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Michelle Bachelet: «Yo no le cierro la puerta a la Asamblea Constituyente ni a ninguna opción» «Necesitamos una nueva Constitución construida en democracia, con legitimidad de origen», señaló la candidata

Michelle Bachelet: «Yo no le cierro la puerta a la Asamblea Constituyente ni a ninguna opción»

La candidata presidencial recibirá este sábado las cuatro propuestas de su equipo que atañen a una reforma constitucional de peso. En el intertanto, dijo estar abierta a todas las opciones. Michelle Bachelet se confesó en el programa «Síganme los Buenos» sobre cómo ha visto cambiar a Chile, la sorpresa que le generó el escupitajo recibido en un acto de campaña en Arica, su relación con el senador Camilo Escalona y hasta cómo su vocación ha pasado a suplir en parte el amor de la vida en pareja.


En su entrevista de este martes con el periodista Julio César Rodríguez, en el late show “Síganme los Buenos” del canal Vive Deportes (canal 47 de VTR), a la ex mandataria y precandidata presidencial Michelle Bachelet, se le vio distendida y cordial. La ex directora de ONU Mujeres abordó diversos temas, tanto relacionados con sus propuestas programáticas —la aprobación de una nueva Constitución y la vía de una asamblea constituyente— como otros más personales relativos a su vida amorosa y su paso por New York, que significó un breve retorno a la privacidad. Sin embargo, aunque la candidata se relajó y hasta cantó junto al panelista la canción “Michelle” de Los Beatles, hubo otros aspectos como el discurso del 21 de mayo de Sebastián Piñera y los dichos de la ministra Evelyn Matthei en los que, enfática, rechazó ahondar.

-¿Por qué se vuelve a Chile? ¿Le gusta sufrir?
-Porque quiero a mi país. Esa es la verdadera razón. Y siempre estoy donde tengo que estar, donde debo estar, donde siento que toda esa experiencia, tanto la anterior como también la experiencia en EE.UU. puede servir para desafíos a futuros. Es por amor.

-¿Le gustó esa parte del anonimato en EE.UU?
-Efectivamente yo diría que las dos cosas que más he echado de menos son la libertad, por un lado, y la privacidad, por el otro. Yo allá vivía en un edificio, al frente tenía un supermercado, podía partir a cualquier hora en cualquier facha y prácticamente nadie me reconocía.

-Cualquiera facha, cosa que acá no puede…
Me refiero a hawaianas. En el verano, cuando hace mucho calor en New York. Esos grados de libertad, tener un tiempo que uno puede organizar de manera mucho más libre, yo creo que lo echo de menos. Sin embargo, echaba de menos a mi familia, echaba de menos a mi país, nuestras comidas, nuestras cosas.

-¿Nunca echó de menos a Camilo Escalona?
-Yo eché de menos a mucha gente a la que le tenía mucho cariño, y que le sigo teniendo mucho cariño, pero la verdad es que estaba tan ocupada que, si bien es cierto que siempre estaba pendiente de Chile, miraba on-line las noticias, algunos programas que llegaban afuera, la verdad estaba haciendo mi trabajo dedicado, un trabajo maravilloso.

-¿No sentía en algún momento que podía hacer carrera en la política internacional? No era difícil que la reeligieran cuatro años más, no era difícil que la eligieran para una secretaría general de la ONU. ¿Por qué no quedarse en New York en un mundo de política prestigiada y prestigiosa, y volverse a un país donde la política está en el suelo, donde a los partidos cada vez la gente les cree menos, donde la cancha está con odio? Desde la razón, ¿nunca le dio la pelea la razón al corazón?
-Yo creo que las dos cosas no se pueden nunca disociar. Ni pura razón ni puro amor. En la vida, nunca. Pero finalmente lo que predomina es que conociendo exactamente las dificultades, porque yo soy realista y conozco muy bien las cosas positivas y las cosas negativas, me pareció que no era posible no volver a este llamado de tanta gente. Pero justamente para trabajar, para que ese tipo de cosas podamos mejorarlas. Yo creo que es muy grave que en nuestro país las instituciones no tengan el prestigio que debieran tener. Pero las instituciones por supuesto tienen que merecer el prestigio, tienen que asegurar que la gente las respete. Y por eso es que yo creo que quiero contribuir a eso, a elevar la calidad de la política. Yo sé… hablar de la palabra política, es una palabra cochina en nuestro país. Me contaba un parlamentario que cuando él hablaba y decía “las políticas de la Presidenta Bachelet” en una junta de vecinos, la gente decía “no, esas no eran políticas, eran cosas buenas que hacía la Presidenta Bachelet por nosotros”. Pero la política es lo que finalmente habla del tipo de sociedad en que queremos vivir y cómo la construimos. A lo mejor soy masoquista pero la verdad es que creo que eso es tan importante para nuestro país.

