de Frei.
Recuperó mediante juicios parte de las tierras y se las entregó en vida a sus seis hijos. Lo relevante eran 250 hectáreas de pino que, en 35 años, terminaron transformadas en US$ 1.500 millones haciendo un cálculo conservador. El autor de la multiplicación fue Juan, uno de los seis hermanos Hurtado Vicuña y administrador del patrimonio familiar.
Él decidió venderle los bosques a la Papelera. Le pagaron US$ 250 mil que invirtió en acciones de Forestal, uno de los holdings del grupo Cruzat Larraín, el de Manuel Cruzat y Fernando Larraín Peña, hermano del presidente de RN. Anticipándose a la crisis del 83, Hurtado se deshizo de los papeles. Recibió US$ 4 millones y con medio país quebrado fue comprando paquetes de acciones y empresas como Lota Green, Chilquinta, Entel. Los hermanos pasaron a ser el grupo Hurtado Vicuña. Uno que no figura en el ranking de billonarios de la revista Forbes, pero que lo es.
Victoria, la mujer de Carlos Larraín, posee un patrimonio personal de US$ 254 millones, de acuerdo al valor de sus acciones en bolsa. En cada empresa los hermanos son socios en partes iguales, según consta en las memorias, lo que no es habitual en las inversiones familiares.
Entel, donde tienen un 8,2%, vale hoy US$ 4.583 millones. A ella le corresponden US$ 62,6 millones. En la minera Pucobre, US$ 41 millones. En Almendral, la sociedad de inversiones que comparten con los Matte y Eduardo Fernández León, US$ 45,7 millones. En el Consorcio -el negocio más importante de la familia, porque es dueña el 47,7% de la propiedad- su porcentaje vale US$ 105 millones. A esas cifras hay que sumar las ventas de Chilquinta y Esval.
Con ese patrimonio Larraín podría financiar 15 campañas parlamentarias. Pero marido y mujer poseen cuentas corrientes separadas, cada uno tiene su propio contador y cuando se trata de aportar en política, el presidente de RN lo consulta con su millonaria mujer.
Como abogado de Claro y Cía, Carlos Larraín ganó mucho. Tuvo grandes clientes en la década del 80, representó a bancos extranjeros, asesoró a mineras y a empresas aeronáuticas. Fue director de La Disputada y del Banco de Santiago y Viña Santa Carolina, ambas del grupo económico de su hermano, a quien defendió públicamente enfrentándose a Pedro Ibáñez Ojeda, fundador de RN, quien presidía la comisión que liquidó los bienes de Cruzat-Larraín.
Nunca fue socio del conglomerado. No le interesan los negocios, sólo invierte en acciones –nunca ha soltado las de Copec y CMPC- y por eso su hermano Fernando se quedó con la corredora. Él le compró las acciones de Larraín Vial a su padre. Fue abogado del Bankers Trust, que compró Provida y el Consorcio Nacional de Seguros, creados por Manuel Cruzat cuando era socio de su hermano Fernando.
Cuando se independizó, en 1994, tuvo un gran cliente norteamericano que le permitió afirmar financieramente al nuevo estudio Larraín y Abogados. Ironías de la vida: el negocio era la explotación de litio en Cuba. Durante cinco años pasó casi la mitad del año viajando a la isla. Logró firmar un acuerdo de inversión mixta con Fidel Castro, con quien se fotografió, pero el asunto abortó por la ley estadounidense que prohibía a filiales comerciar con Cuba. Dejó de ser socio de su estudio, que asesora a concesionarias, eléctricas y sanitarias y atiende al grupo Hurtado Vicuña en su organización interna, cuando fue elegido presidente de RN en 2006.
El tema platas en RN tiene un peso distinto que en la UDI. “RN es pobre, posee menos fuentes de financiamiento, menos gente da plata. Si eres candidato debes tener un padrino como Sebastián Piñera o Carlos Larraín. En la UDI la plata la pone el partido, muchos empresarios se la entregan a la dirigencia que reparte. Es mucho más institucional”, explica un analista político
Por eso, a su juicio, a Larraín la plata le rinde más en RN. “Como él es conservador puede imponer su agenda política –más a la derecha- y valórica mientras que en la UDI sería uno más. Eso explica que haya entrado a RN aparte de su enemistad a muerte con Joaquín Lavín, con quien se peleó cuando este era alcalde de Las Condes y Larraín, concejal”.
Curiosamente, el abuelo del presidente de RN fue el primer alcalde de Las Condes y en su honor existe la calle Carlos Peña Otaegui en San Carlos de Apoquindo. A los disidentes de RN les molesta la importancia que se le asigna económicamente a Larraín, porque aseguran que el partido está financiado. Mirando los balances entregados al Servicio Electoral desde 2005 hasta 2009 hay dos años con saldo en contra y tres a favor. Apuntan a que Larraín sí aporta para las campañas, pero es uno de varios financistas y que no mantiene el partido. Mientras, el entorno de Larraín acusa que los disidentes “no ponen nada; por eso, es más grave que se metan (al partido)” y aseguran que Larraín financió la campaña de Francisco Chahuán, de Pedro Browne, quien se retiró de la mesa; ayudó un poco a Lily Pérez, Cristián Monckeberg. Todos, dicen, unos desleales.