-Usted llegó “resfriadita” de New York porque ha hablado poco, la gente dice que ha estado esquiva. Los medios dicen que es tan mala para hablar. No da entrevistas. ¿Pasó algo que hizo que tomara esta determinación?
-No estoy tan malita para hablar, estoy aquí Julio César ¿no cierto? Lo que pasa es que yo quiero hablar al país de los temas que creo que al país le importan. Y a mí me preocupa que el tipo de temáticas que le preguntan a uno son generalmente cosas bastante secundarias, de dimes y diretes, que fulanito dijo esto de usted. Y la verdad es que a eso yo no volví a Chile. Volví primero a escuchar, a saber lo que le pasa a ese Chile real que está ahí, pero también a contarles, a compartir con ellos cuáles son mis proyectos, mis sueños para Chile. Y que yo creo que además representan a la gran mayoría. Y me encantaría que los periodistas me preguntaran de esas cosas. Pero generalmente como que no hay espacio para hablar de esas cosas.

-¿Usted va a debatir, va a reunirse?
-Yo estoy recorriendo el país, primera cosa. Para mí, lo fundamental: terreno. La relación con la gente. Voy a visitas, actos, diálogos ciudadanos, encuentros. Hay una cosa muy interesante que pasa hoy día y que no pasaba antes. Yo fui ministra, fui Presidenta, uno está en el medio de un discurso y empieza la gente a opinar, a comentar.

-¿Nunca le pasó eso antes?
-Sí pero escasamente. La gente escuchaba a un Presidente casi como que fuera una deidad la que estaba hablando. Había más solemnidad. Hoy día la gente se siente, tal vez porque también se siente cercana a mí, se siente que se atreven a decir. Y después que yo hablo me dicen “oiga, pero no mencionó tal temita, y no se vaya a olvidar de este tema”. Siento gente súper consciente de sus derechos y movilizada. Yo estoy en un proceso, a diferencia de otros candidatos que estuvieron aquí por largo rato, que han estado trabajando, armando propuestas. Yo llegué hace dos meses.

-¿Y por qué cree que se ha instalado esa idea de que usted no quiere conversar, no quiere debatir, que la tienen escondida?
-Escondida en nada. Me la he pasado en terreno y en cada lugar hablo con la prensa. No lo sé, será que son un poquito insaciables también. Podrían estar cuatro horas preguntando y la verdad es que yo hablo con la prensa pero después parto a otra actividad.

-¿Le ha gustado el trato directo con los ciudadanos? Porque hay quienes dicen estuvo tanto tiempo afuera, con qué país se encontró.
-Primero, yo no estuve tanto tiempo afuera. Dos años y medio no es como decir que una persona se olvidó completamente del país. Segundo, y más importante, a mí siempre me ha encantado la gente. La razón por la que me metí en la vida política es porque me importan las personas. Me importa lo que les pasa y quiero para la gente lo mismo que quiero para mi familia, para mis nietos. Una vida mejor, una vida más digna, más feliz. Y la gente además es extremadamente cariñosa. La verdad es que me energiza tremendamente (…). Ahora el país ha cambiado, sí, ha cambiado.

-¿Por qué este gobierno la saca tanto al pizarrón? ¿Por qué se compara tanto con su gobierno? ¿Usted cree que hay una cierta envidia, un cierto apego a comparar una realidad con la de este gobierno?
-Serían ellos los que tienen que dar explicación de por qué han optado por esa forma de relacionarse conmigo en el gobierno.

-¿Pero qué siente usted cuando escucha un discurso lleno de cifras comparativas con el suyo?
-Yo creo que lo que siento esencialmente es que el Chile que todos queremos no es el Chile de las cifras. Yo creo que es bueno que Chile haya crecido en la economía, que progrese, pero siento que ese progreso tiene que traducirse no en cifras e indicadores sino en mejoras para la vida de la gente concretas. En esa gente como profesores, taxistas, comerciantes que la verdad se han esforzado tremendamente. Y que a pesar de todos estos progresos, la gente no está contenta. Creo que sienten que ese esfuerzo al final de los días no se reconoce. Y yo estoy impactada de conversar con tanta gente que me habla de su situación de pensiones por ejemplo, de la jubilación. Mi sensación después de recorrer el país es que hay un grupo importante que fue clase media y que hoy día se ha empobrecido (…). Yo creo que tenemos estos dos Chile, un Chile que progresa, que es más moderno, es un país respetado y no sólo por este gobierno. Es el conjunto de cosas que hemos hecho con este país, en los procesos políticos, en las iniciativas económicas, etc. Pero también tenemos este otro Chile que siente que esas cosas no le llegan.

-¿Quién crece cuando crece Chile?
-Aparentemente unos pocos no más. Y una gran mayoría no. Y a eso es lo que yo aspiro. En un gobierno de cuatro años uno no lo logra todo. Y no soy ni mentirosa, ni demagógica, ni populista. Pero aspiro a hacer cosas que nos permitan sentar las bases para ir enfrentando la desigualdad. El otro día estuve en una reunión con unos empresarios y me decían “el modelo de Finlandia es bueno”. Pero no puede ser un país desarrollado para unas cosas no más, no puede ser desarrollado en términos de ingreso per cápita y no ser desarrollado en términos de una tremenda desigualdad en la distribución de los ingresos, o a costa del medio ambiente, o a costa de algunas comunidades. Si el país progresa tienen que progresar todos.

-¿Y usted no cree que el Presidente Piñera está un poquito obsesionado con su gobierno, con las cifras con usted?
-Yo espero que no porque cada gobierno tiene su impronta y tiene que llevar adelante las tareas sobre los compromisos y las promesas que se comprometieron con el país.

-¿En su gobierno, en tres años más haría un discurso del 21 de mayo con las cifras comparándose con el gobierno anterior?
-Nunca hice eso en los cuatro años que tuve que hacer mi discurso del 21 de mayo. No lo hice antes y no veo por qué lo haría después.

-¿Y no le molesta eso un poquito? ¿No le molesta que Evelyn Matthei salga ayer en el Senado y diga “esta señora era amiga de Michelle Bachelet” a la pasada, como un cachamal? Porque ella estuvo aquí y dijo que la quería mucho, que eran vecinas cuando chicas. Yo sé que como ser humano usted ve eso.
-Yo creo que hay una razón política de fondo para muchas de las cosas que uno escucha y que tienen que ver con la posibilidad de que yo pueda ser efectivamente la próxima Presidenta de Chile. Y me imagino que eso hay algunos que no les gusta. Lo único que yo quiero decir es que no voy a entrar en analizar, ni en discutir, a menos que hubiera algo que claramente fue más allá. Además que ni siquiera sé cómo se llama la señorita que ella mencionó porque me parece que ni la conozco.
Creo que es una lástima. Creo que además es un error porque creo que permite reforzar lo que usted decía hace un rato atrás, que la política para la gente es esta guerra de guerrillas, que puede ser verbal en donde todos terminan con cara de enojados, con cara de furiosos, diciendo cosas atroces de los otros. Ese tipo de política es lo que yo detesto, francamente. Creo que no sirve para nada, que no ayuda en nada, y que hace que la gente se sienta cada vez más lejana del mundo político. Estén en el ministerio, o estén en los partidos, o estén donde estén. Yo siento que la gente quiere personas que toman decisiones en los distintos niveles, que piensan en las personas primero que nada, y que lo que les ofrecen es algo entretenido, interesante, alegre, y una esperanza importante de que su vida va a mejorar. No estas cosas que al final son escaramuzas que no sé si le rendirán algún efecto pero francamente, yo le quiero insistir, a eso yo no he vuelto a Chile. A eso no, a eso me hubiera quedado afuera.

Un Chile para ricos, otro para pobres

-Usted hace ocho años atrás era una persona común y corriente. Le dio un poco un vuelco en términos de responsabilidades pero tenía una vida muy normal. Y yo creo que no es difícil para usted empatizar con el chileno medio. Una cosa son las cifras pero otra cosa es la inseguridad con que viven los chilenos. Un chileno que gana $ 300 mil, $ 500 mil  o $5 millones no se banca un cáncer en este país. Un chileno medio que tiene dos, tres hijos, el sueldo que tenga no se banca a sus hijos en la educación superior. ¿No es violento vivir como ciudadano en esta incertidumbre, tenga lo que tenga, viva donde vida?
-Es tremendamente violento y es lo que yo detecto cuando recorro el país. Y yo creo que se ha ido agudizando además por situaciones que han pasado que han hecho que muchos de esos esfuerzos tremendos, de una familia que se endeuda, como lo que ha pasado con las familias de los estudiantes de la Universidad del Mar, que mantienen la deuda con la universidad que quebró pero que se tienen que reinsertar en otra universidad y volver a tener una deuda con ellos. Es muy violento. Y además, lo que me decían algunos de esos chiquillos, con un título que no saben si les va a servir. Yo creo que es muy violento para esas familias porque yo creo que los chilenos son personas muy esforzadas. Yo creo que mucha gente no quiere que le den las cosas gratis. Está disponible a esforzarse pero que ese esfuerzo finalmente produzca un resultado esperado.

Entonces, hay dos problemas. Uno, la incertidumbre con un sentido económico. “Qué pasa si mi situación cambia y no puede seguir asegurando el futuro de mis hijos”. Y la otra incertidumbre que a pesar de todo esto no estoy seguro de que la calidad de esa educación le garantice un futuro mejor. Entonces yo por eso que he planteado que una de las principales reformas de mi gobierno va a ser la reforma educativa, que asegure calidad en todos los establecimientos, y desde sala cuna hasta universitaria y técnico profesional que asegure fin al lucro, o sea que los recursos públicos se usen para asegurar calidad. Que terminemos con la segregación porque la educación hoy día segrega, descrema. Y, por otro lado, que avancemos hacia la gratuidad universal porque de verdad creo que la educación, hasta ahora, puede que no intencionalmente, pero de alguna manera ha funcionado como un bien de mercado. Porque al final el que puede pagar tiene educación y educación de más calidad. Lo que nosotros queremos es una reforma educacional en un futuro gobierno en que la educación sea un derecho social.

-Pero esa reforma educacional implica una reforma impositiva en los impuestos. ¿Usted está dispuesta a dar esa pelea?
-Sin duda. Tiene que ser con reforma tributaria porque si queremos avanzar en gratuidad universal pero además queremos una sociedad más solidaria, requerimos una reforma tributaria. Ahora, esa reforma tributaria, yo tengo un equipo de expertos que me va a entregar una propuesta en estos días, es una reforma que va a tener que conseguir más recursos para educación y otras áreas que hay que seguir avanzando porque además hoy día lo que pasa en Chile es que no hay equidad. Hoy día hay gente que gana menos y paga impuestos muy altos. Hoy día sólo el 20 % de los chilenos pagan impuestos, no son muchos. Tenemos que asegurar que quienes realmente tienen mucho más puedan colocar más para que podamos asegurar ciertos derechos a todos.

-¿Qué le pasa cuando viene de una población y después va rumbo al barrio alto y pasa por el Costanera Center, y ve ese edificio y ve ese barrio? ¿Qué le pasa a usted que estuvo ahí poniendo la primera piedra en ese momento? Estaba Golborne que era gerente de la empresa y usted estaba como Presidenta, ¿recuerda?
-Él ya no estaba. Pero no fue la primera piedra. Estuvimos en una actividad para rempujarlo porque se detuvo producto de la crisis. Yo le diría que muestra esos dos Chile que yo creo que hoy día están muy separados. A mí me gusta que el país progrese. Y la gente que va al Costanera Center, mucha va en  metro y no va pura gente con muchos recursos, va mucha gente de distintos niveles de recursos pero va gente que mira, se pasean, no sé si tienen acceso a eso. Pero yo quisiera vivir en un país donde reamente las personas tuvieran una vivienda digna con más metros cuadrados, que puedan dejar un patrimonio para sus familias, educación más adecuada. Yo siento que esto debiera ser de verdad el objetivo de todos porque hay gente que le ha ido muy bien pero si quiere seguirle yendo bien es un país donde todos se sienten identificados, todos sientan que son parte de él.

Hay algunos que dicen que este descontento ciudadano es una crisis de las clases medias que están tan bien que quieren más y más. Y hay otros que dicen que este es el momento, en este descontento, en este sentimiento de abuso, de desigualdad, que es el momento de cambiar las cosas de verdad. No maquillarlas. Sino que de verdad hay que construir un chile más justo, un Chile diferente. ¿Dónde está usted en esa discusión?
-Yo estoy convencida de que si bien hemos hecho muchas cosas bien en Chile, estamos frente a un nuevo momento social, político y económico. Por un lado, tenemos estos dos Chile, por otro, tenemos una ciudadanía mucho más empoderada, más demandante que pide de Chile mucho más. Ya no basta con eliminar la pobreza. Por supuesto que hay que seguir eliminándola porque todavía queda pobreza. La clase media quiere mucho más pero no en el sentido de que tengan visiones desmedidas sino que quiere un país donde efectivamente no haya esos abusos, esa letra chica. Por lo tanto, a mí me parece claramente que es un momento de cambios muy profundos en el sentido no de meros maquillajes o reformas que por más bien intencionadas que puedan ser, son menores. Porque fíjense que hay una serie de productos que en un momento a los chilenos se les dijo y la promesa no se cumplió. A la gente que estaban en el INP se les dijo que el nuevo sistema previsional les iba a significar una pensión que iba a ser el 80 %, el 70 % del salario. Y la realidad es que en los hombres es de 40 %, 0 45 %.

-¿Usted quiere revisar las AFP?
-Estoy buscando algún mecanismo. Las AFP pueden continuar, pero hay que ofrecer una alternativa yo diría que estatal que permita que la gente decida donde se queda.

-¿Usted cuántos cree que somos los chilenos? Porque parece que nadie sabe.
-No tengo ni la menor idea. Una de las tareas que hay que hacer es asegurar la confiabilidad en algo que para nosotros era siempre una cosa dada. Jamás nos habríamos imaginado que se hubiera podido cuestionar el INE. Y nos sentíamos súper orgullosos de que aquí no pasaba lo que pasa en otros países que se cuestionan los datos. Siento que más allá del tema del número de chilenos y chilenas y de personas que vivimos en este país, más allá de eso que por cierto es un dato relevante porque hay tantas decisiones que tenemos que tomar con ese dato, creo que lo que es central es que nosotros no nos podemos farrear la legitimidad y la seriedad de las instituciones. Porque al final todo se cuestiona. Entonces empezamos a perder una cosa que era buena en Chile que era el respeto a las instituciones. Que no quiere decir que no se puedan cuestionar, discutir, mejorar pero había cierto respeto básico.

-El sábado le entregan algunos esquemas programáticos muy importantes. Uno de ellos que es muy relevante que tiene que ver con la constitución. Usted ha dicho que uno de sus sueños y de sus metas es que en su próximo gobierno haya una nueva Constitución. ¿Usted está dispuesta a jugársela por eso?
-Sin duda. Chile es un país más moderno. Han cambiado las cosas desde al año ’80. Es cierto que en los gobiernos democráticos se hicieron muchos esfuerzos por reformas la constitución y se lograron algunos avances pero otros no. Yo siento que necesitamos una nueva Constitución construida en democracia, con legitimidad de origen, pero además porque si no se hace hay un montón de temáticas que son centrales que tenemos que llevar adelante y para las que requerimos una nueva constitución. Un tema que en Santiago puede que no sea tan relevante pero en el centro sí: descentralización. Este es un país que o progresa con todas sus regiones o no va progresar. Entre otras cosas estoy hablando de elección directa de los intendentes para que la gente le pueda exigir cuentas. Segundo tema que es importantísimo: el sistema binominal. El sistema binominal, cómo elegimos a nuestros parlamentarios, no siempre refleja fielmente lo que la gente quiere. Tenemos que buscar un sistema proporcional, más adecuado. El tema del reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios, la posibilidad de que las mujeres participen más en política. Un montón de cosas súper concretas porque habitualmente cuando uno habla de nueva constitución la gente sencilla dice “sí, pero esta es la típica temática de los políticos por allá arriba, de qué manera me va cambiar a mí la vida”. La constitución lo que hace es definir cuáles van a ser las normas con las cuales vamos a regular nuestra convivencia.

-¿Pero a usted también le pasa un viento helado en la espalda cuando habla de asamblea constituyente o no?
– La verdad es que lo que yo le pedí a la comisión es que me entregara opciones. Yo tengo una característica personal y es que soy lo menos prejuiciosa de la vida. Trato nunca de demonizar nada porque la vida es mucho más compleja y más rica y más diversa. Entonces claro, hay gente que se espanta porque demoniza el proceso.

Qué vía voy a optar, me van a entregar opciones. Lo único que voy a decir es que va a ser una vía chilena, no va a ser una vía copiando a nadie de ningún otro país.

-¿Le van a entregar cuatro opciones?
-Se me ha dicho.

-¿Y una es asamblea constituyente?
-Supongo, no tengo idea. Como he visto en la TV algunas personas dando sus opiniones… Y lo que yo les di es una instrucción clara a todos los equipos de trabajo, no se limiten, no se pongan restricciones. Sueñen todo lo alto, preséntenme opciones. Y no sólo es constitución si no en todas las áreas, en áreas económica, medio ambientales. Después veremos lo que en un gobierno de cuatro años se puede hacer o es lo mejor para cumplir los objetivos que queremos.

-Pero usted no le cierra la puerta a una asamblea.
-Yo no le cierro la puerta a ninguna opción. Creo que la gente hoy día, esta ciudadanía más demandante, quiere también que su voz se escuche. Cómo se hace eso, hay múltiples formas.

-Usted ha dicho “quiero gobernar con los partidos, con los movimientos sociales, con la ciudadanía”. Si estuvieran viéndonos puros niños, ¿donde pondría los partidos políticos, delante de la ciudadanía y los movimientos sociales, al lado, un poquito más atrás?
-Los partidos están en lugares donde se están tomando decisiones. Están los partidos en sí mismos, con su capacidad de propuestas programáticas. Y en el programa de gobierno que estamos construyendo los partidos han entregado propuestas, también han entregado expertos, y también estos encuentros programáticos donde van todos.

-¿Le importan menos los partidos que en 2004?
-No, siempre me han importado igual. Lo que pasa es que creo que para los cambios que se requieren en Chile se requiere una nueva mayoría. Y una nueva mayoría que no se agota en los partidos. Uno de los cambios importantes de Chile ha sido este desarrollo de fuerzas sociales muy importantes, y fuerzas sociales que han logrado producir cambios muy importantes.
En 2007 mandé una ley al Parlamento para el fin al lucro. Y ahí murió. No había fuerza política ni convicción para llevarla adelante. Mandé una ley de fortalecimiento de la educación pública, ahí parece que todavía está. Hoy día todo el mundo dice que la educación es esencial, fin al lucro, fortalecimiento de la educación pública. Es probable que haya matices, diferencias, controversias, hasta diferencias fundamentales. Hay un sector de chilenos que cree que la educación tiene que ser un bien de consumo y hay otro que creemos que tiene que ser un derecho social.

-¿Pero no le restan a usted los partidos de la Concertación hoy en día?
-Yo siento que efectivamente tienen que elevar el nivel de la política. Que tienen que estar más ligados con la ciudadanía y que es una tarea pendiente. Porque además este no es un tema de los partidos políticos que me apoyan a mí. Yo creo que en general los partidos políticos en Chile están en una situación de no muy prestigiados ante la opinión pública. No es un tema de grupito de partidos. Por lo tanto hay un tremendo desafío para la política, pero para la buena política. Yo creo en la buena política.

– ¿Pero en su interior no siente que los necesita menos?
-Los partidos están en el parlamento, están en el municipio, están en todos los lugares donde se toman decisiones. Y esas decisiones hay que seguirlas tomando.

-Pero todas las buenas decisiones de Chile del último tiempo han partido desde la ciudadanía, han tenido repercusión en el parlamento o en la justicia. Pero fue la ciudadanía la que ha salido por la educación, la que salió en Aysén, la que salió en Freirina, la que salió por temas medioambientales.
-Yo creo que eso es una parte importante del cambio del Chile de hoy. Pero al final las fuerzas sociales lo que logran es instalar un tema en la agenda pública, con fuerza. Pero quiénes son los que logran ese anhelo, ese sueño, esa demanda se haga realidad. Son los espacios donde se están tomando las decisiones y eso se llama espacio político, no necesariamente partido político.

-¿Pero usted siente que hoy los partidos son menos importantes?
-Yo siento que el mundo ha cambiado y que los espacios donde está el poder es mucho más democrático por un lado. Creo que hay hoy día nuevos espacios de poder. El poder de la comunicación es un poder extraordinariamente importante. El poder del sector económico también tiene un peso muy importante.

La mujer detrás de la ex Presidenta

-¿Le afectó mucho lo del escupo?
-Me sorprendió. Primero porque no es lo que me pasa en Chile. Este fue un incidente súper aislado y yo no quiero transformarlo en una cosa brutal. También porque tampoco fue, como después se dijo que había todo un testimonio político, no, aquí fue escupo e insulto. La gente alrededor mío estaba muy avergonzada y me pedía perdón. Además yo creo que eso no representa a la gran mayoría de Chile. La gran mayoría quiere una cosa positiva, empujar en un proyecto país colectivo, en que todos mejoremos. Pero hay sectores donde lo que predomina es la rabia y puede haber múltiples razones para eso pero entonces como sociedad tenemos que buscar cómo hacemos que no sea la rabia lo que se exprese sino que todo ese tremendo conjunto de personas constructivas sea realmente lo que prime. Y eso va primar si logramos asegurarle a todo el mundo esas oportunidades.

-Mucha gente la ve más seria ahora. Ha perdido de su alegría, vio mucho dolor en sus viajes.
-No, echo bromas igual. Lo que pasa es que obviamente hay cosas para bromear y otras que no podemos bromear. Yo creo que hay algo que es efectivo y es que cuando uno ha sido ministro, Presidente de la República, a uno le pasan cosas adentro. Uno tiene responsabilidades importantes y además, a pesar de que a uno le digan ex Presidente en este país, uno no se puede dar gustitos.

-¿Y canta todavía? Yo la vi cantar a usted. Era buena para el guitarreo y el canto.
-La guitarra la he tenido un poquito fuera de training pero cantar, todo el tiempo. Bailar, toda la vida. Yo sé que hay gente que dice que eso no debiera hacer pero a mí la verdad es que la música me fascina y no puedo evitarlo. Y cuando los chiquillos ahí tocan a mí se me mueven los pies y me dan ganas de seguir la música.

Yo me sigo relacionando con la gente como siempre. Insisto, cuando uno ha sido Presidente de la República uno sabe lo que es tratar de ser candidato para ser Presidente de nuevo, uno sabe lo que se le viene. No es lo mismo que cuando uno es candidato viniendo de otro lado, es distinto

-¿No se ha cuestionado esta soltería tan larga? Porque una cosa es ser política, una cosa es tener cargos importantes pero también la vida continúa en la persona, uno quiere en la mañana una cucharita, alguien que le traiga un cafecito.
-Me he dedicado mucho al trabajo. Efectivamente me he dedicado a trabajar y eso ha tomado gran parte de mi vida y el amor entonces ha llegado de otras maneras. El amor con las personas, de la familia, de los amigos, el amor de la gente por la cual uno trabaja cuando estaba en Naciones Unidas, el amor o cariño de los colegas, es otra forma.

Las cosas se dan de repente y no se dan de repente. Pero lo que sí sé y creo que es interesante porque más allá de que obviamente una vida con amor de pareja es fantástica, también sé que podemos vivir como estamos y ser felices también. No es o uno o lo otro, o eres tremendamente feliz con una pareja o eres tremendamente infeliz sola. Uno puede ser tremendamente infeliz con una pareja también. Yo una vez en una baño leí que una mujer había escrito “estoy sola, duele”, y abajo otra le puso “tengo pareja, es como la mona, duele el doble”. El ideal es estar bien como persona.

-Si tuviera dos hijos políticos regalones suyos, uno mateo que trabajó con usted que se llama Andresito y que le salió, se le alejó, y el otro más díscolo, más chasconeado, que es Marquito. ¿Cuál le gustaría tener más cerca, cuál le gustaría regalonear?
-Yo hablé hace un rato que el tipo de desafíos que Chile tiene requiere una nueva mayoría. Y en esa nueva mayoría están bienvenidos todos los que de verdad crean en un proyecto de esa naturaleza. Y no tengo hijos que quiera más que a otros, yo tengo tres hijos y a los tres los quiero igualmente.

-¿Es verdad que Escalona la eliminó del Facebook?
-No creo. La verdad que yo le tengo un tremendo cariño a Camilo, creo que él ha sido un político muy importante y espero que siga jugando roles en la política chilena porque es un tipo con una visión estado que yo respeto mucho. Y por lo mismo he respetado todas sus decisiones también.

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